Apocalipsis 11:16 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

La séptima trompeta

 

 

15 El séptimo ángel tocó la trompeta, y se levantaron grandes voces en el cielo, que decían:

El reino del mundo ha venido a ser el reino de nuestro Señor y de su Cristo[r]; y El reinará por los siglos de los siglos. 16 Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros y adoraron a Dios, 17 diciendo:

Te damos gracias, oh Señor Dios Todopoderoso, el que eres y el que eras[s], porque has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar[t]18 Y las naciones se enfurecieron, y vino tu ira y llegó el tiempo de juzgar a los muertos y de dar la recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.

19 El templo[u] de Dios que está en el cielo fue abierto; y el arca de su pacto se veía[v] en su templo[w], y hubo relámpagos, voces[x] y truenos, y un terremoto y una fuerte granizada[y].

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

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REFLEXION

Jovenes Cristianos – LA CARETA DE LA SANTIDAD

 

 

Pasaje clave: Levítico 10.

 

Después de que Dios terminó de explicarle a Moisés cómo debían ofrecerse las ofrendas (6:8 al 7:38), y después que Aarón y sus hijos fueran consagrados a Dios como sacerdotes y ofrecieran sus primeros sacrificios delante de Él (capítulo 9) sucedió algo inesperado. Algo que no debería haber sucedido nunca.

¿Qué hicieron Nadab y Abiú delante de Dios? (10:1).

Nadab y Abiú eran sacerdotes de Dios ¡pero solo en apariencia!

Ellos tenían todo el aspecto exterior de sacerdotes. Cualquiera que los miraba podía identificarlos fácilmente:

Pertenecían a la familia de los sacerdotes.
Habían sido escogidos y ungidos como sacerdotes
Vestían las túnicas blancas sacerdotales, símbolo de pureza y santidad.
Habían puesto sus manos sobre la cabeza del animal del sacrificio identificándose con él.
Ofrecieron ofrendas delante de Dios en el Tabernáculo.
¡Eran privilegiados entre todo el pueblo al poder servir a Dios! Podían hacer lo que millares del pueblo jamás llegarían a hacer. Ocupaban un lugar de honor y privilegio ¿quién podía dudar de ellos?

Pero el corazón de Nadab y Abiú no era santo. Ellos tenían toda la apariencia de la santidad pero no lo eran en absoluto.

Dentro del Tabernáculo de Dios ofrecieron un fuego extraño. Le ofrecieron a Dios un tipo de ofrenda que Él nunca les había mandado ofrecer. Probablemente, ambos estaban pasados de alcohol y quisieron “jugar a ser sacerdotes”. ¡Pobres tipos! No tuvieron en cuenta que Dios no juega con las cosas santas.

El final ya lo conoces.

Piénsalo.

 

¿Cómo estás viviendo?

 

 

¿Con apariencia de cristiano dentro de la iglesia o como un adolescente y joven auténticamente comprometido con Jesús aún fuera de las “blancas paredes“?

 

¿Estás ofreciendo delante de Dios las ofrendas que Él desea recibir: gratitud, confesión sincera de pecados, alabanza y adoración, sujeción a tus autoridades, oración, fe en su Palabra?

 

¿O tu ofrenda es un “fuego extraño” de desobediencia, de quejas y enojos, de pecados ocultos, de mezclar lo santo con el mundo, de apariencias?

 

¿Valoras el privilegio que tienes de ser un hijo de Dios y un sacerdote delante de Él?

 

¿Valoras el privilegio de poder servirlo?

 

¿Lo sirves con un corazón limpio y agradecido?

 

¿Renunciarías a tus “apariencias” para comprometerte totalmente con Él?

 

Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Éxodo/Levítico”

 

Por Edgardo Tosoni

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

Lo que puede hacer Dios

 

 

La crucifixión es un método antiguo de ejecución, donde el condenado es atado o clavado en una cruz de madera y dejado allí hasta su muerte. Esta forma de ejecución fue ampliamente utilizada en Roma.

La muerte de los sentenciados, en sus inicios, incluía el arrastrar un yugo de madera o su propia cruz sobre los hombros hasta el lugar de ejecución donde la víctima era flagelada; por lo general el instrumento que se usaba era un látigo corto con varias tiras de cuero sueltas o trenzadas, de largo diferente, que tenían atadas a intervalos bolitas de hierro o pedazos afilados de hueso de oveja.

Cuando los soldados romanos azotaban vigorosamente en la espalda de la víctima, las bolas de hierro causaban contusiones profundas, y las tiras de cuero con huesos de oveja cortaban la piel en los tejidos subcutáneos. Entonces, a medida que continuaban los azotes, las heridas se profundizaban hasta llegar a los músculos del esqueleto y producían sangrado interno.

La víctima también era desnudada y llevada a un monte alto para que todo el mundo viera su vergüenza al ser clavado en la cruz con los brazos estirados. Finalmente, si no morían en la crucifixión, se les quebraban las piernas para que no pudiera incorporarse y muriera irremediablemente por asfixia.

Hoy en día se cree que la muerte en una cruz podía suceder por múltiples razones, como shock hipovolémico debido a la hemorragia causada por los azotes y los clavos, o sepsis generalizada por las heridas infectadas. También podía suceder por la combinación de una serie de otras causas como deshidratación, insolación, cansancio crónico, que eventualmente podían llevar a un paro cardíaco, etc.

Pero no estamos tomando en cuenta la tremenda tortura emocional que significaba estar clavado en una cruz con los brazos sujetos y sin poder cubrir la desnudez.

Sin dejar de mencionar lo que provocaba verse en esa circunstancia delante de amigos y enemigos, padres y hermanos, extraños y conocidos, etc. Tampoco podemos negar que la tortura tenía la misión de atemorizar a todos los que observaban. Los romanos querían hacer ver la vergüenza y la tortura a la que se exponía cualquiera que se levante en contra de sus leyes.

Toda esta información sugiere que la cruz de madera debe representar perdición, vergüenza y muerte. Por ningún lado que mires, esta invención de tortura humana, puede ser considerada algo más que un símbolo de la degradación, maldad y perversidad humana.

Gálatas 3:13 dice: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero”
Jesús, Dios hecho hombre, tuvo su momento más débil al permitir que lo clavaran en una cruz, atravesando todos los flagelos mencionados, dejando que todo el mundo vea su desnudez y lo desfigurado que había quedado después de su tortura.
Ahora, al mirar la cruz, recordamos ese sacrificio y nos llena de esperanza, porque sabemos que Él murió para darnos vida. Pues precisamente, ese es el poder de Dios, que tomando un símbolo de muerte y de perdición, lo convirtió en uno de esperanza y de vida. Esta misma gloria mostrada en la cruz, es una lección del poder de Dios porque cuando algo está en sus manos, no importa lo que sea, puede convertirse para bien. Romanos 8:28 (RVR 1960)

Debe fortalecer nuestra vida ver como un símbolo que determinaba la muerte, en las manos de Dios, pudo convertirse en el camino a la vida.

¿Tienes algún problema que exceden tus fuerzas?

Escases, soledad, muerte, infidelidad, enfermedad, perdida, etc. En las manos de Dios todo eso se puede convertirse en eventos de esperanza y de vida, que te recordarán su fidelidad.

Si no estás seguro, sólo voltea y mira la cruz, lo que fue antes y lo que vino a ser hoy.

Apocalipsis 21:5 dice: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.” (RVR 1960)

 

 

Héctor Colque
CVCLAVOZ