Proverbios 2:18-19 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

 

La sabiduría protege del mal

 

 

Hijo mío, si recibes mis palabras,
y atesoras mis mandamientos dentro de ti,
da oído a la sabiduría,
inclina tu corazón al entendimiento;
porque si clamas a la inteligencia,
y alzas[a] tu voz al entendimiento,
si la buscas como a plata,
y la procuras como a tesoros escondidos,
entonces entenderás el temor[b] del Señor,
y descubrirás el conocimiento de Dios.
Porque el Señor da sabiduría,
de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia.
El reserva la prosperidad[c] para los rectos,
es escudo para los que andan en integridad,
guarda las sendas del juicio,
y preserva el camino de sus santos.
Entonces discernirás justicia y juicio,
equidad y todo buen sendero;
10 porque la sabiduría entrará en tu corazón,
y el conocimiento será grato a tu alma;
11 la discreción velará sobre ti,
el entendimiento te protegerá,
12 para librarte de la senda del mal,
del hombre que habla cosas perversas;
13 de los que dejan las sendas de rectitud,
para andar por los caminos tenebrosos;
14 de los que se deleitan en hacer el mal,
y se regocijan en las perversidades del mal,
15 cuyas sendas son torcidas,
y se extravían en sus senderos.
16 Ella te librará de la mujer extraña,
de la desconocida[d] que lisonjea con sus palabras,
17 la cual deja al compañero de su juventud,
y olvida el pacto de su Dios;
18 porque su casa se inclina hacia la muerte,
y sus senderos hacia los muertos[e];
19 todos los que a ella van, no vuelven,
ni alcanzan las sendas de la vida.
20 Por tanto andarás en el camino de los buenos,
y guardarás las sendas de los justos;
21 porque los rectos morarán en la tierra,
y los íntegros[f] permanecerán en ella;
22 pero los impíos serán cortados de la tierra,
y los pérfidos serán desarraigados de ella.

 

 

 

 


Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

Jóvenes Cristianos – RELACIONANDOME CON DIOS 2

 

 

La forma más directa de relacionarte con tú Papá celestial es por medio de la oración. Pero tienes que saber que hay, por lo menos, tres tipos de oraciones que Dios no recibe ni acepta.

¿Qué fue lo que los discípulos le pidieron a Jesús? (Lucas 11:1)
Pero lo primero que les enseñó Jesús fue cómo no debían orar…

1. ¿A quiénes no oye Dios? (Juan 9:31).

Dios no oye a los pecadores. Solamente oye a sus hijos. No podemos engañarlo con nuestras palabras, ni con nuestra apariencia religiosas porque Él conoce nuestro corazón.
¿Le pediste perdón a Jesús por tus pecados creyendo que Él murió y resucitó para perdonarte y salvarte? ¿Invitaste a Jesús a vivir en tu corazón?
Si tu respuesta es “sí”, tú eres un hijo de Dios y puedes hablar con Él con toda confianza. Él te oye, porque es tu papá y te ama.

2. ¿Cómo quién no tienes que ser cuando oras? (Mateo 6:5)

Oramos para aprender a confiar en Dios y para que El reciba toda la gloria. Pero los hipócritas oran para hacerse ver delante de los demás. A ellos no les interesa orarle a Dios. No oran para que Dios los oiga, sino para que las personas que los escuchan hablen bien de ellos. Esta manera de orar no sirve. Dios nunca les responde. “Oran” para escucharse a sí mismo.

3. ¿Qué es lo que no debes usar cuando oras? (Mt.6:7).

Las “vanas repeticiones” son frases sin significado repetidas una y otra vez, mecánicamente. Así oran los que no conocen a Dios (y muchos que sí lo conocen). Repiten y repiten y repiten un montón de veces las mismas palabras y frases pensando que serán oídos por repetir muchas veces lo mismo. Pero orar de ésta manera es inútil. Dios no necesita que le repitamos siempre lo mismo.

Mirá lo qué dice Jesús en Mateo 6:8.

¿Semejantes a quiénes no tenemos que ser? ¿Y por qué no tenemos que parecernos a ellos?

Dios es nuestro Papá celestial y Él sí nos oye y nos responde, porque Él nos ama y se interesa por nuestras vidas. Pero no tenemos que ser como los pecadores que hacen cualquiera y piensan que Dios los tiene que oír. No tenemos que ser como los hipócritas que oran para quedar bien delante de los demás. Y no tenemos que ser como los que usan vanas repeticiones. Dios no oye a nadie que ore de éstas tres maneras.
Dios sabe qué cosas necesitamos y cuáles no nos hacen falta ahora. Hablá con Él. Cuéntale lo que sientes. Vale la pena hacerlo.

 

 

 

 

(CONTINÚA…)

Por Edgardo Tosoni

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

 

Debemos perdonar

 

 

El perdón es uno de los actos más nobles que puede consumar una persona, aunque ha sido utilizado como recurso curativo. Se ha demostrado científicamente que perdonar resulta una eficaz medicina, reduce el dolor y permite una pronta restauración emocional.

El perdón es una voz de independencia respecto de aquel que nos mantiene encadenados a la amargura. Nos ayuda a reducir el resentimiento, el enojo y la irritación; sentimientos que desarrollan en la persona un sentido de culpa y ansiedad.

El perdón es una prueba de amor hacia nosotros mismos: quien se ama, perdona.

El doctor Frederick Luskin, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, en California, es fundador del Stanford Forgiveness Project, que estudia los efectos del perdón en el ser humano, afirma que perdonar nos libera para vivir a plenitud y con salud de mente, cuerpo y espíritu.

Como se ha descrito en líneas anteriores, el perdonar nos trae grandes beneficios a nuestra vida, no sólo a nuestra vida emocional o sentimental, también implica todo nuestro ser. El perdón es un arma poderosa para romper con todo aquello que quiere intoxicar y dañar lo que somos y lo que puede dañar nuestra relación con Dios.

No podemos negar que muchas veces, perdonar, puede ser difícil y hasta incomprensible por razones que consideremos propias; pero por lo que vimos y entendemos como hijos de Dios debemos perdonar a los que nos han ofendido o pedir perdón a aquellos que hemos lastimado.

Nuestro Señor nos da el máximo ejemplo en la cruz cuando dijo: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). A pesar de ser el agredido y de no tener culpa alguna, los perdonó; entonces cuánto más nosotros que hemos sido rescatados por su sacrificio y que conocemos de su gracia deberíamos practicar el perdón. En Mateo 18:21-22 “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”

Busca en Dios la fuerza para perdonar. Desea simplemente que Él haga desbordar de su amor tu corazón. Donde llega el amor, el odio es desalojado y si existe amor existirá perdón. Tal como lo hizo Jesús, no es imposible, sólo es cuestión de decisión.

 

 

 

 

 

Claudia Carvajal
CVCLAVOZ