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Hebreos 6:17-18 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

La promesa de Dios es segura

13 Pues cuando Dios hizo la promesa a Abraham, no pudiendo jurar por uno mayor, juró por sí mismo, 14 diciendo: Ciertamente te bendecire y ciertamente te multiplicare. 15 Y así, habiendo esperado con paciencia, obtuvo la promesa. 16 Porque los hombres juran por uno mayor que ellos mismos, y para ellos un juramento dado como confirmación es el fin de toda discusión. 17 Por lo cual[i] Dios, deseando mostrar más plenamente a los herederos de la promesa la inmutabilidad de su propósito, interpuso[j] un juramento, 18 a fin de que por dos cosas inmutables, en las cuales es imposible que Dios mienta, los que hemos buscado refugio seamos grandemente animados[k] para asirnos de la esperanza puesta delante de nosotros, 19 la cual tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás[l] del velo, 20 donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, sumo sacerdote para siempre.

 

 

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REFLEXION

¿Cómo Dejar De Ser Un Necio Según La Biblia?
Publicado por: Cristianos en Preguntas y Respuestas Cristianas, Respuestas Cristianas 0


No seas necio.

ME HE PORTADO COMO UN NECIO (1 Samuel 26:21 NVI)

Las notas necrológicas dicen mucho acerca de las personas. Las últimas palabras del Rey Saúl fueron:

Me he portado como un necio (1 Samuel 26:21 NVI).
Este primer rey de Israel estaba destinado para algo grandioso, y sin embargo decidió hacer las cosas a su manera, en lugar de seguir la guía de Dios. Cuando los filisteos atacaron a Israel, intentó espolear a sus tropas, que estaban presas del miedo.
Sabía que tenía que esperar a que llegara el profeta Samuel para ofrecer un holocausto, como requería la ley. Pero dijo: “Lo voy a hacer yo mismo. Dadas las circunstancias, a Dios no le va a importar”. Ese acto de desobediencia dio al traste con su carrera. Acabó su vida suicidándose en el campo de batalla; una vida llena de promesa que terminó en vergüenza.

Portarse como un necio es:

1) No tener a Dios en cuenta en las cosas pequeñas.
La caída de Saúl no ocurrió de la noche a la mañana. Los pequeños pecados acaban transformándose en otros más grandes. Pensando que lo que hacía “no tenía importancia”, Saúl se tomó la justicia por su mano. Y lo justificó diciendo:
Me vi forzado a ofrecer el holocausto (1 Samuel 13:12). Le pareció que era algo normal, que no tenía alternativa, y sin embargo su acción fue totalmente equivocada. No te fíes de tus sentimientos, a menos de que estén en consonancia con la Palabra de Dios.

2) Tratar de justificar nuestro comportamiento.
Saúl dio una explicación plausible: Vi que el pueblo se desbandaba y que tú no venías mientras los filisteos estaban ya concentrados (1 Samuel 13:11). ¡No justifiques tus actos, arrepiéntete y obedece a Dios!

3) Dejar que te controle el resentimiento.
Aunque Saúl tenía potencial para ser un gran líder, cuando David comenzó a ganar popularidad, el resentimiento del primero acabo destruyéndolo. La mayoría de las personas aprende de sus errores; ¡los avisados aprenden de los errores de los demás! Aprende de Saúl y no te portes como un necio.

 

 

 

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Tesoros en el cielo.

“No acumulen para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido destruyen, y donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar. Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.” Mateo 6:19-21 (NVI).

Esta ilustración que Jesús hizo fue para hacernos entender que los bienes de este mundo son temporales e inciertos, por ello, no debemos darles más valor del que en verdad merecen.

Cuando Jesús habló de tesoros no hizo referencia solamente a cosas materiales de mucho valor económico, como joyas, dinero, automóviles lujosos, etc. Más bien, creo que se refirió a todo aquello que ocupe un lugar excesivamente importante en nuestro corazón y que ha llegado a convertirse en nuestro tesoro personal.

No podemos negar que cuando poseemos un tesoro, buscamos cuidarlo, preservarlo y, si es posible, acumularlo. Pero debemos entender que concentrarnos sólo en las riquezas, hará que nos comportemos de manera muy egoísta, sin ver las necesidades de los demás, podrá hasta quitarnos el tiempo que merecen nuestras familias, amigos, hermanos, padres y le restamos importancia a aquello que realmente importa y lo trasladamos ese valor a nuestro tesoro (éxito, logros, posesiones, posición laboral, social y eclesiástica).

Si hasta el día de hoy has puesto tu esfuerzo, tu tiempo y tu corazón sólo en alcanzar cosas materiales ¡detente! Porque así como le dijo al rico insensato, Jesús te dirá: “¡Necio! Esta misma noche te van a reclamar la vida. ¿Y quién se quedará con lo que has acumulado?” Lucas 12:20 (NVI)

Las riquezas pueden llegar a convertirse en rivales del Señor. Él nos ama tanto que no quiere compartirnos con nada ni nadie, pero cuando nuestra mente y todas nuestras energías están concentradas en las cosas temporales de este mundo, lastimamos el corazón de nuestro Salvador, quien desea ser el centro de nuestros pensamientos.

Es necesario que hoy recapacitemos sobre dónde hemos puesto nuestro corazón y revisemos nuestra lista de prioridades.

Te invito a que puedas poner tu corazón y cada uno de tus anhelos en Cristo Jesús, permite que Él sea el tesoro de tu vida; no cabe duda de que su riqueza es inagotable, la que puedes compartir con los demás.

 

 

Ruth Mamani
CVCLAVOZ