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Lucas 2:36-38 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

Jesús presentado en el templo

 

 

22 Cuando se cumplieron los días para la purificación de ellos, según la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor 23 (como está escrito en la Ley del Señor: Todo varon que abra la matriz[h] sera llamado santo para el Señor)24 y para ofrecer un sacrificio conforme a lo dicho en la Ley del Señor:un par de tortolas o dos pichones25 Y[i] había en Jerusalén un hombre que se llamaba Simeón; y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. 26 Y por el Espíritu Santo se le había revelado que no vería la muerte sin antes ver al Cristo[j] del Señor. 27 Movido por[k] el Espíritu fue al templo. Y cuando los padres del niño Jesús le trajeron para cumplir por El[l] el rito de la ley, 28 él tomó al Niño[m] en sus brazos, y bendijo a Dios y dijo:

29 Ahora, Señor, permite que tu siervo se vaya
en paz, conforme a tu palabra;
30 porque han visto mis ojos tu salvación
31 la cual has preparado en presencia de todos los pueblos;
32 luz de[n] revelacion a los gentiles,
y gloria de tu pueblo Israel.

33 Y los padres del niño[o] estaban asombrados de las cosas que de El se decían.34 Simeón los bendijo, y dijo a su madre María: He aquí, este Niño ha sido puesto para la caída y el levantamiento[p] de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción 35 (y una espada traspasará aun tu propia alma) a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones. 36 Y había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ella era de edad muy avanzada[q], y había vivido con su marido siete años después de su matrimonio[r]37 y después de viuda, hasta los ochenta y cuatro años. Nunca se alejaba del templo, sirviendo noche y día con ayunos y oraciones. 38 Y llegando ella en ese preciso momento[s], daba gracias a Dios, y hablaba de El a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALBRA

REFLEXION

No Seas Tan Crítico – La Critica Y La Biblia
Publicado por: Devocionales en Articulos Cristianos 0

 

 

“HEMOS OBRADO NECIAMENTE Y… HEMOS PECADO” (Números 12:11 LBLA)

Cuando María criticó a su hermano Moisés por la mujer que había elegido, el Señor lo oyó y ella fue castigada con lepra. Quizás te criaste en una familia que siempre le encontraba faltas a todo y ahora tú usas el mismo tono para hablar a tus hijos. No disfrutas de las bendiciones de Dios porque has sido programado para inspeccionar, encontrarle “tres pies al gato” y formarte una opinión de las cosas (por lo general negativa). La Biblia dice: “El que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar el mal…” (1 Pedro 3:10 NVI). La definición del vocablo “crítica” —Enjuiciar las supuestas faltas de otro sin ningún beneficio para la persona objeto del comentario— debería hacerte reflexionar.

Primero, tenemos la palabra “supuestas”. A veces tus percepciones no son correctas porque existen circunstancias que desconoces. Luego tenemos el término “enjuiciar”. Tendemos a ir por la vida analizándolo todo y diciendo ‘Eso no está bien’ o ‘Yo no lo haría así’. Quizás en tu defensa alegues que eres una persona analítica y que Dios te hizo así. No hay nada malo en ser así; el problema viene cuando decides “enjuiciar” tus observaciones, cuando no eres capaz de ver las cosas con objetividad. A lo mejor te preguntas:

‘¿Cómo voy a ayudar a alguien si no enjuicio lo que hace?’ La respuesta nos la da la última parte de la definición “sin ningún beneficio para la persona”. No está mal señalar las faltas de alguien mientras no lo hagas erigiéndote en juez y mientras tu propósito sea ayudarle a buscar una solución. ¿Y está bien consultar el asunto con un tercero? Solamente si acabas la conversación diciendo: ‘Oremos al respecto, guarda la confidencia e intenta ayudar’.

“…QUE REFRENE SU LENGUA DE HABLAR EL MAL…” (1 Pedro 3:10 NVI)
Dios disciplinó a Moisés por algunos de los errores que cometió. De hecho, uno de ellos le impidió ver la Tierra Prometida. A pesar de eso, Dios no permitió que nadie lo criticara; ni siquiera su hermana María. ¿Qué podemos aprender de esto?

1) Todos somos capaces de albergar una actitud crítica.
María tenía grandes cualidades. Había salvado la vida de Moisés cuando este era un bebé y compuso un cántico de alabanza que el pueblo de Israel entonó para celebrar el cruce del Mar Rojo. Pero pagó un precio muy alto por su actitud crítica: la lepra.

