Zacarías 8:21 La Biblia de las Américas (LBLA) 

 

 

 

Futura paz y prosperidad de Sion

 

 

Y vino la palabra del Señor de los ejércitos, diciendo: Así dice el Señor de los ejércitos: “He celado a Sion con gran celo, sí, con gran furor la he celado.” Así dice el Señor: “Volveré a Sion y en medio de Jerusalén moraré. Y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad[a], y el monte del Señor de los ejércitos, Monte Santo.” Así dice el Señor de los ejércitos: “Aún se sentarán ancianos y ancianas en las calles[b] de Jerusalén, cada uno con su bastón en la mano por causa de sus muchos días. “Y las calles[c] de la ciudad se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en sus calles[d].” Así dice el Señor de los ejércitos: “Si en aquellos días esto parece muy difícil[e] a los ojos del remanente de este pueblo, ¿será también muy difícil[f] a mis ojos?” —declara el Señor de los ejércitos.Así dice el Señor de los ejércitos: “He aquí, salvaré a mi pueblo de la tierra del oriente[g]y de la tierra donde se pone el sol; y los traeré y habitarán en medio de Jerusalén; y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios en verdad[h] y en justicia.”

Así dice el Señor de los ejércitos: “Sean fuertes vuestras manos, vosotros que escucháis en estos días estas palabras de la boca de los profetas, los cuales hablaron el día en que se pusieron los cimientos de la casa del Señor de los ejércitos para la reedificación del templo. 10 “Porque antes de aquellos días no había paga para hombre ni paga para el ganado; y no había paz[i] para el que salía o entraba a causa del enemigo[j], y yo puse a todos los hombres unos contra otros. 11 “Pero ahora yo no trataré al remanente de este pueblo como en los días pasados” —declara el Señor de los ejércitos. 12 “Porque habrásimiente de paz: la vid dará su fruto, la tierra dará su producto y los cielos darán su rocío; y haré que el remanente de este pueblo herede todas estas cosas. 13 “Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré para que seáis bendición. No temáis, mas sean fuertes vuestras manos.”

14 Porque así dice el Señor de los ejércitos: “Tal como me propuse haceros mal cuando vuestros padres me hicieron enojar” —dice el Señor de los ejércitos— “y no me he arrepentido, 15 así me he propuesto en estos días volver a hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá. ¡No temáis! 16 “Estas son las cosas que debéis hacer: decid la verdad unos a otros, juzgad con verdad y con juicio de paz en vuestras puertas[k]17 no traméis en vuestro corazón el mal uno contra otro, ni améis el juramento falso; porque todas estas cosas son las que odio” —declara el Señor.

18 Entonces la palabra del Señor de los ejércitos vino a mí, diciendo: 19 Así dice el Señor de los ejércitos: “El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo y el ayuno del décimo se convertirán para la casa de Judá en gozo, alegría y fiestas alegres[l]. Amad, pues, la verdad y la paz.” 20 Así dice el Señor de los ejércitos: “Y será que aun vendrán pueblos y habitantes de muchas ciudades; 21 y los habitantes de una irán a otra, diciendo: ‘Vamos sin demora a implorar el favor[m] del Señor, y a buscar al Señor de los ejércitos. Yo también iré.’ 22 “Y vendrán muchos pueblos y naciones poderosas a buscar alSeñor de los ejércitos en Jerusalén y a implorar el favor del Señor.” 23 Así dice el Señor de los ejércitos: “En aquellos días diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán[n]el[o] vestido de un judío, diciendo: ‘Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.’”

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION


Jovenes Cristianos – UNA NUEVA GENERACION

Pasaje clave: Deuteronomio 1 al 3.

 

El pueblo estaba a un paso de cruzar el río Jordán y de entrar a Canaán. 40 años dieron vueltas por el desierto por problemas de desobediencia y rebeldía. Todos aquellos quejosos, incrédulos y rebeldes habían muerto. Ahora eran sus hijos (la nueva generación) quienes iban a cumplir el propósito de Dios de conquistar y habitar la tierra que Él les había prometido.

De los que habían salido de Egipto cuarenta años atrás solamente quedaban tres: Moisés, Josué y Caleb, pero solo dos de ellos cruzarían el río con la nueva generación.

El otro, el más anciano, aunque lleno de vitalidad y fuerzas, el que había dirigido (y soportado) al pueblo durante todos aquellos años, el que había recibido los mandamientos y las leyes de Dios, el que hablaba con Dios cara a cara como con un amigo, el que había sido fiel en todo, el que más de una vez había rogado por el pueblo para que no sea destruido, él moriría en aquel desierto en los próximos meses, sin poder disfrutar lo que más anhelaba: entrar a la tierra prometida.

Su mayor sueño, su deseo más grande no le sería concedido por Dios. Moisés le había pegado a la roca en vez de hablarle. Así de simple. Así de terminante. Se dejó llevar por la locura de los demás y perdió lo que más anhelaba tener. Le rogó a Dios pero la decisión ya había sido tomada: otro ocuparía su lugar (3:23 al 29).

