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Juan 5:4 La Biblia de las Américas (LBLA)

Curación de un paralítico

 

 

 

Después de esto, se celebraba[a] una fiesta[b] de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, junto a la puerta de las ovejas, un estanque que en hebreo[c] se llama Betesda[d] y que tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos [e]que esperaban el movimiento del agua; porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y agitaba el agua; y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera. Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo[f]Cuando Jesús lo vio acostado allí y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo*: ¿Quieres ser sano? El enfermo le respondió: Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua es agitada; y mientras yo llego, otro baja antes que yo. Jesús le dijo*:Levántate, toma tu camilla y anda. Y al instante el hombre quedó sano, y tomó su camilla y echó a andar.

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

¿Cómo Sanar Las Relaciones Dañadas?
Publicado por: Devocionales en Preguntas y Respuestas Cristianas, Respuestas Cristianas 2 Comentarios

“ÉL SANA A LOS QUEBRANTADOS DE CORAZÓN Y VENDA SUS HERIDAS” (Salmo 147:3)

Es el “pan de cada día”. Tal vez, en lo que antes fue tu dulce hogar, ahora mismo haya expectativas irreales, infidelidad y promesas rotas, destruyendo así el sueño de amor y confianza para toda la vida. Gracias a Dios que Él es el que restaura las relaciones arruinadas y la confianza perdida. Cuando alguien a quien amas se siente herido/a,

(1) da tiempo al tiempo.
La sanación es un proceso, no un acontecimiento. Las heridas del corazón se curan muy lentamente. Quizás pienses: ‘Pero he pedido perdón una y otra vez. ¿Cuánto tiempo va a pasar hasta que lo deje y otra vez comience a confiar en mí?’. ¡Tardará lo que tarde! Exigir de la otra persona que se sane cuando tú lo digas, sólo atrasará el proceso. ‘Pero si realmente me perdonase, ella no seguiría recordándomelo’. No lo tomes así. Cuando tu ser querido pueda mencionarlo sin que te incomodes, la sanidad ocurrirá más rápido.

(2) no esperes que las cosas sean “normales”, por ahora.
No lo serán, y eso es normal. ¿Has notado cómo a veces proteges una extremidad dañada contra los porrazos y los golpes automáticamente? Es una reacción natural e instintiva. El hecho es que quien causó el dolor puede estar listo para “la normalidad”, pero ahora mismo, para la persona herida, “normal” se ve como una situación demasiado vulnerable. Cuando aminores tus expectativas y la des espacio, acelerarás y promoverás el proceso de “cicatrización”.

(3) recuerda que las personas se sanan a distinta velocidad.
El Señor dijo que hay “…tiempo de llorar y tiempo de reír… tiempo de abrazar y tiempo de abstenerse de abrazar…” (Eclesiastés 3:4,5b). Sé sensible, y deja que Dios te enseñe paciencia y crecimiento mientras des tiempo a tu ser querido para sanarse.

“HE OÍDO TU ORACIÓN, HE VISTO TUS LÁGRIMAS Y VOY A SANARTE…”

(2 Reyes 20:5b)
Simplemente estar sentado esperando que la sanidad ocurra, no ayudará, sólo alargará el proceso. Lo que mueve las cosas hacia delante es el trabajar para convertirte en una influencia positiva. Si quieres ayudar a alguien:

(a) escucha.
Cuando tu ser querido necesita hablar, escúchalo sin tratar de defender, explicar, racionalizar o disculpar tu comportamiento. No trates de corregir sus “percepciones equivocadas” o de disminuir su dolor minimizándolo.

(b) valida.
No le digas: “No deberías sentirte así”. Cuando las personas hablan de su dolor, a menudo están haciendo la labor necesaria para ser sanadas. Al hacerles saber que sus sentimientos son legítimos en vez de hacerles sentirse débiles o ridículos, les permites tratar sus emociones negativas.


(c) pide disculpas.
¡sí, otra vez! Quienquiera que haya dicho: “Ser amado significa nunca tener que decir: ‘lo siento’”, no sabía mucho acerca de relaciones humanas, porque toda disculpa genuina favorece la sanidad. Un sincero “lo siento” es medicina para un alma herida. Así que, ponlo en práctica hasta que ya no sea necesario; tu ser querido te hará saber cuándo haya llegado ese momento.