2) Cuando estás resentido te vuelves crítico.
“María… [habló] contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado…” (Números 12:1). ¿Era ese el problema? No. “Decían: «¿Solamente por Moisés ha hablado el Señor? ¿No ha hablado también por nosotros?»…” (Números 12:2). El asunto de la esposa de Moisés no era más que una excusa; el verdadero problema era su prestigio ante el pueblo. Su queja era: ‘¿Por qué es solo Moisés el centro de atención?’

3) Siempre que triunfes serás criticado.
La Biblia afirma que “Moisés era un hombre muy manso…” (Números 12:3), pero ni siquiera él pudo escapar al sufrimiento infligido por sus detractores. Y tú no eres distinto; mientras vivas alguien va a poner faltas a lo que haces. No le des importancia y sigue tu camino.

4) Si has sido tú quien ha criticado a otros, debes arrepentirte.
Cuando Aarón reconoció que “…locamente hemos actuado y hemos pecado…” (Números 12:11), Dios manifestó Su misericordia y sanó a María. Muchos clasifican la crítica como una mera debilidad, pero desde la perspectiva divina es un pecado en toda regla. Y no hay más que una forma de tratar con él: arrepentirse y no volver a cometerlo.

“…[DELEITAOS] AL [HONRAROS] MUTUAMENTE…” (Romanos 12:10 NTV)

Tener una actitud crítica tal vez no rompa tu relación con Dios, pero dañará tu capacidad de disfrutar de Su amor, Su presencia y Su bendición. Fíjate que fue Dios quien le afligió con lepra a María. Esta empezó criticando a su hermano Moisés y acabó sufriendo las consecuencias en su relación con el Señor. ¿Por qué lo hizo así Dios? Porque le da mucha importancia a cómo nos tratamos los unos a los otros. Si no entiendes por qué Dios le presta tanta atención a algo aparentemente tan pequeño, el motivo es que cuando decides pecar, decides sufrir. Todo lo que Dios clasifica como pecado te perjudica; ¡todo! Cuando Dios dice ‘No’ a algo, lo que realmente está diciendo es ‘No te perjudiques’. Y cuando te pide que no critiques no te está robando la satisfacción de hacerlo sino que te avisa de que tener una actitud crítica va en contra de la identidad y del llamado que Él te ha dado.
Así como los peces fueron creados para nadar y los pájaros para volar, tú fuiste creado para vivir en una relación armoniosa con Dios, y el espíritu crítico entorpece esa comunión. Hasta las personas que no son necesariamente religiosas reconocen los efectos negativos de la crítica. El doctor David Fink, autor de Release from Nervous Tension (Liberarse de la tensión nerviosa), estudió a miles de pacientes con problemas mentales y emocionales. Trabajó con dos grupos: uno de personas muy estresadas y el otro con personas más tranquilas. Enseguida se vio claro un hecho: El grupo estresado estaba compuesto de individuos que continuamente encontraban faltas en los demás y que criticaban a todos y a todo lo que les rodeaba. Las personas del otro grupo, por el contrario, eran cariñosas y aceptaban a la gente. No queda lugar a duda, la costumbre de criticar es un modo de vivir autodestructivo. ¡No vivas así!

“… SI… ESTUVIERA TRATANDO DE AGRADAR A LOS HOMBRES…” (Gálatas 1:10 LBLA)

Otras observaciones importantes:

1) La crítica suele ser un problema de ego.
Oswald Chambers escribió: “Cuidado con cualquier cosa que te haga sentir superior. Porque eso es exactamente lo que hace la crítica: te coloca en un pedestal, como aquel que “lo sabe todo”. Y no solo eso, te da la satisfacción de mirar con lupa a los demás. A la gente le cuesta mucho más percibir tu buen ejemplo si se sienten objetos de mira por tu parte. Cuando vives así, es como si dijeras: ‘Si no puedo triunfar en este mundo por lo que hago, lo haré señalándote cómo deberías hacer tú las cosas”. Escribe Santiago: “…Esto no debe ser así” (Romanos 12:10).

2) La crítica causa gran daño emocional.
Imagínate cómo se habrá sentido Moisés cuando de repente se le enfrentaron su hermano y su hermana. Dado que las personas más allegadas a nosotros saben las intimidades de nuestra vida siempre somos más vulnerables a sus ataques. Tal vez al leer estas palabras vuelva a sonar en tu mente la voz de tu crítico más acervado: un padre o una madre que constantemente te rebajaba, con mensajes como ‘Nunca has sido bueno para nada’ o ‘Nunca llegarás a ninguna parte’.

