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1 Pedro 3:21 La Biblia de las Américas (LBLA)

Sufriendo por la justicia

 

 

13 ¿Y quién os podrá hacer daño si demostráis tener celo por lo bueno?14 Pero aun si sufrís por causa de la justicia, dichosos sois. Y no os amedrenteis por temor a ellos[g] ni os turbeis, 15 sino santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de[h] la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia[i]; 16 teniendo buena conciencia, para que en aquello en que sois calumniados, sean avergonzados los que difaman vuestra buena conducta en Cristo. 17 Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal. 18 Porque también Cristo murió[j] por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu[k]; 19 en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, 20 quienes en otro tiempo fueron desobedientes cuando la paciencia de Dios esperaba en los días de Noé, durante la construcción del arca, en la cual unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvadas por medio del agua. 21 Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora os salva (no quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena conciencia) mediante la resurrección de Jesucristo, 22 quien está a la diestra de Dios, habiendo subido[l] al cielo después de que le habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

La Mansedumbre En La Biblia
Publicado por: Devocionales en Devocional Diario 0

 

 


LA MANSEDUMBRE: “BIENAVENTURADOS LOS MANSOS….” (Mateo 5:5)
Podemos pensar que el concepto de “mansedumbre” suena a debilidad, algo así como ser un poco endeble. ¡Pero nada está más lejos de la realidad! Jesús dijo: “Bienaventurados los mansos, porque recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5). Fíjate que los mansos no pelean, manipulan ni compiten como los demás, y sin embargo lo heredan todo. Cuando “heredas” algo, no tienes que esforzarte para conseguirlo. Simplemente lo recibes porque alguien te valora, te ama y eres parte de la familia.

La mansedumbre nace del amor, no se apresura a juzgar, no habla de sus contactos para impresionar ni fuerza las situaciones, porque no tiene nada que probar; se preocupa cuando la estructura, los presupuestos o la imagen corporativa llegan a ser más importantes que la gente a la que estamos llamados a servir; se duele cuando el programa no da cabida a cuidar a los niños, los ancianos, los enfermos o los que sufren.

La mansedumbre es una virtud difícil de encontrar en una sociedad que admira a los duros. Se nos insiste en que las cosas tienen que ser hechas, y hechas a tiempo, aunque haya que pisar a otros para conseguirlo. El éxito, los logros y la productividad son importantes, pero ¿a qué precio? En semejante entorno no hay lugar para la mansedumbre.

El apóstol Pablo era como dinamita para el Señor, y sin embargo escribió: “…Nos portamos con ternura entre vosotros, como cuida una madre con amor a sus propios hijos” (1 Tesalonicenses 2:7). La persona mansa procede con cuidado, escucha atentamente, mira con ternura y toca con reverencia y sensibilidad. El verdadero manso sabe que para crecer adecuadamente se necesita alimento, no fuerza.

La Mansedumbre En La Palabra de Dios
Por ello, vistámonos de mansedumbre, porque en este mundo tan duro e inflexible, la mansedumbre es un recordatorio vivo de la presencia de Dios entre nosotros.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

¿Destino o Voluntad de Dios?

 

 

El ser humano, está convencido de que todos los detalles de su vida están determinados por el destino y que no puede cambiarlos; llegan a ser fatalistas al considerar todos los acontecimientos como irrevocablemente fijados de antemano por una causa única y sobrenatural.

Por consiguiente, acepta con pasividad todo lo que le ocurre. De ello resultan las frases: “Si Dios quiere salvarme, lo hará de todos modos”.

Es cierto que varios pasajes de la Biblia ponen en evidencia la soberanía de Dios. Por ejemplo lo que sucedió con Jeremías “¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó?” Lamentaciones 3:37

Sin embargo, el verdadero cristiano no sufre pasivamente la voluntad de Dios. Consciente de las circunstancias, por medio de la fe, mantiene con Dios relaciones activas y pasivas.

El creyente confía gozoso en Aquel que “cumplirá el deseo de los que le temen” Salmo 145:19. Junto al Señor siempre puede hallar una respuesta a sus necesidades y una ayuda en las dificultades de la vida. Se somete a la voluntad del Padre, quien a veces le envía las pruebas, pues nuestro Dios de amor sólo quiere su verdadero bien.

“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo sino de tristeza, pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.” Hebreos 12:11.
Confía, disfruta, actúa y vive las circunstancias favorables y desagradables y da gracias a Dios por sus bondades y porque su voluntad perfecta se cumpla en ti.

 

 


Telma Céspedes
CVCLAVOZ