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Salmos 98:8 La Biblia de las Américas (LBLA)

Alabad al Señor por su justicia

 

 

Salmo.

98 Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas,
su diestra y su santo brazo le han dado la victoria[a].
El Señor ha dado a conocer su salvación;
a la vista de las naciones ha revelado su justicia[b].
Se ha acordado de su misericordia y de su fidelidad para con la casa de Israel;
todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios.

Aclamad con júbilo al Señor, toda la tierra;
prorrumpid y cantad con gozo, cantad alabanzas.
Cantad alabanzas al Señor con la lira,
con la lira y al son de la melodía[c].
Con trompetas y sonido de cuerno,
dad voces ante el Rey, el Señor.

Ruja el mar y cuanto contiene,
el mundo y los que en él habitan.
Batan palmas los ríos;
a una canten jubilosos los montes
delante del Señor, pues viene a juzgar la tierra;
El juzgará al mundo con justicia,
y a los pueblos con equidad[d].

 

 

LUN ENCUENTRO CON LA PALABRA
 

REFLEXION

¿Cómo Ocupar Tu Lugar En El Plan De Dios?
Publicado por: Devocionales en Preguntas y Respuestas Cristianas, Respuestas Cristianas 0


“YO SOY EL DIOS DE… ABRAHAM… ISAAC Y… JACOB” (Éxodo 3:6)
¿Cómo Ocupar Tu Lugar En El Plan De Dios?

Hoy en día estamos condicionados a creer que podemos tener gratificación instantánea en todo. Somos la generación del microondas y del mensaje de texto; odiamos esperar.
Piensa a ver cuándo fue la última vez que tuviste que esperar un paquete que llegaba por correo lento, o hacer cola en un cajero. Nos equivocamos en lo siguiente: esperamos que todo lo que Dios inicia en nosotros va a ser completado mientras nosotros vemos cómo sucede, y que también vamos a ser testigos de su desenlace final.

No nos agrada cuando Dios decide seguir la obra en otra persona, o peor aún, en la siguiente generación. Pero así es como Dios opera.

Él te revela algo, normalmente eso forma parte del marco de lo que ya ha pasado antes de que tú entraras en escena. Dijo a Moisés:
“Yo soy el Dios de… Abraham… Isaac y… Jacob” (Éxodo 3:6). Dios había dado ciertas promesas a los antepasados de Moisés hacía cientos de años, y ahora le tocaba a éste ocupar su lugar en Su plan.

No nos gusta pensar que no somos más que un pequeño eslabón de una gran cadena, pero cuando Moisés entendió eso, entonces pudo poner su mirada en algo mayor que él mismo.

“Así que ni el que planta es algo ni el que riega, sino Dios que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa, aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor” (1 Corintios 3:7-8).

Te maravillarás de lo que puedes conseguir cuando no te importe quién sea el que lleve la antorcha a la línea de meta y se lleve los honores.

Te bendecimos hoy para que exaltes el plan de Dios y a Jesucristo sobre todas las cosas.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

Gracia que me salvó
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2:8-9

Uno de los temas más importantes, que es necesario que comprendamos bien, es el tema de la gracia.

Es necesario, en primer lugar, establecer qué es y qué no es la gracia para no caer en exageraciones.

Lamentablemente, a veces se enseña esto, con un concepto tan desproporcionado, que lleva al libertinaje, pensando que la gracia implica una especie de licencia para pecar. Sin embargo, nada más lejos de la realidad.

En posición diametralmente opuesta, se encuentra otro grupo, que al reducir el alcance de la gracia, termina imponiendo el legalismo en sus congregaciones.

Suele verse en estos casos, que llega el necesitado a la iglesia, y en lugar de encontrarse con el amor cristiano, recibe una lista de requisitos que debe cumplir. Teniendo que soportar unas veces el rigor de la ley y otras el prejuicio religioso.

En cuanto a este tema, es muy interesante el libro de Philip Yancey “Gracia divina, condena humana” donde el autor nos confronta con muchas actitudes, que tienen más que ver con el juzgar que con el restaurar.

Tomemos el ejemplo de Jesús:
Dice la Biblia, que en una oportunidad, encontraron a una mujer en pleno acto de adulterio. La ley decía que correspondía que fuera apedreada. ¿Era justo? Según la ley sí, porque no había duda sobre lo que la mujer había hecho y la ley era clara al respecto.
Sin embargo, con Jesús llega la gracia. Dice el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra, entonces nadie pudo condenarla.

En este caso, vemos claramente el obrar de la ley y la gracia.
Gracia, es favor inmerecido, un regalo dado por Dios, no por los méritos humanos, no por lo buenos que somos, sino por su infinito e incondicional amor.

Es importante aprender a vivir bajo la gracia. Como pecadores que somos, la necesitamos.

Aceptar la gracia implica renunciar al legalismo y obrar con amor y misericordia para con nuestro prójimo. Restaurando al caído, animando y reflejando en nuestra vida el amor de Cristo.

Esto también funciona para uno mismo, por las veces que le hemos fallado a Dios, hoy podemos ir confiadamente delante del Señor, sabiendo que hay una nueva oportunidad para cada vida.

 

 

 


Daniel Zangaro
CVCLAVOZ