3) ¿Cómo deberías reaccionar ante la crítica?
Pablo responde: “Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo” (Gálatas 1:10 LBLA). En lugar de escuchar a tus detractores, fíjate únicamente en lo que Dios piensa de ti y tu vida tomará una trayectoria ascendente. Al fin y al cabo la única opinión que cuenta es la del Señor.

“…TÚ, ¿QUIÉN ERES PARA QUE JUZGUES A OTRO?” (Santiago 4:12)

A nadie le gusta pasar tiempo con alguien que monopoliza la conversación poniéndole al día de su lista “top ten” de personas a criticar. Más vale quedarse en casa viendo películas antiguas que acudir a esas reuniones. Es duro aceptarlo, pero las personas que más necesitas son aquellas que te evitan si eres alguien que apunta las faltas de los demás. A veces la crítica es involuntaria y espontánea; en otra circunstancia, dirigido por el Espíritu de Dios y centrándote en lo que es positivo, nunca habrías dicho esas cosas. Fíjate en lo que expresó Aarón: “…Hemos obrado neciamente…” (Números 12:11). No intentó defender su postura diciendo ‘Es verdad, Moisés se casó con la mujer equivocada’, o ‘Nosotros también tendríamos que estar al frente’. No; reconoció su error, se arrepintió y cambió de actitud. Y tú debes hacer lo mismo. ¿Por qué? Porque la crítica bloquea el canal por donde fluye la bendición de Dios en tu vida.

Oswald Chambers escribió: “Con una actitud crítica es imposible entrar en comunión con Dios”. Pregúntate: ‘¿Merece la pena perder la presencia de Dios por el alivio momentáneo que siento al criticar a otros?’ Para volver a recuperar el sentir de Su presencia tienes que confesar tu pecado, despojarte de tu actitud crítica y sustituirla por una de misericordia y amor. En este día, ponte de rodillas y ora:

‘Señor perdóname por pensar que mi perspectiva siempre es la correcta. Reconozco que eso es arrogancia. Dame gracia para tratar con los demás; la misma gracia que he recibido de ti. Ayúdame a aceptar las diferencias en los demás y no exigir que todo el mundo vea las cosas como yo. Dame victoria sobre mi actitud crítica. En el nombre de Jesús. Amén’.

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALBRA

REFLEXION

Su Provisión

 

 

En cierta ocasión el Dr. Grenfell contó la historia de un viejo pescador, rico en fe, que era “dado a la hospitalidad”. Tenía setenta y tres años y había alimentado a muchos durante los inviernos duros, y cuando las cosas se hicieron excepcionalmente difíciles, este anciano de fe sacó doce billetes de cinco dólares, manoseados y sucios, como último recurso. Este dinero, todos sus ahorros, los entregó al misionero para que comprara alimento para sus vecinos necesitados. El Dr. Grenfell dijo:

- Usted está envejeciendo y no debería quitarse los últimos recursos que posee.Entonces el curtido pescador, que había pasado por muchos peligros, contestó:

- Él tendrá cuidado de mí doctor; tengo la impresión de que puedo tener confianza en Dios. No estaría bien retener estos sesenta dólares y enviar a la gente hambrienta a sus casas, ¿verdad? Si así lo hiciera, sería como que yo no tengo mucha confianza en Él.Humanamente siempre tendemos a guardar, a acumular bienes y riquezas considerando que pueden venir días malos y, sin duda alguna, el ser previsores no está mal, por el contrario, pero amar el dinero y aferrarnos a él no nos permite poner en práctica nuestra confianza en Dios y ver su cuidado y provisión.

Si tienes para dar, para compartir, no dudes en hacerlo, no temas al mañana, confía en que Dios proveerá para cada una de tus necesidades.
“No amen el dinero; estén contentos con lo que tienen, pues Dios ha dicho: Nunca te fallaré. Jamás te abandonaré” Hebreos 13:5 (NTV)

Ser prudentes y guardar para el día malo es muy sabio, pero cuando empezamos a amar las riquezas y bienes materiales más que a Dios y confiamos en nuestra capacidad y posesiones más que en nuestro Padre, estamos yendo por mal camino.

Recuerda lo que dice Lucas 6:38 “Den, y recibirán. Lo que den a otros les será devuelto por completo: apretado, sacudido para que haya lugar para más, desbordante y derramado sobre el regazo. La cantidad que den determinará la cantidad que recibirán a cambio”. (NTV)

Date la oportunidad de ayudar a otros y ser testigo de cómo Dios suple todas tus necesidades; Él nunca te fallará.

 

 

 

Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