http://unencuentroconlapalabra1.jimdo.com/

facebook un encuentro con la palabra

http://www.amigosporisrael.org/

 

1 Tesalonicenses 5:18 La Biblia de las Américas (LBLA)

Deberes prácticos de la vida cristiana

 

 

12 Pero os rogamos hermanos, que reconozcáis[i] a los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen[j] en el Señor y os instruyen[k], 13 y que los tengáis en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo. Vivid en paz los unos con los otros. 14 Y os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados[l], animéis a los desalentados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos. 15 Mirad que ninguno devuelva a otro mal por mal, sino procurad siempre lo bueno los unos para con los otros, y para con todos. 16 Estad siempre gozosos;17 orad sin cesar; 18 dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús. 19 No apaguéis el Espíritu; 20 no menospreciéis las profecías[m]. 21 Antes bien, examinadlo todocuidadosamente, retened lo bueno; 22 absteneos de toda forma[n] de mal.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 · 

REFLEXION

Las Oraciones No Respondidas
Publicado por: Devocionales en Devocionales 0

 

 

PEDÍS, PERO NO RECIBÍS (Santiago 4.3)
Según el pastor Jerry Sittser: ¿Qué pasaría si todas tus oraciones fueran contestadas? Pienso en mis primeros años, cuando estaba dispuesto a comerme el mundo, con Cristo o sin Él. El grupo que yo dirigía creció mucho, experimenté una gran ola de éxito, parecía que todo lo que tocaba se convertía en oro. Hasta que el ministerio se estancó y perdió impulso. Gracias a Dios que fue así, porque yo me había vuelto un arrogante insoportable, me había nombrado a mí mismo un experto. ¿Qué habría pasado si mis oraciones hubieran sido contestadas, nuestro grupo hubiera seguido creciendo y nuestro programa recibiendo cada vez más reconocimiento público?

El apóstol Santiago dice: “Pedís, pero no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites”. (Santiago 4:3). Hay ciertas oraciones que Dios no las va a responder porque es lo mejor para ti. Sittser sigue diciendo: “Tal vez tu causa sea buena, pero aun así tú no estás en buen espíritu; hay en ti manifestaciones de orgullo, regodeo en los triunfos, castigo de los que hacen algo mal con severidad excesiva y excusa de tu propio pecado. El mayor peligro de las personas que se embarcan en “una cruzada” es que se vuelven ciegos ante sus propias faltas. Luchan por los derechos humanos pero tratan a los conserjes como ciudadanos de segunda clase. Sostienen los cánones bíblicos de sexualidad pero demuestran poca misericordia hacia sus esposas”.

Las oraciones no contestadas son un regalo de Dios y nos protegen de nosotros mismos. Si Él respondiera todas nuestras oraciones, abusaríamos el poder, usaríamos la oración para cambiar el mundo a nuestro gusto y sería el infierno en la tierra. Como niños mimados con demasiados juguetes y demasiado dinero, querríamos más y más. Oraríamos por victoria a costa de otros, nos intoxicaríamos de poder dañaríamos a otras personas y nos exaltaríamos a nosotros mismos. Isaías dice: “El Señor esperará para tener piedad de vosotros” (Isaías 30:18 Reina Valera Antigua). Las oraciones no contestadas nos protegen, nos quebrantan, nos dan solidez y nos transforman. Las oraciones no contestadas del pasado, las cuales nos han dejado heridos y desilusionados, son como el fuego refinador que nos prepara para futuras respuestas.

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

Decídete

 

 

David Livingstone nació en Escocia el 19 de marzo de 1813 y murió al sur de África el 1 de mayo de 1873. Estudió medicina y con el tiempo, se convirtió en un misionero británico; es también considerado como una de las mayores figuras de la historia de la exploración. Durante sus viajes realizó estudios astronómicos, reestableció la cartografía africana e hizo informes de botánica, geología y zoología. También se distinguió por su lucha contra la esclavitud. Por todo ello, en Gran Bretaña fue considerado un héroe nacional.

Aunque todos esos elogios llegaron con el paso del tiempo, en un punto de su vida tuvo que tomar una decisión muy importante: obedecer o rechazar el llamado de Dios.

Al terminar sus estudios pensó en abrir un consultorio privado con otros compañeros de carrera, ganar su propio dinero, contraer matrimonio, vivir una vida de tranquilidad asistiendo a los servicios dominicales y servir en su iglesia en los ratos libres.

Pero todo cambiaría rotundamente en su vida cuando Dios comenzó a llamarlo para ser misionero.

Normalmente el llamamiento divino suele golpear fuertemente con prejuicios, conceptos, egos, ideas, estudios, filosofías, costumbres y, sobre todo, con la rutina cómoda a la que uno puede estar acostumbrado. Casi no puedo imaginar la fuerza que tuvo que tener el recién egresado Dr. Livingston para renunciar a ese brillante futuro en la medicina y mudarse a un lugar de pobreza en el continente africano.

El llamado de Dios siempre trae una crisis personal porque demanda un cambio, uno no puede quedarse estático si quiere caminar dentro de su voluntad. La obediencia puede costarnos renunciar a nosotros mismos y requiere una dependencia total.

Cambio y acción, son las palabras que definen la promesa escrita en la biblia para todos aquellos que quieran ser seguidores de Jesús: “Después les dijo a todos: Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame.” Lucas 9:23 versión Dios Habla Hoy 
El Dr. David Livingstone dijo antes de morir: “Lejos sea de mi considerar jamás la comisión del Rey de Reyes un sacrificio, en tanto que otros hombre estiman como un honor el servicio a gobiernos terrenos. Yo soy un misionero de corazón y alma. Dios mismo tuvo un único Hijo, y Él fue misionero y médico. Yo soy una imitación pobre, muy pobre, o quisiera serlo, pero en este servicio espero vivir. Aquí prefiero vivir. Todavía lo prefiero a las riquezas de la vida fácil. Esa es mi elección.”

Con el tiempo uno logra descubrir que la obediencia es un boleto para tener un encuentro personal con Dios como nunca antes y que vale la pena el sacrificio. Si aún no ha puesto todo bajo el Señorío de Cristo, es momento que decida negarse a sí mismo, cargar su cruz y seguirlo.

 

 

 

Héctor Colque
CVCLAVOZ