Lucas 21:5 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

 

 

Profecía sobre la destrucción del templo

 

 

Y mientras algunos estaban hablando del templo, de cómo[f] estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: En cuanto a estas cosas que estáis mirando, vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada. Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo sucederá[g]esto, y qué señal[h] habrá cuando estas cosas vayan a suceder? Y El dijo:Mirad que no seáis engañados; porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Cristo[i]”, y: “El tiempo está cerca”. No los sigáis. Y cuando oigáis de guerras y disturbios, no os aterroricéis; porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no sucederá inmediatamente.

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

 

Jovenes Cristianos – RENUNCIAR ¿A QUE?

Pasaje clave: Lucas 9.

 

 

 

Jesús siempre nos desafía a renunciar a algo (o a todo) para seguirlo a Él, porque a cambio, Él mismo nos equipa y nos bendice con cosas mejores. Mira cómo Jesús constantemente desafiaba a los demás a que “renuncien”:

1º. Alguien tenía 5 panes y 2 peces, ¿te imaginas a qué renunció? (vs.10-17). Correcto. Renunció a sus 5 panes y 2 peces (y a su propio egoísmo) para compartir y bendecir a otros. Dar rompe con nuestro egoísmo, con eso que nos hace decir “esto es sólo mío”. Y me imagino que habrá podido comer mucho más que 5 panes y 2 peces. ¿Cuánto sobró?

2º. Jesús los desafió preguntándoles abiertamente quién decían las personas que era él. ¿A qué habrán tenido que renunciar los discípulos? (vs.18-20, 26).

Me imagino que a la vergüenza, a sus propias ideas o a la opinión de la gente. ¿Tú qué piensas?

3º. Jesús mismo se pone como el máximo ejemplo de renuncia. ¿A qué renunciaría Jesús? (vs.21-22, 44).

4º. En los vs.23-25 Jesús enseña sobre la importancia de renunciar, utilizando dos expresiones: “negarse a sí mismo” y “tomar la cruz”.

Niégate a ti mismo.

¿Qué significa “negarse a sí mismo”?:

Renunciar a los egoísmos y abandonar los orgullos.
Renunciar a vivir a mi manera para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.
Renunciar a todo aquello que aunque no parezca malo puede alejarme de su camino o afectar negativamente mi vida.
Renunciar al apresuramiento en las decisiones importantes.
Renunciar a satisfacer sólo mis gustos personales ignorando las necesidades de los demás.
Renunciar al desgano, a la dejadez, al “mañana lo hago”.
Renunciar a “yo me las se todas y no necesito de nadie”.
Y toma tu cruz cada día.

¿Y esto qué quiere decir?

No tienes que llevar colgada una cruz en el cuello ni hacer el signo de la cruz cada vez que pasas delante de algún templo. No es eso. Tomar tu cruz cada día es decidirte a “crucificar” los orgullos, los egoísmos, los malos pensamientos, las malas palabras, el resentimiento, la falta de perdón, los deseos de venganza y todo pecado que quiera separarte del amor de Jesús.

Puedes orar así si lo deseas:

“Señor Jesús, te confieso mi pecado (menciona específicamente el pecado). Y en tu nombre renuncio a las mentiras con las que Satanás procura alejarme de tu amor. Me entrego de nuevo a ti. Te doy mis pensamientos, mis deseos, mis sentimientos. Te entrego mis gustos, mis ideas y sueños. Soy tuyo. Eres mi Señor. Y estoy dispuesto a que me guíes con tu verdad”.

 

 

 

Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Lucas”

Por Edgardo Tosoni

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

 

¿Alguien ha visto al niño?

 

 

Una anécdota cuenta que hace muchos años una familia europea muy rica iba a celebrar el primer cumpleaños de su pequeño niño en la sala de su enorme mansión.
Empezaron a llegar los invitados y a medida que lo hacían se iban quitando sus abrigos, los mismos que eran llevados al piso superior para colocarlos sobre una cama en uno de los dormitorios.
Cuando casi todos los convidados habían llegado, se aprestaron para dar inicio formalmente a la celebración. La institutriz corrió escaleras arriba buscando por todos lados y regresó con el rostro pálido, transformado por la desesperación: no podía encontrar al bebé por ningún sitio.
La búsqueda continuó por unos minutos que parecían siglos, hasta que alguien recordó haber visto al niño acostado en alguna de las camas bajo los abrigos de los invitados.
Era irónico: el principal objeto de la fiesta había sido olvidado y por poco destruido, pues se temía que el niño fuera encontrado asfixiado.
Muchas veces hacemos lo mismo en navidad, decoramos las casas de acuerdo a la época, compramos regalos, armamos arbolitos, cocinamos platos especiales y hacemos todo cuanto esté a nuestro alcance para tener una hermosa fiesta pero olvidamos al Niño. Con todos los afanes y preparativos, Jesús quien es el verdadero motivo de esta celebración, queda escondido y casi asfixiado por las cosas materiales.
Si bien muchos discuten acerca de la verdadera fecha del nacimiento de Jesús, lo importante es lo que recordamos hoy y lo que significó que Dios nos enviara a su único Hijo.
“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz”. Isaías 9:6 
No permitas que las cosas terrenales le arrebaten el lugar al verdadero motivo de la Navidad.

 

 

Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