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2 Corintios 1: 4 La Biblia de las Américas (LBLA)

Saludo

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo:

A la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya: Gracia y paz a vosotros de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

 

 

El Dios de toda consolación

 

 

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios. Porque así como los sufrimientos de Cristo son nuestros en abundancia[a], así también abunda nuestro consuelo por medio de Cristo. Pero si somos atribulados, es para vuestro consuelo y salvación; o si somos consolados, es para vuestro consuelo, que obra al soportar las mismas aflicciones que nosotros también sufrimos. Y nuestra esperanza respecto de vosotros está firmemente establecida, sabiendo que como sois copartícipes de los sufrimientos, así también lo sois de la consolación. Porque no queremos que ignoréis, hermanos, acerca de nuestra aflicción sufrida[b] en Asia[c], porque fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida. De hecho[d], dentro de nosotros mismos ya teníamos la sentencia de muerte, a fin de que no confiáramos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos, 10 el cual nos libróde tan gran peligro de muerte y nos librará, y en quien hemos puesto nuestra esperanza de que El aún nos ha de librar, 11 cooperando también vosotros con nosotros con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don que nos ha sido impartido por medio de las oraciones de muchos.

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

Aprende A trabajar Con Los Demás Según La Biblia
Publicado por: Devocionales en Devocional Diario 0

 

“…ES UNA CARGA DEMASIADO PESADA PARA MÍ” (Números 11:14b)

Sólo puedes hacer todas las cosas tú mismo hasta que alcances una cierta amplitud, y después necesitas a otras personas. Es un momento muy decisivo; también es un examen que muchos no pasamos y dejamos de crecer. Escucha a Moisés: “…es una carga demasiado pesada para mí” (Números 11:14), y Dios le dijo: “Reúneme a setenta… de los que tú sabes que son… principales,… tomaré del espíritu que está en ti y lo pondré en ellos, para que lleven contigo la carga…” (Números 11:16,17b). Se necesita madurez para reclutar a las personas que puedan hacer ciertas cosas mejor que tú, permitirles que destaquen en su trabajo y que reciban el mérito mientras te alegras sabiendo que el trabajo se está realizando muy bien. En resumidas cuentas: tienes que ser claro en tus objetivos y sentirte seguro en ti mismo para poder triunfar y seguir haciéndolo.

En su libro Good to Great (De lo bueno hacia lo excelente), Jim Collins resaltó que los líderes de las mejores organizaciones tienen la tendencia a evitar de estar en el centro de la atención. Ray Gilmartin de Merck: “Si tuviera que poner a alguien en la portada de la revista “Business Week” (Semana de negocios), pondría a… nuestro equipo”. Lou Gerstner de IBM: “Yo no he provocado la mejora de la compañía, han sido los doscientos ochenta mil empleados los que lo han hecho posible. Hicimos un cambio en nuestro enfoque, escogimos un grupo de personas preparadas y cambiamos la compañía para bien”. Dan Tully de Merrill Lynch [importante firma de servicios financieros]: “Es increíble lo que puedes hacer cuando no buscas todo el mérito. Creo que no hay ninguna idea que provenga de una sola persona”. Aquí tienes una anotación: Si prefieres ser un “pez gordo en un estanque pequeño”, allá tú. Pero si quieres ser bendecido y vivir en el “océano”, aprende a trabajar con los demás.


“HASTA AQUÍ NOS AYUDÓ EL SEÑOR” (1 Samuel 7:12b)

Era un sueño hecho realidad. El Arca de la Alianza, el símbolo supremo de Dios operando en medio de su pueblo, había sido recuperada del cautiverio, y los filisteos que la habían robado, habían sido derrotados en una batalla; era un momento para celebrar. De manera que Samuel puso un monumento al que llamó Eben-ezer (lee 1 Samuel 7:12), lo que significa: “Hasta aquí nos ayudó el Señor”. Fíjate en la palabra nos; Samuel reconoció que para poder cumplir los sueños, se necesita un equipo.

En su libro Jesus on Leadership (Jesús y el liderazgo), C. Gene Wilkes explicó por qué el trabajo en equipo es superior al esfuerzo individual:

(a) Un equipo implica más personas, y por lo tanto, más recursos, ideas y energía que cualquier persona posee individualmente.

(b) Un equipo maximiza el potencial de su líder y minimiza sus debilidades. En un individuo se nota más las virtudes y los defectos.

(c) Un equipo proporciona numerosas perspectivas de cómo satisfacer una necesidad o alcanzar un objetivo, ofreciendo así varias alternativas para una misma situación.

El entendimiento individual raramente es tan amplio y profundo como el de un grupo de personas cuando se trata de resolver un problema.

(d) Un equipo comparte el mérito de una victoria y la culpa de un estrago, lo que promueve una autentica humildad y una unión muy fuerte.
Cuando un individuo asume el mérito o el estrago por sí solo, existe la tendencia a fomentar el orgullo y, a veces, un sentimiento de fracaso.

(e) Un equipo exige de su líder que asuma la responsabilidad.

Un individuo sin estar relacionado con nadie, puede poner en peligro o alterar un objetivo sin asumir la responsabilidad por ello. Así que, ¿por qué nos cuesta involucrarnos en trabajar en equipo? Porque construir un equipo es muy duro, y cuanto más preparados estén los miembros del equipo, más difícil es. El verdadero desafío de un líder no está en poner la gente a trabajar, ni hacer que trabaje de una manera dura. El verdadero desafío de un líder consiste en poner juntas a personas diferentes para que trabajen incansablemente como si fueran una piña [con los ojos puestos en Jesús].

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

Duele pero es lo mejor

 

 

La semana pasada fue muy difícil y triste a la vez para mí, puesto que mi bebé tenía que recibir una vacuna combinada muy fuerte en la pierna, es la que usualmente se coloca a los dos meses para protegerlo de cinco enfermedades a la vez.

Cuando vi que le colocaban esa vacuna dolorosa me sentí impotente por no poder hacer nada, pues yo no podía evitarlo ya que era necesario; ese sufrimiento y dolor al final era bueno.

Parece contradictorio pero es así, lo que duele hace bien. De igual manera sucede con nosotros y las pruebas que tenemos que atravesar a diario, puede que nos traigan dolor, sufrimiento, e incluso llegamos a pensar que Dios nos olvidó, pero no es así.

La prueba, al igual que esa vacuna muy fuerte que era necesaria para no contraer enfermedades a futuro, nos ayuda a ser más fuertes, obtener sabiduría y aumentar nuestra fe.

Puede que hoy hayas recibido esa vacuna, esa prueba que te está haciendo sufrir y llorar, pero créeme que Dios está acompañándote en todo momento como yo acompañé a mi bebé cada instante que padecía ese dolor. Verás que mañana el dolor pasará y todo será para bien.

“Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Romanos 8:28 (RVR-1960)

Dicen que el amor de Dios es parecido al amor de madre, llora cuando tu sufres, ríe cuando estás feliz, pero el amor que siente por ti es mucho más grande que el de una persona, así que no pienses que cuando estás en medio de una prueba, Dios no está tomándote la mano y asegurándote que todo pasará.

El dolor es necesario para crecer y esas vacunas diarias te harán un hijo fuerte y resistente a todo ataque del enemigo. Duele pero es lo mejor.

 

 

 

Telma Céspedes
CVCLAVOZ