http://unencuentroconlapalabra1.jimdo.com/

http://unencuentroconlapalbra.blogspot.com.co/

https://www.facebook.com/unencuentroconlapalbra

http://www.amigosporisrael.org/

 

Santiago 5:13 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

Exhortaciones varias

12 Y sobre todo, hermanos míos, no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni con ningún otro juramento; antes bien, sea vuestro sí[j], sí, y vuestro no[k], no, para que no caigáis bajo juicio.

13 ¿Sufre alguno entre vosotros? Que haga oración. ¿Está alguno alegre? Que cante alabanzas. 14 ¿Está alguno entre vosotros enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia y que ellos oren por él, ungiéndolo[l] con aceite en el nombre del Señor; 15 y la oración de fe restaurará[m] al enfermo, y el Señor lo levantará, y si ha cometido pecados le serán perdonados[n]. 16 Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración[o] eficaz del justo puede lograr mucho. 17 Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras[p], y oró fervientemente[q] para que no lloviera, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia y la tierra produjo su fruto.

19 Hermanos míos, si alguno de entre vosotros se extravía de la verdad y alguno le hace volver, 20 sepa[r] que el que hace volver a un pecador del error de su camino salvará su alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

NAAMÁN ERA UN GRAN HOMBRE PERO LEPROSO
Publicado por: Devocionales en Articulos Cristianos 0


NAAMÁN ERA UN GRAN HOMBRE PERO LEPROSO (2 Reyes 5:1 Biblia de las Américas)

Al considerar la historia de Naamán el leproso, comenzamos mirando su condición: “Naamán” general del ejército Era un gran hombre “pero leproso” (2 Reyes 5:1 Biblia de las Américas). A pesar de sus victorias pasadas y de sus honores presentes, tenía un problema oculto que no iba a quedar en secreto por mucho tiempo.

Si no hubiera tratado con él, éste habría acabado por destruirlo.

¿Te identificas? Tal vez hoy la vida te sonría. Te acabas de graduar en la mejor Universidad, tienes una buena familia, y has levantado una iglesia o un negocio, o ascendido a lo más alto de tu carrera. No obstante, para poder recibir una mayor bendición, Dios te va a forzar a que trates con una afección que se oculta por debajo de tu armadura.

Las personas excepcionales, en cualquier profesión o trabajo, pero sobre todo en el ámbito espiritual, son las que enfrentan el problema. Eso es precisamente lo que les hace diferentes, lo que les hace cruzar el puente entre la mediocridad y lo excepcional. Si no se presentaran obstáculos en su vida, siempre serían de los del montón. No estamos hablando de problemas insignificantes, sino de asuntos tan serios que no te dejan dormir, problemas enormes que te afligen el alma y temes que “acaben contigo”, eso por lo que oras en secreto. Es lo que no quieres que otros vean. Por ello, al igual que Naamán, llevas tu “coraza”, pero cuando estás solo, esa cosa te martiriza.

Debes entender que Dios enseña sus mejores lecciones en los valles de la vida. Ahí es donde aprendes a postrarte delante de él, llorando y quebrantado. Es donde oras: “Señor, no dejes que esto me destruya. Haz algo por el poder de tu Espíritu.” Hay buenas noticias: esa clase de oración trae liberación.

Naamán tenía un problema, uno muy particular. Al recordar su historia, Jesús dijo: “Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo, pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán” (Lucas 4:27). Es fácil creerle a Dios en algo que ya has visto que hizo antes. Pero Naamán no sólo sufría de lepra sino que no conocía a nadie que hubiera sido sanado. ¿Estás siendo probado hoy porque vives una situación singular en tu vida, tu carrera o tu matrimonio? ¿Te da temor hablar de ello porque no conoces a nadie que haya pasado por eso? Si es así, deja de centrarte en el problema y pon los ojos en Dios. Él no necesita ningún precedente para resolver tu problema. Recuerda, en Génesis hizo la tierra de la nada y ésta sigue dando vueltas hasta el día de hoy.

La Biblia dice que Naamán era “un gran hombre”, pero Dios le iba a transformar en alguien todavía más grande. Cuando Dios quiere que mejoremos, nos deja que pasemos por grandes trances que no tienen solución humana. Cuando quiere incrementar nuestra influencia, a menudo permite que nos enfrentemos a fuertes pruebas; de esa forma pasamos de ser impresionantes a realmente excepcionales. Pero cuando lo haga, ten cuidado. Una de las primeras preguntas que la gente hará será: ¿Cómo lo conseguiste? Comienzan a admirar tu estatus y tu armadura, cuando en realidad fueron tus aflicciones las que te llevaron a arrodillarte delante de Dios y permitirle que te hiciera la persona que eres ahora. Para llegar a ser excepcional, tienes que esforzarte por desarrollar una fe que cree que Dios hará lo imposible y que confía en su Palabra, aunque todo alrededor indique lo contrario.

Cuando Dios te dé una respuesta, no discutas con Él ni la racionalices. Haz lo que te pide “y el resultado será tu sanidad. El orgullo casi le cuesta la vida a Naamán. Cuando salió de la casa de Eliseo, estaba enojado porque el profeta no había salido a hablar con él en persona. En vez de eso, había mandado un “mensajero” para decirle que se lavara siete veces en el turbio río Jordán. ¿No hay ríos más limpios? preguntó Naamán, que lo tomó como un insulto. En ese momento, su criado le dijo: “Si el profeta te mandara hacer algo difícil, ¿no lo harías? ¿Cuánto más si sólo te ha dicho: Lávate y serás limpio?” (2 Reyes 5:13). Hoy Dios te está planteando la misma pregunta.

