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Tito 3:10 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

La base de la salvación

 

 

Recuérdales que estén sujetos a los gobernantes, a las autoridades; que sean obedientes, que estén preparados para toda buena obra; que no injurien a nadie, que no sean contenciosos, sino amables, mostrando toda consideración para con todos los hombres. Porque nosotros también en otro tiempo éramos necios, desobedientes, extraviados, esclavos de deleites y placeres diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, ysu amor hacia la humanidad, El nos salvó, no por obras de[a] justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino conforme a su misericordia, por medio del lavamiento de la regeneración y la renovación por el Espíritu Santo, que El derramó sobre nosotros abundantemente por medio de Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia fuésemos hechos herederossegún la esperanza de la vida eterna[b]Palabra fiel es ésta, y en cuanto a estas cosas quiero que hables con firmeza[c], para que los que han creído en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles para los hombres. Pero evita controversias necias, genealogías, contiendas y discusiones acerca de la ley, porque son sin provecho y sin valor. 10 Al hombre que cause divisiones, después de la primera y segunda amonestación, deséchalo, 11 sabiendo que el tal es perverso y peca, habiéndose condenado a sí mismo.

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

Dios Nos Consuela En Todo Momento


El Consuelo de Dios Y La Biblia

 

 

“…NOS CONSUELA EN TODAS NUESTRAS TRIBULACIONES…” (2 Corintios 1:3)

De todos los nombres con los que se le llama a Dios en las Escrituras, ninguno reconforta más que “el [que] nos consuela en todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 1:3-4). Fíjate, “en todas”. Eso significa que no hay excepciones ni límites para el consuelo de Dios, no importa lo horrorosas que puedan ser las circunstancias. El consuelo es un nombre de Dios y es parte de Su naturaleza; es la esencia de quién es y lo que lo que quiere hacer. Es imposible acercarse a Él y no ser consolado. Por el contrario, la falta de consuelo se debe a una ruptura de la conexión con Dios, generalmente a consecuencia de falta de fe. El consuelo viene por la fe. Puedes concebir intelectualmente que Él es el Dios de todo consuelo, pero no sentirte reconfortado porque dudas. Jesús le dijo al ciego que se le acercó para ser sanado que se hiciera conforme a su fe (Mateo 9:29).

No basta con “saber”, también hay que “creer” para poder recibir el consuelo. Los sentimientos le siguen a la fe, ¡y no al revés! Suponte que estás haciendo tu primer crucero transatlántico y que estás un poco nervioso por la seguridad del barco. El capitán te asegura que él es un experto veterano y que el buque es el último modelo y que está equipado con sistemas de comunicación y de seguridad modernos. Si, al igual que tantos cristianos, te niegas a creerle hasta que empieces a sentirte tranquilo, probablemente desembarques o pases el resto del viaje angustiándote innecesariamente. Pero si decides creerle al capitán, pronto sentirás que la ansiedad disminuye y estarás más cómodo. Hoy mismo, decide confiar en el “Capitán de nuestra salvación”, quien promete confortarnos “en todas nuestras tribulaciones” y recibirás el alivio que Él te da.

COMO MADRE QUE CONSUELA A SU HIJO, ASÍ YO OS CONSOLARÉ A VOSOTROS…” (Isaías 66:13 CST)

El Consuelo de Dios Y La Biblia

Cuando estés en apuros, recuerda:

1) El consuelo de Dios es auténtico.

¿Recuerdas estar triste o asustado de niño? ¿Y la sensación de seguridad que te daba que estuviera ahí tu madre? El consuelo de Dios es todavía más real que el de tu madre entonces. “Como madre que consuela a su hijo, así yo os consolaré a vosotros” (Isaías 66:13 CST). Dios se preocupa por ti más de lo que se preocupaba tu madre en tu infancia. “¿Puede una madre olvidar a su niño de pecho…? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! Grabada te llevo en las palas de mis manos…” (Isaías 49:15-16 CST). ¡Puedes contar con Dios cada vez que necesites ser reconfortado!

2) El Consolador vive en ti.

Cuando sufrimos, parece que Dios esté distante e inalcanzable, pero no es así. Jesús se preocupó de Sus ansiosos discípulos, tanto de los de entonces como los de ahora. “Y yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre” (Juan 14:16). El Espíritu Santo que mora en ti es más cercano que el aire que respiras. Está listo y dispuesto a consolarte y lo va a hacer. Algunas veces te recordará un verso de un himno, un renglón de un poema, una predicación que hayas oído, etc. Cuando sea así, créelo. Repíte las palabras: ‘¡El Dios que todo lo consuela vive permanentemente en mí!’.

3) Las Escrituras consuelan.

El apóstol nos recuerda “que, por la paciencia y la consolación de las Escrituras, [tenemos] esperanza” (Romanos 15:4). Cuando esté s cabizbajo, quizás no te apetezca leer la Biblia, pero hazlo de todos modos. Te traerá el consuelo que tanto necesitas.

 

 

 

 


Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

La roca

 

 

 

Cuenta una historia que después de un naufragio en una terrible tempestad, un marinero pudo llegar a una pequeña roca y escalarla, permaneciendo en ella durante muchas horas.

Cuando finalmente pudo ser rescatado, un amigo suyo le preguntó:

- ¿No temblabas de espanto por estar tantas horas en tan precaria situación, amigo mío?

- Sí, - contestó el náufrago- la verdad es que temblaba mucho; pero… ¡la roca no! Y esto fue lo que me salvó.No importa lo fuerte que sea la tempestad, si nuestro barco se hundió o si llevamos días esperando un rescate, lo cierto es que mientras permanezcamos en la Roca, nada podrá dañarnos.

Tu tempestad puede llamarse problemas financieros, familiares, de salud, sentimentales, crisis política y social en tu país, desastres naturales, etc.; sin importar de qué se trate, puedes estar seguro que ninguno de ellos te hundirá, no perecerás por muy fuertes que sean.

Aférrate a Dios, pon en Él tu confianza, porque es el único Refugio seguro que tendrás, es la Roca que no se mueve y te ayuda a mantenerte a salvo en medio de la tormenta.

“El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador; es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva, ¡mi más alto escondite!” Salmos 18:2 (NTV)

Al igual que el náufrago, puede ser que estés temblando de miedo pero no temas, si te refugias y permaneces en Dios, no habrán olas, ni viento ni ningún tipo de tempestad que te venza.

Deja de luchar con tus fuerzas, sostente de la Roca y refúgiate en Dios, permite que Él detenga el viento y calme las aguas, entrégale esa tormenta que te atemoriza; verás que Dios nunca falla.

 

 

 

Ana María Frege Issa 
CVCLAVOZ