1 Tesalonicenses 4:3

 

 

 

VUESTRA SANTIFICACION

 

 

 

Por lo demás, hermanos, os rogamos, pues, y os exhortamos en el Señor Jesús, que como habéis recibido de nosotros instrucciones acerca de la manera en que debéis andar[a] y agradar a Dios (como de hecho ya andáis), así abundéis en ello más y más. Pues sabéis qué preceptos os dimos por autoridad del[b] Señor Jesús. Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual[c]que cada uno de vosotros sepa cómo poseer[d] su propio vaso[e] en santificación y honor, no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios; y que nadie peque y defraude a su hermano en este asunto, porque el Señor es el vengador en todas estas cosas, como también antes os lo dijimos y advertimos solemnemente. Porque Dios no nos ha llamado a impureza, sino a[f] santificación. Por consiguiente, el que rechaza esto no rechaza a hombre, sino al Dios que os da su Espíritu Santo.

Mas en cuanto al amor fraternal, no tenéis necesidad de que nadie os escriba, porque vosotros mismos habéis sido enseñados por Dios a amaros unos a otros; 10 porque en verdad lo practicáis con todos los hermanos que están en toda Macedonia. Pero os instamos, hermanos, a que abundéis en ello más y más, 11 y a que tengáis por vuestra ambición el llevar una vida tranquila, y os ocupéis en vuestros propios asuntos[g] y trabajéis con vuestras manos, tal como os hemos mandado; 12 a fin de que os conduzcáis[h]honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada.

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

REFLEXION



10 candados que obstruyen la oración

 

 

 



1. Orar sin Conocer a Dios a Través de Jesús.

Juan 14:6: Jesús dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí».

2. Orar con un Corazón sin Arrepentimiento.

Salmo 66:18-19: «Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado; pero Dios sí me ha escuchado, ha atendido a la voz de mi plegaria».

3. Orar Para Hacer Alarde.

Mateo 6:5: «Y cuando oréis, no seáis como los hipócritas; porque a ellos les gusta ponerse en pie y orar en las sinago­gas y en las esquinas de las calles, para ser vistos por los hom­bres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa».

4. Orar en Forma Repetitiva, con Palabras Vacías.

Mateo 6:7-8: «Y al orar, no uséis repeticiones sin sentido, como los gentiles, porque ellos se imaginan que serán oídos por su palabrería. Por tanto, no os hagáis semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes que vosotros le pidáis»

5. Oraciones que no se Hacen.

Santiago 4:2: «No tenéis, porque no pedís».

6. Orar con un Corazón Concupiscente.

Santiago 4:3: «Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastarlo en vuestros placeres».

7. Orar Mientras Maltratas a tu Cónyuge.

1º Pedro 3.7: «Y vosotros, maridos, igualmente, convivid de manera comprensiva con vuestras mujeres [...] dándole honor como a coheredera de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no sean estorbadas».
8. Orar Mientras Ignoras a los Pobres.

Proverbios 21:13: «El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará y no recibirá respuesta».

9. Orar con Amargura en el Corazón hacia Alguien.

Marcos 11:25-26: «Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestras transgresiones. Pero si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos perdonará vuestras transgresiones».
10. Orar con un Corazón sin Fe.

Santiago 1:6-8: «Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor, siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos».

Extracto del libro “El Desafío del Amor”

Por Alex y Stephen Kendrick

devocionaldiario.org

 

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

 

 

 

 

REFLEXION

En manos del Padre

por Christopher Shaw

 

 

 



Los resultados de obedecer a nuestro llamado de proclamar las buenas nuevas no están en nuestras manos.
Versículo: Mateo 13 Leer versículo 

Jesús presenta ahora otra parábola, con un sentido muy similar al de la cizaña:

«Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red que, echada al mar, recoge toda clase de peces. Cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen lo bueno en cestas y echan fuera lo malo. Así será al fin del mundo: saldrán los ángeles y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes» (13.47-50).

La iglesia es llamada a vivir en fidelidad y santidad, aunque siempre existirán algunos que no tienen interés en las cosas de Dios.

En la primera parábola, el enemigo vino y sembró cizaña durante la noche, indicando un acto deliberado de sabotaje.

En esta parábola, sin embargo, la variedad de peces que caen en la red es el resultado del esfuerzo de los pescadores. 

Ellos no pueden controlar el resultado final de sus labores, pues es imposible limitar la pesca a una sola especie.

No existe maldad de parte de los pescadores.

Vemos, no obstante, que aun existiendo las mejores intenciones de nuestra parte, es imposible que nuestros esfuerzos arrojen resultados perfectos. 

Al compartir las buenas nuevas con los de nuestro alrededor siempre obtendremos un fruto «mixto». 

Entre aquellos que responden, asumiendo un genuino compromiso con Dios, también estarán los que «profesan conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan» (Tit 1.16).

Al igual que con la cizaña, esta parábola claramente señala que hay un tiempo determinado para la separación de los peces buenos de los malos.

Esta labor no es de los que hemos sido llamados a velar por el bienestar del pueblo de Dios. 

Los pescadores que se sientan a la orilla para separar los pescados, representan a los ángeles que, al fin del mundo, separarán a los justos de los malos. 

Mientras tanto, la iglesia es llamada a vivir en fidelidad y santidad, aunque siempre existirá un porcentaje de sus miembros que no tienen interés en las cosas de Dios, más allá de una experiencia religiosa superficial.

Podemos observar, también, que los pescadores no desesperan por los resultados de la pesca.

Las personas que se dedican a este oficio saben que esto es parte del trabajo.

No es posible, antes de la pesca, aislar la clase de pescados que deseamos atrapar.

Aun los medios más sofisticados de pesca siempre producirán redadas con una diversidad de pescados. No obstante, los pescadores persisten en su tarea, porque es una parte esencial de su existencia. 

Del mismo modo, nosotros hemos sido llamados a perseverar en la tarea de proclamar las buenas nuevas en un mundo de tinieblas.

Los resultados no están en nuestras manos y nuestra responsabilidad se limita a echar las redes a las aguas y juntarlas. 

Los de mayor discernimiento entre nosotros podrán indicarnos los lugares más propicios para efectuar la pesca, mas, en última instancia, será solamente por la gracia de Dios que logramos atrapar a los pescados. Esto es parte de la maravillosa aventura de trabajar a la par del Espíritu Santo.

Lea la conclusión que acompaña este grupo de parábolas, en versos 51 y 52. ¿Qué responsabilidad deja Cristo en manos de los discípulos?

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