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Eclesiastés 6:7,9  La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

Hay un mal que he visto bajo el sol, y muy común entre[a] los hombres: un hombre a quien Dios ha dado riquezas, bienes y honores, y nada le falta a su alma de todo lo que desea, pero que Dios no le ha capacitado para disfrutar[b] de ellos, porque un extraño los disfruta[c]. Esto es vanidad y penosa aflicción. Si un hombre engendra cien hijos y vive muchos años, por muchos que sean sus años[d], si su alma no se ha saciado de cosas buenas, y tampoco halla sepultura, entonces digo: Mejor es el abortivo que él, porque en vano viene, y a la oscuridad va; y en la oscuridad su nombre quedará oculto. Además, no ha visto el sol y nada sabe; más reposo tiene éste que aquél. Aunque el hombre viva dos veces mil años, pero no disfruta de[e] cosas buenas, ¿no van todos al mismo[f] lugar?

Todo el trabajo del hombre es para su boca,
sin embargo su apetito no se sacia[g].
Pues ¿qué ventaja tiene el sabio sobre el necio?
¿Qué ventaja tiene el pobre que sabe comportarse entre[h] los vivientes?
Mejor es lo que ven los ojos que lo que el alma desea[i].
También esto es vanidad y correr tras el viento[j].

10 A lo que existe, ya se le ha dado nombre,
y se sabe lo que es un hombre:
no puede contender con el que es más fuerte que él.
11 Cuando hay muchas palabras, aumenta la vanidad.
¿Cuál es entonces la ventaja para el hombre?

12 Porque, ¿quién sabe lo que es bueno para el hombre durante su vida, en los contados días de su vana vida? Los pasará[k] como una sombra. Pues, ¿quién hará saber al hombre lo que sucederá después de él bajo el sol?

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocional – Su Mano, Su Espíritu
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Cristianos, Devocional Cristiano, Devocional Diario, Dios 0


Devocional Diario – Su Mano, Su Espíritu
Pasaje clave: 1º Crónicas 4:9-10. Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. 4:10 E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió.

Así es la mano de nuestro Padre celestial. Usted le dice: “¡Padre, por favor, haz esto en mí porque no puedo hacerlo solo! ¡Es demasiado grande para mis fuerzas!”. Y luego da un paso en fe para hacer y decir cosas que solo podrían venir de la mano del Señor. Después, en su espíritu hay un clamor: “¡Solo Dios hizo eso, nadie más! ¡Dios me llevó, me dio las palabras, me dio el poder, y es maravilloso!”

¡Nunca podría recomendar un modo de vida más alto y sublime en esta sorprendente dimensión sobrenatural!

El poder de Dios bajo nosotros, sobre nosotros, en nosotros y que surge a través de nosotros es exactamente lo que convierte la dependencia en inolvidables conocimientos y hábitos de plenitud. (2º Corintios 3:5-6a).

Tan trágico como pueda parecer, la mano del Señor rara vez la experimentan muchos cristianos maduros que no la echan de menos y, por tanto, no la piden. Escasamente saben que existe. Creen que es algo reservado para los profetas y los apóstoles, pero no para ellos. Conforme usted esperaría, cuando esos creyentes alcanzan el plano del fracaso seguro, tienden a llegar a la conclusión errada siguiente: “He ido demasiado lejos. Llegué al lugar equivocado. Y puesto que ya empleé y agoté todos los recursos que iba a tener, ¡necesito retirarme rápido!”

Por el contrario, Jabes estaba tan seguro que la mano de Dios sobre él era indispensable para bendecirlo, que no podía imaginarse una vida de honor sin ella. Miremos un poco más detalladamente el significado de su oración.

La “mano del Señor” es un término bíblico que expresa el poder y la presencia de Dios en las vidas de quienes conforman su pueblo (Josué 4:24; Isaías 59:1). En el Libro de los Hechos, los sucesos extraordinarios de la Iglesia Primitiva se atribuyeron a una cosa: “Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número que creyó se convirtió al Señor” (Hechos 11:21, LBLA).

Una descripción más específica en el Nuevo Testamento para la mano del Señor es la “llenura del Espíritu Santo”. El crecimiento y desarrollo de la iglesia da un testimonio poderoso, tanto sobre la necesidad como sobre la disponibilidad de la mano de Dios para realizar las obras y la voluntad divinas.

Consideremos la progresión natural desde más bendiciones para más territorio y para la necesidad de poder sobrenatural.