(d) repara.
Ofrécete a ayudar a reparar el daño que has causado: “Sé que te he herido, y quiero saber de verdad lo que puedo hacer para ayudar a curar el daño”. Dichas genuinamente, estas palabras arreglan las cosas y te hacen parte de la solución, no sólo causa del problema.
Dios dijo: “He oído tu oración, he visto tus lágrimas y voy a sanarte…” (2 Reyes 20:5b) y cuanto más pronto te comprometas activamente en promover el proceso sanador, tanto más pronto saldrás del “banquillo de los acusados” y volverás al “campo de juego”.
“…YO HARÉ VENIR SANIDAD PARA TI…” (Jeremías 30:17)

Sanar una relación involucra riesgo y esfuerzo compartidos, sin que haya plena garantía de que no vaya a haber dolor durante el proceso. Tengo que confiar que finalmente tú me perdonarás y que dejarás atrás la ofensa, y tú tienes que creer que yo soy sincero en querer cambiar. Restaurar relaciones heridas es un trabajo para los dos: el tuyo es trabajar en confiar en mí de nuevo y el mío es de proveerte con evidencias de que puedes fiarte de mí. Cuando hacemos esto, nos invitamos mutuamente a trabajar en ello, a animarnos el uno al otro y a acortar la distancia que nos separa. Hacer que una relación funcione significa que hay opciones verdaderas y positivas y que los dos os comprometéis a ellas.

Si tu traición causó las heridas, puedes hacer tu propio trabajo más fácil haciéndote más responsable. Cuando mantengas voluntariamente a tu esposo/a al tanto de tus quehaceres, sin que él/ella tenga que interrogarte, ascenderás de ser el tipo ruin a un miembro del equipo hecho y derecho, siguiendo un plan de juego mutuo para que ambos podáis ganar. Si haces un compromiso de introspección, también evitarás el resentimiento que puedas sentir al ser vigilado constantemente. En otras palabras, le quitarás el trabajo sucio de tener que controlarte y te ahorrarás la humillación de sentirte bajo el microscopio continuamente.

Por otra lado, si tú eres la persona que está herida, puedes aliviar el trabajo de tu cónyuge haciéndole saber que aprecias vuestra relación lo suficientemente como para querer hacerla funcionar, poniendo de tu parte. Dile que valoras sus esfuerzos. Cuando el enfoque principal de ambos es la restauración de la relación y se incluye a Dios Quién dijo: “Yo haré venir sanidad para vosotros” (cfr. Jeremías 30:17), ¡ocurrirá!

 

 

 

 

 

 

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REFLEXION

La verdadera necesidad espiritual

Isaías 9:6-7 dice: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” versión Reina-Valera 1960

Es una de entre las tantas profecías que fueron dadas a los profetas del antiguo testamento en la que Dios anunciaba que enviaría a un libertador para su pueblo y para el mundo. Sin embargo, los judíos de la época comenzaron a formarse una idea que no estaba acorde a los planes que tenía Dios.

Recordemos que después del reinado de Salomón vino una guerra civil que terminó por dividir a Israel: Por un lado Judá y Benjamín, y por el otro, el resto de las tribus de Israel. Pasó el tiempo e Israel fue conquistado por el imperio Asirio y después Judá cayó en manos de Babilonia, reinado en ese entonces por el rey Nabucodonosor.

Babilonia había alcanzado un esplendor único entre todas las naciones, pero como todo reino fuerte, el paso del tiempo lo debilitó dando lugar a otra nación que por aquellas épocas se erguían como una potencia conquistadora arrasando con todo lo que encontraba a su paso. Los Romanos se convertían en los nuevos dueños de Europa y en consecuencia, un nuevo dominio sobre el pueblo Judío.

Desde la división de Israel comenzó una seguidilla de tragedias, es cuando llegó un punto en el que se empieza a predicar un mensaje: Ellos creían que Dios vendría a liberarlos de los Romanos y de cualquier otro imperio que quiera oprimirlos. Pero en los pensamientos de Dios estaba derrotar a un enemigo mucho más grande y peligroso.

La victoria de Jesús en la cruz del calvario es absoluta sobre la muerte, sobre todo el reino de las tinieblas y constituye el milagro más grande de todos: conceder el acceso libre al reino de los cielos a quien acepte su necesidad de Él.

Ver su situación física como la prioridad provocó que desviaran la mirada de ver la verdadera necesidad espiritual que tenían.

No cometamos el mismo error. La salvación de Dios va mucho más allá de cualquier situación física que podamos atravesar; las deudas, las adicciones, los matrimonios casi destruidos, una economía mala, la pérdida de una trabajo y todo problema que haya sido producto de nuestras malas decisiones, puede continuar ahí después reconocer nuestra necesidad de Dios y de aceptar su salvación.

¿Eso quiere decir que Dios no nos ayudará con los problemas que tenemos? De ninguna manera. La salvación es un regalo, todo lo demás es el fruto de nuestra fidelidad. Cualquier bendición física, palpable o notoria a simple vista, es reflejo de una victoria espiritual.

Jesús vino para salvarnos de algo mucho más peligroso y terrible que cualquier amenaza física imaginable, esa liberación espiritual representa el principio del cumplimiento del resto de las promesas escritas en la biblia. 
No apartes tus ojos de tu necesidad espiritual, enfócate en ello porque como ya dijimos; las bendiciones físicas son reflejo de las victorias espiritual. Nunca funciona al revés.

Proverbios 8:35 “Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová.” Versión Reina-Valera 1960

 

 

 

Héctor Colque
CVCLAVOZ