Aún así, Moisés no se rebeló ni protestó contra Dios. Habiendo perdido lo que más anhelaba se mantuvo fiel a la decisión divina. No malgastó su tiempo echándose la culpa por su error ni enojándose contra otros. No se trató a sí mismo de fracasado por no poder entrar a la Tierra Prometida. Cometió un error, tuvo un fracaso, pero él no era un fracasado, todo lo contrario, había logrado con éxito la misión que Dios mismo le había encomendado 40 años atrás.

Y como sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida, tomó la decisión de invertirlo de la mejor manera. ¿Cómo? ¿Qué hizo? Muy simple: Le enseñó a la nueva generación.

Los aconsejó, los animó, les advirtió, les recordó, les dio todo lo que él había recibido de Dios. Toda la enseñanza, todos los mandamientos, todas las prohibiciones, bendiciones y castigos que Dios les había revelado en la Ley. Los desafió a creer, a obedecer.

 

 Los desafió a renunciar a sus viejos ídolos y a no llenar el corazón con ninguno nuevo. Los animó a ser conquistadores de todo lo que Dios había preparado para ellos. Los alentó a no vivir de recuerdos del pasado para que fueran capaces de disfrutar todo lo nuevo que estaba por llegar.

 

Es como si les dijera: “Lo que hicimos y vivimos antes pudo haber sido muy bueno, o muy feo, pero es mucho mejor lo que viene”. ¿Entiendes? Esta es una palabra para ti: Lo que viviste y vivimos hasta aquí pudo haber sido muy bueno, o regular o muy malo y triste, pero ya pasó. Lo que viene es muchísimo mejor. Aunque no llegue a ser como nosotros lo esperamos, será mejor, será más excelente, si le permitimos a Dios que nos sorprenda.

Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Números/Deuteronomio”

 

 

 

Por Edgardo Tosoni

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

Refugio

 

 

Samuel Langhorne Clemens, más conocido como Mark Twain, fue un escritor nacido en Florida, Misuri, Estados Unidos. Escribió obras muy exitosas como “El príncipe y el mendigo”, “Las aventuras de Tom Sawyer” y “Las aventuras de Huckleberry Finn.”

Todo comenzó en 1847, al cumplir los 11 años Mark dejó la escuela para comenzó a trabajar en la imprenta de un periódico local. Poco a poco llegó a cargos más importantes, a los 19 años, por primera vez, publicó en el mismo periódico algunas tiras cómicas y relatos de viajes. Pero no fue sino hasta 1876 cuando logró consolidarse como un escritor de renombre.

Los laureles lo perseguían por doquier y sus ingresos eran bastante altos. Sin embargo, toda esa fama nunca evitó que se enfrentara a diversos problemas, por ejemplo: Nunca fue un administrador eficiente y sus inversiones nunca dieron resultado haciendo que sufra grandes pérdidas, tuvo que enterrar a varios de sus seres queridos y al convertirse en un firme partidario de la abolición de la esclavitud, logró conseguir más enemigos y el abandono de muchos de sus amigos.

En esos momentos de pena y dolor, Mark se refugiaba en la lectura de libros de historia, filosofía y poesía. En algunos comentarios de su vida, él mismo reconoció que su pensamiento cambió y se desarrolló a lo largo de su vida con el apoyo de grandes escritores amigos.

Uno de estos comentarios escrito por él en un periódico local decía:

“Cuando terminé la lectura del libro “la Revolución Francesa” escrita por Carlyle en 1871, yo era semejante a la sociedad acomodad; cada vez que lo he vuelto a leer, veo todo de forma diferente. He sido influenciado y he cambiado, poco a poco, por la vida y el entorno, y ahora cojo el libro una vez más, ¡y reconozco que soy pobre! Pero no pobre debilucho o de poco carácter, sino uno fuerte.”

La revolución francesa fue el principio de muchas otras revoluciones que seguirán su ejemplo. Pero el relato de cada historia individual, de cada vida que participó en ella, fue lo que inspiraba Mark cuando ya no tenía fuerzas, cuando sentía que estaba al borde de la banca rota, cuando era invadido por la pena de cada familiar que enterraba, cuando los amigos lo abandonaban o cuando reciba amenazas por defender sus ideales. En esos momentos encontró refugio en las valientes historias que leía. Eran como un refugio.

Muchos libros a los largo de la historia motivaron a hombres de todas las clases sociales; desde los que leen en la comodidad de un escritorio, hasta los que hojean viejas paginas dentro de un calabozo. La fuerza que se encuentra en cada palabra puede cambiar el modo de pensar de quien hace suyas esas palabras.

Pero entre tantos libros escritos, la biblia se destaca por ser el único libro que continúa siendo actual con el paso del tiempo, sigue siendo moralmente correcta, literariamente exquisita y científicamente sin errores.

Por incontables generaciones, al hojear sus páginas y describir a Dios hablando entre cada escrito, el hombre no sólo han encontrado una motivo de inspiración, sino que han experimentado un cambio radical en sus vidas. En otras palabras: Sigue siendo el mejor refugio para quien necesita fuerza, dirección, libertad, ánimo y consuelo.

 

 

“Simón Pedro le contestó: Señor, ¿a quién podemos ir? Tus palabras son palabras de vida eterna.” Juan 6:68 Versión DHH

 

 

Héctor Colque
CVCLAVOZ