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1 Pedro 1:12  La Biblia de las Américas (LBLA)

La esperanza viva del cristiano

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, para obtener una herencia incorruptible, inmaculada, y que no se marchitará, reservada en los cielos para vosotros, que sois protegidos[c] por el poder de Dios mediante la fe, para la salvación que está preparada para ser revelada en el último tiempo. En lo cual os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas[d], para que la prueba[e] de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; a quien sin haberle visto, le amáis, y a quien ahora no veis, pero creéis en Él, y os regocijáis grandemente con gozo inefable y lleno de gloria[f], obteniendo, como[g] resultado de vuestra fe, la salvación de vuestras[h] almas. 10 Acerca de esta salvación, los profetas que profetizaron de la gracia que vendría a vosotros, diligentemente inquirieron e indagaron, 11 procurando saber[i] qué persona o tiempo indicaba el Espíritu de Cristo dentro de ellos, al predecir los sufrimientos de Cristo y las glorias que seguirían[j]. 12 A ellos les fue revelado que no se servían a sí mismos, sino a vosotros, en estas cosas que ahora os han sido anunciadas mediante los que os predicaron[k] el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas a las cuales los ángeles anhelan mirar[l].

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

 

REFLEXION

¿Por qué es tan difícil perdonar?

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ

Todos podríamos contar historias, de nuestras vidas, donde fuimos ofendidos por otros, puede tratarse de un vecino, compañero de trabajo, hermano o un amigo. Cuando esto sucede nos sentimos afectados emocionalmente, a veces es inevitable derramar algunas lágrimas y el dolor por aquello no desaparece fácilmente.

“¡Oh, qué difícil se vuelve perdonar a aquellas personas que nos lastiman!” “¿Cómo puedo perdonar si me ha lastimado tanto?” Son afirmaciones que muchos señalan a causa de un suceso doloroso.

En esta ocasión, queremos compartir una enseñanza sobre lo que Dios menciona acerca del perdón. En Mateo 6:14-15 (RVR 1960) dice: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; más si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” El Señor nos dice que debemos perdonar las ofensas de los otros, aunque nos lastimen fuertemente, porque de esto dependerá que recibamos el perdón del cielo.

Para que podamos entender la grandeza del perdón, el Señor nos invita a meditar en una historia de la Biblia: “Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.” Mateo 18:23-35 (RVR 1960)

Por consiguiente, me gustaría realizar un pequeño análisis para entender mejor lo que se había hecho con este siervo. En la historia observamos que diez mil talentos era la deuda que se había perdonado a este siervo; en la época del nuevo testamento un talento era la unidad monetaria de gran valor que equivalía a seis mil denarios. Lo que llama la atención es que un jornalero judío ganaba un denario por día, eso quiere decir que para ganar un talento el jornalero tendría que trabajar seis mil días que equivale a casi a 20 años de trabajo. Si un talento valía tantos años de trabajo, entonces, ¿Cuánto valía diez mil talentos? O sea, la deuda que tenía el siervo con el Rey era inimaginable, no podía ser pagada ni con toda su vida, pero el Rey lo perdonó.

Está parábola nos enseña una gran lección de perdón, nuestra deuda con Dios no podía pagarse, ni con nuestras vidas, pero Él nos perdonó. Cuántas veces hemos cometido pecados que nos avergüenzan mucho, que no nos atrevemos a contar a nadie, pero aun así cuando le pedimos perdón al Señor, nos perdona y tiene misericordia de nosotros. Por eso nos pide que perdonemos, así como Él nos perdona.

Entendemos que no es una tarea fácil y con gusto quisiéramos apoyarte, si presentas este problema, te pedimos que puedas comunicarte con nosotros.

Shirley Chambi

CVCLAVOZ

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

 

REFLEXION

¿Qué debemos considerar para cuidar nuestra mente?

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ

Por último, hermanos, piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza.

Filipenses 4:8 (DHH).

Es interesante comprender que nuestra forma de pensar va a determinar nuestras acciones y, por supuesto, nuestras emociones. Por esta razón Dios nos insta a que cuidemos lo que pensamos. Generalmente, es en situaciones conflictivas y de angustia donde somos más vulnerables para ser presa de pensamientos negativos y, por ende, acciones equivocadas.

Para cuidar nuestra mente es necesario filtrar lo que nos decimos a nosotros mismos, lo que los demás dicen de nosotros y lo que nuestro entorno nos transmite. Para comprender de mejor manera explicaré cada punto.

Nuestra primera lucha es contra nosotros mismos, la mayoría de las personas en situaciones de fracaso, en vez de alentarse así misma, se trata de forma grosera, con calificativos que en vez de ayudar producen mayor culpa y desánimo. Son esos pensamientos los que uno debe identificar y expulsar de su mente. Para ello debemos analizarlos a la luz de la Biblia y preguntarnos: ¿Concuerda lo que me digo a mí mismo con lo que Dios dice de mí? A pesar de que nos hayamos equivocado o cometido algún pecado, el Señor nos sigue viendo con amor y respeto, y es así como también debemos vernos. A partir de ahí tenemos que responsabilizarnos por nuestras acciones, si no hacemos esto es muy probable que nos volvamos cínicos o caigamos en la victimización.

Como segundo punto, no hay forma de impedir que hagan comentarios negativos hacia nuestra persona, eso es algo que no podemos evitar; lo importante es qué hacemos y qué actitud tomamos respecto a lo que se nos dijo. Cada uno de esos mensajes debemos filtrarlos y preguntarnos: ¿Lo que me dijeron aporta en mi crecimiento como persona? Si la respuesta es negativa, échalo a la basura donde corresponde.

El último punto se refiere a lo que el entorno nos transmite, hoy en día estamos bombardeados de mucha información. Esto nos debe llevar a ser muy rigurosos en filtrar lo que vemos y oímos. No podemos ser pasivos y aceptar todo lo que nos transmiten los medios, bien nos dice el proverbio: “El sabio tiene hambre de conocimiento, mientras que el necio se alimenta de basura.” Proverbios 15:14 (NTV). Recibamos contenido que nos edifica y nos ayuda en nuestro crecimiento, y aquello que nos produce angustia, depresión o nos contamina, debemos desecharlo y no dejar que se quede en nuestra mente.

Nuestro mejor filtro es la Palabra de Dios, al nutrirnos de ella comprendemos quiénes somos en el Señor, nos instruye cómo afrontar situaciones difíciles, nos transmite palabras de vida que nos ayuda en nuestra edificación y crecimiento. Por ello medita en ella todos los días y así protegerás tus pensamientos.

Neyda Cruz

CVCLAVOZ