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95 Venid,
cantemos con gozo al Señor,
aclamemos con júbilo a la roca de nuestra salvación.
2 Vengamos ante su
presencia con
acción de gracias[a];
aclamémosle con salmos[b].
3 Porque Dios
grande es
el Señor,
y Rey grande sobre todos los dioses,
4 en cuya mano están las
profundidades de la tierra;
suyas son también las cumbres de los montes.
5 Suyo es el mar[c], pues El lo hizo,
y sus manos formaron la tierra firme[d].
6 Venid,
adoremos y postrémonos;
doblemos la rodilla ante
el Señor nuestro Hacedor.
7 Porque El es nuestro
Dios,
y nosotros el pueblo de su prado[e] y las ovejas de su mano.
Si oís hoy su voz[f],
8 no endurezcáis vuestro
corazón como en Meriba[g],
como en el día de Masah[h] en el desierto,
9 cuando vuestros padres me
tentaron,
me probaron, aunque habían visto mi obra.
10 Por cuarenta
años me
repugnó aquella generación,
y dije: Es un pueblo que se desvía[i] en su corazón
y no conocen mis caminos.
11 Por tanto, juré en mi
ira:
Ciertamente no entrarán en mi reposo.
REFLXION
Expulsa La Contienda De Tu vida Cristiana
Publicado por: Devocionales en Devocionales 0
Expulsa La Contienda De Tu vida Cristiana
“NADA HAGÁIS POR CONTIENDA O POR VANAGLORIA” (Filipenses 2:3, Reina-Valera 1960)
Se define la contienda como “conflicto, lucha o rivalidad” y la Palabra de Dios nos exhorta a que la evitemos a toda costa: “Nada hagáis por contienda”; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. (Filipenses 2:3). La contienda es el ingrediente perfecto para causar estragos en los matrimonios, las iglesias, los negocios y las relaciones humanas. Radica en nuestro ego y nos lleva a compararnos, competir y condenar. La palabra de Dios dice: “Porque donde hay celos y contención (contienda), allí hay “toda obra perversa”. (Santiago 3:16, RV 1960). Para sacar la contienda de tu vida, tienes que identificarla y arrancarla antes de que crezca. “Mirad bien, que” no brote ninguna raíz de amargura que os perturbe y contamine a muchos. (Hebreos 12:15). Y Pablo dice: “Completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes” (Filipenses 2:2). Para disfrutar de las bendiciones de Dios, tenemos que hacer todo lo que está a nuestro alcance para vivir en armonía los unos con los otros. ¿Es fácil hacerlo? No, pero cuanto antes lo aprendamos, mejor nos irán las cosas.
Cuando David vio a Goliat, no se paró a considerar las pocas posibilidades de ganar que tenía, ni las opiniones de los demás, sino que “se dio prisa y corrió a la línea de batalla contra el filisteo”. (1 Samuel 17:48). Nosotros también necesitamos reaccionar como David. Cuando Dios te indica que debes poner la otra mejilla o que te lleves la peor parte, saca fuerzas de su gracia y obedece. Si te empeñas en seguir tu programa, acabas haciéndolo en tus fuerzas.
Así pues, a) perdona a los que te han herido;
b) ora por ellos;
c) bendícelos hablando bien de ellos, deseándoles sólo lo mejor. Tu compromiso de caminar cada día en amor y perdón (¡en efecto, es un compromiso diario!), va a abrir la puerta a las bendiciones
de Dios en tu vida.
REFLEXION
Un poco es suficiente
Escuché una conversación en el transporte público de dos varones, se trataba del error que cometen los propietarios de movilidades al no llevar a reparar sus vehículos cuando tienen un pequeño problema mecánico, porque a la larga hay piezas que se van dañando y terminan gastando más dinero en su arreglo. Esta charla se inició porque una motocicleta que pasaba desprendía mucho humo del escape. Al final dijeron: “esa motocicleta está llegando a su ruina total”.
Suele suceder que tal imprudencia ocurre en nuestras vidas, ya que dejamos pasar pequeños problemas que a la larga se tornan en grandes desastres; como en nuestros hábitos, malas relaciones interpersonales, descuido de la relación con Dios, mal manejo de finanzas, etc.
Gálatas 5:9 menciona que: “Un poco de levadura leuda toda la masa.” Notemos que para el proceso de fermentación se necesita “un poco” de levadura, así mismo una vida se corrompe con un poco de pecado. Como la amargura nace en la mayoría de los casos de un evento pequeño o grande sin resolver, en dónde la persona se ha sentido ofendida por otra. El odio surge de la falta de perdón y resentimiento.
Un poco es suficiente para que broten malos deseos, pensamientos y acciones. Marcos 14:38 dice: “Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” El Espíritu de Dios siempre está dispuesto a fortalecernos y ayudarnos en cada área; y a la vez es importante que evitemos situaciones que alimenten o den cabida a caer en pecado.
Dios quiere que seamos espirituales y sabios, estando atentos a toda cosa que podría afectar de mala manera nuestra vida.
¡Estemos siempre atentos!
Soraida Fuentes
CVCLAVOZ