¿No merece la pena humillarte para poder ser sanado; confesar tu pecado, hablar con alguien de tus experiencias y pedir ayuda? ¿No merece la pena arriesgarse a la incomprensión de ciertas personas que no son parte del plan de Dios para tu vida? No dejes que tu reputación sea un estorbo a tu solución. No dejes que el enemigo te atraiga a otros ríos que no tienen el poder de sanar. Todo lo que necesitas es esa clase de fe que nos hacer parecer “estúpidos” por un tiempo, esa fe que hace que dependas de Dios cuando parece que a todo al mundo le va mejor que a ti. Vamos, sumérgete en el río de la gracia de Dios y sigue mojándote. Aunque te hayan insultado, aunque tu orgullo esté herido, aunque el proceso parezca no tener sentido, aunque hayas llegado al final de tus fuerzas y quieras rendirte, sigue sumergiéndote. Actúa en base a la Palabra que Dios te ha dado. Los milagros son para los obedientes, no para los que nada más se hacen ilusiones.

Antes de concluir nuestras reflexiones sobre la historia de Naamán, observemos dos cosas más:

1) Todos necesitamos ayuda.
No sólo los de baja posición social, sino también los de arriba. El ser un general con cinco estrellas no cuenta para nada si te estás muriendo de lepra. “Pero esa gente importante no va a escuchar a alguien como yo”, dices. Quizás no ahora, pero cuando las cosas se pongan difíciles, te sorprenderás de cómo escuchan. Tú pon todo tu empeño en servir con excelencia y en estar listo con respuestas para cuando llegue el momento propicio.

2) La mano de Dios está en ti para que ministres ahí donde te ha colocado.
La sanidad de Naamán se produjo porque alguien que lo conocía bien se dio cuenta de su problema y luego llevó a Dios a este general. Cuando Dios te pone cerca de alguien y te hace depositario de cierta información, lo hace para que puedas hablarle esa persona con lengua de sabios (Isaías 50:4).

Dios usó a una sirvienta que trabajaba en la casa para alcanzar a Naamán. ¿Qué habría pasado si ésta se hubiera rebelado en su trabajo y no hubiera hecho las camas ni lavado los platos? ¿O decidido, en vez, chismorrear del problema con otros? En este día tienes un papel que desempeñar en el plan de Dios. No se nos da el nombre del criado que le instó a Naamán a que se humillara y lavara siete veces en el río Jordán, pero fue la pieza clave en este proceso. Y tú también lo eres. Pocos atletas tienen tantos admiradores como la estrella de baloncesto Michael Jordan. Sin embargo cuando un reportero le preguntó por qué le gustaba que su padre asistiera a los partidos, respondió: Cuando él está allí, ¡sé que al menos tengo un fan! Todo el mundo necesita ser animado, y tú puedes hablar esa palabra que cambiará la vida de alguien.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Te invito a mi casa.

 

Aconteció también que un día pasaba Eliseo por Sunem; y había allí una mujer importante, que le invitaba insistentemente a que comiese; y cuando él pasaba por allí, venía a la casa de ella a comer. Y ella dijo a su marido:“He aquí ahora, yo entiendo que éste que siempre pasa por nuestra casa, es varón santo de Dios. Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él.” 2 Reyes 4:8-10 (RVR1960)

A los ojos de esta mujer sunamita, este hombre que pasaba frecuentemente por su casa, no era una persona más, reconocía en él algo diferente, al punto de definirlo como "varón santo de Dios". Y al poder ver esto, no se conformaba simplemente con que él "pasara", sino que su más íntimo deseo era que se quedase en su casa, que habitara con ellos, que comparta de lo cotidiano. Y para eso, ella preparó de lo mejor que tenía, para que Eliseo se sintiera cómodo al quedarse y finalmente así lo hizo.

Al igual que esta mujer sunamita, debiéramos anhelar la presencia de Dios, que podamos decir Señor te abro mi familia, habita en mi casa, que cada día en ella se respire tu presencia. ¿Valoras la presencia de Dios? ¿realmente lo buscas, tomas tiempo, te preparas para tener un encuentro con El?. Es que cuando estamos con El, hay cambios, encontramos respuestas, vencemos frente a la adversidad. Cuando realmente estuvimos con Dios, no podemos seguir igual.

Puede que uno llegue a un momento de oración cargado por las presiones, preocupado, en ansiedad, temor e incertidumbre, o tristeza, pero al estar con El, la carga se va, aparentemente la situación sigue siendo la misma, pero algo cambió, estuvimos con el único capaz de cambiar las circunstancias, el peso se quita de nuestras espaldas y somos renovados, hay nueva fe, un nuevo fervor para orar.

Siguiendo con el pasaje de la sunamita, en un momento Eliseo habla con su criado y pregunta, ¿qué podemos hacer por esta mujer? y él le contesta, no tiene hijos, es estéril y su esposo ya es viejo. Un panorama bastante complicado en apariencia, pero ahí el varón de Dios da su palabra:

“Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo. Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva. Mas la mujer concibió, y dio a luz un hijo el año siguiente, en el tiempo que Eliseo le había dicho.” 2 Reyes 4:16-17
Invitar la presencia de Dios a tu casa puede significarte que un imposible se haga realidad, que las puertas cerradas se abran, que una enfermedad de la cual la ciencia no tiene respuesta sea quitada. ¿Hay áreas estériles en tu vida?, invita la presencia de Dios a tu vida, deja que Dios renueve todo y te de la victoria.

 

 

Daniel Zangaro
CVCLAVOZ