Cuando Jesús dio a sus discípulos la Gran Comisión (Mateo 28:19-20) no solo les dejó una gran bendición, sino también una tarea imposible. ¿Ir a todo el mundo para predicar? ¡Ciertamente cuando se ejecuta esa orden hay un desastre y muchas dificultades!

¡Después de todo, comisionó a cobardes tan poco dignos de confianza como Pedro, quien ya había demostrado que una criada junto al fuego en el patio del sumo sacerdote, le hizo decir que ni siquiera conocía a Cristo!

Pero cuando envió el Espíritu Santo (Hechos 1:8), Jesús tocó a esos creyentes comunes con grandeza, y les impartió su poder milagroso para diseminar el Evangelio. En efecto, se puede apreciar en el relato de Lucas que la expresión “llenos del Espíritu” a menudo se asocia con resultados y consecuencias: Hablaban con denuedo, confianza, conocimiento y valor (Hechos 4:13; 5:29; 7:51; 9:17).

Solo Dios al obrar a través de ellos pudo producir los milagros y las conversiones en masa que se vieron.

Cuando pidamos la presencia poderosa de Dios, como lo hicieron Jabes y la Iglesia Primitiva, veremos también milagros y efectos tremendos que solo se pueden explicar porque vienen de la mano del Señor.

De la Iglesia Primitiva me produce un gran impacto ver que esos cristianos continuamente buscaban ser llenos de Dios (Hechos 4:23-31). Se les conoció como una comunidad cuyos miembros pasaban horas y aun días en oración conjunta, que esperaban en Dios y clamaban por su poder (Hechos 2:42-47). Anhelaban recibir más y más de la mano del Señor, una plenitud espiritual y fresca con la llenura del poder de Dios que transformaría un fracaso cierto e inminente en un milagro haciendo posible la asignación extraordinaria que habían recibido.

Pablo exhortó a los cristianos de Éfeso considerar como prioridad el ser “llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:19). A fin de alcanzar esta meta, él oraba para que el Altísimo los bendijera y los fortaleciera “… con poder por su Espíritu en el hombre interior” (Efesios 3: 16).

¿Cuándo fue la última vez que su iglesia se reunió y suplicó la llenura del Espíritu Santo? ¿Desde cuándo usted no clama a Dios con toda regularidad y fervientemente: “¡Oh Señor, pon tu mano sobre mí! ¡Lléname con tu Espíritu!”

La diseminación tan rápida de las Buenas Nuevas en el mundo romano no pudo haber sucedido en ninguna otra forma.

Extracto del libro “La Oración de Jabes”

Por Bruce Wilkinson

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Ver más allá.

En una ocasión me encontraba angustiada porque mi situación económica estaba en crisis, debía pagar algunas cuentas pero no disponía de lo suficiente. Mi padre se había enfermado y me correspondía colaborar con el sustento del hogar, además de las responsabilidades que tenía que cubrir con mis estudios; parecía que el dinero no era nada. Mientras iba a mi trabajo con esta aflicción, observé una pareja de ancianos sacar bolsas de basura de los contenedores, seleccionando a un lado las hojas, botellas desechables y otros. Obviamente ellos no tenían la posibilidad de buscar empleo, por lo que, seguramente, vender estos desechos serían sus ingresos del día.

¿Cuántas veces te has sentido triste o angustiado por una dificultad? Cambiar de mirada hacia otros me permitió abrir mis ojos y observar que mi problema en realidad era demasiado pequeño a lado de ellos. A pesar de la situación económica ajustada que me encontraba, incluso podía apoyar a aquellos ancianos con alimentación.

Es posible que en estos momentos estés sufriendo por un problema, si fuera el caso, te invito a desviar tu mirada, deja de mirarte a ti y observa tú alrededor, busca personas necesitadas, están en los hospitales, en las cárceles o en la misma calle por donde te encuentras. Verás que en realidad deberías estar agradecido por todo lo que Dios te ha brindado, porque tienes más de lo que imaginas, incluso podrías brindar una mano.

Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? 1 Juan 3:17

Una forma de identificar “el amor” en tu vida, es la compasión y misericordia que tienes para el afligido y necesitado. En esta oportunidad te animo a ser generoso a pesar de lo que estés enfrentando, recuerda que lo que siembres vas a cosechar, si deseas recibir bendición, debes dar primero.

No olvides que ¡Dios bendice al dador alegre!

Shirley Chambi
CVCLAVOZ