Job 19 :7

La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

Job argumenta su fe

 

 

 

19 Entonces respondió Job y dijo:

¿Hasta cuándo me[a] angustiaréis
y me aplastaréis con palabras?
Estas diez veces me habéis insultado,
¿no os da vergüenza perjudicarme?
Aunque en verdad yo haya errado,
mi error queda conmigo.
Si en verdad os jactáis contra mí,
y comprobáis mi oprobio,
sabed ahora que Dios me ha agraviado
y me ha envuelto en su red.

He aquí, yo grito: “¡Violencia!”, pero no obtengo respuesta;
clamo pidiendo ayuda, pero no hay justicia.
El ha amurallado mi camino y no puedo pasar,
y ha puesto tinieblas en mis sendas.
Me ha despojado de mi honor
y quitado la corona de mi cabeza.
10 Me destruye por todos lados, y perezco,
y como a un árbol ha arrancado mi esperanza.
11 También ha encendido su ira contra mí
y me ha considerado su enemigo.
12 Se concentran a una sus ejércitos,
preparan su camino[b] de asalto contra mí,
y alrededor de mi tienda acampan.

13 El ha alejado de mí a mis hermanos,
y mis conocidos están apartados completamente de mí.
14 Mis parientes me fallaron
y mis íntimos amigos me han olvidado.
15 Los moradores de mi casa y mis criadas me tienen por extraño,
extranjero soy a sus ojos.
16 Llamo a mi siervo, y no responde,
con mi propia boca tengo que rogarle.
17 Mi aliento es odioso[c] a mi mujer,
y soy repugnante a mis propios hermanos.
18 Hasta los niños me desprecian,
me levanto, y hablan contra mí.
19 Todos mis compañeros[d] me aborrecen,
y los que amo se han vuelto contra mí.
20 Mis huesos se pegan a mi piel y a mi carne,
y sólo he escapado con la piel de mis dientes.
21 Tened piedad, tened piedad de mí, vosotros mis amigos,
porque la mano de Dios me ha herido[e].
22 ¿Por qué me perseguís como Dios lo hace,
y no os saciáis ya de mi carne?

23 ¡Oh, si mis palabras se escribieran,
si se grabaran en un libro!
24 ¡Si con cincel de hierro y con plomo
fueran esculpidas en piedra para siempre!
25 Yo sé que mi Redentor[f] vive,
y al final[g] se levantará[h] sobre el polvo.
26 Y después de deshecha[i] mi piel,
aun en[j] mi carne veré a Dios;
27 al cual yo mismo[k] contemplaré,
y a quien mis ojos verán y no los de otro.
¡Desfallece mi corazón[l] dentro de mí!
28 Si decís: “¿Cómo le perseguiremos?”,
y: “¿Qué pretexto hallaremos contra él[m]?”,
29 temed la espada vosotros mismos,
porque el furor trae el castigo de la espada
para que sepáis que hay juicio.

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

Promesas – Qué hacer cuando Tienes Problemas Financieros?

Recuerda y reclama esta promesa para ti:

 

 

 

 



Estas son las bendiciones que vendrán sobre ti:
Bendito serás en la ciudad; bendito serás en el campo.
Tendrás muchos niños; abundantes cosechas; grandes rebaños de ovejas y vacas.
Bendiciones de frutas y pan.
Bendiciones cuando entres; bendiciones cuando salgas.
El Señor derrotará a tus enemigos. Ellos vendrán juntos en tu contra, pero delante de ti huirán en siete direcciones. El Señor te bendecirá con grandes cosechas y te prosperará en todo lo que hagas cuando entres en la tierra que el Señor te da.
Deuteronomio 28: 2-8

El Señor es mi pastor, nada me faltará.
Salmo 23:1

Fui joven y estoy viejo, y en todos mis años jamás vi al justo en la miseria; tampoco he visto a los hijos de los justos pasar hambre.
Salmo 37:25

El Señor te dará abundancia de cosas buenas en la tierra, como lo ha prometido: Muchos hijos, mucho ganado, y cosas abundantes. Él te abrirá el maravilloso tesoro de las lluvias de los cielos para que tengas ricas cosechas en cada estación. Él te bendecirá en todo lo que hagas; y tu prestarás a muchas naciones, y no tendrás necesidad de pedir prestado de ellas. Si escuchas y obedeces los mandamientos del Señor tu Dios que te estoy dando en este día, Él hará que tú seas cabeza y no cola, y que estés siempre encima y nunca debajo.
Deuteronomio 28:11-13

 

 

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

REFLEXION

Devocional – FE NO ES DESEO

Publicado por: Edgardo Tosoni en Devocional Cristiano, Devocionales

 

 

 

 

 

 

 

 



Pasaje clave: Hebreos 11.

Todos deseamos cosas.

Nadie puede decir que no desea nada, porque es natural querer tener o lograr cosas.

Como seres humanos, buscamos permanentemente satisfacer nuestros deseos.

Aunque muchas veces, no nos detenemos a pensar si son deseos que realmente buscamos alcanzar, verdaderos o genuinos.

Podemos desear cosas, pero nunca confundir deseos con fe.

Si hablamos de deseo no hablamos de fe y viceversa

Si alguien dice: “Vamos a brindar, pidamos tres deseos”. Esto no es fe.

Si alguien dice: “Tengo ganas de que mi hijo venga a la iglesia”. Esto no es fe.

Si alguien dice: “Te deseo lo mejor del mundo”. Esto no es fe.

El deseo, generalmente, muere en deseo. No hay quien lo sustente. Al deseo nadie lo acciona.

La palabra deseo no es una palabra del mundo de la fe, no es una palabra de acción.

Porque la fe es lo certero y el deseo está librado al azar.

Es como cuando, de repente, tenemos ganas de algo y…

¿qué hacemos? nada.

Porque con las ganas no alcanza.

Tener “ganas” tampoco es fe.

Si deseaste algo en el mundo de la fe, ¡nada va a pasar!

Porque lo que esperás no lo activa tu deseo, sino tu fe.

Tener fe es te­ner certeza, seguridad, determinación, afirmación sobre lo que estás esperando; es la convicción de lo que no se ve.

Fe es certeza y convicción.

Por eso, necesitás moverte en lo que sabés que es así, que es lo que Dios dijo y nada más.

Cuando un hijo de Dios, un día cree y al otro día no, significa que no tiene certeza.

Porque certeza es decir: “Yo sé que sé que sé, que Dios me va a bendecir abundantemente”.

Si una persona te pregunta: ¿cómo hacés vos para estar motiva­do siempre?, seguramente esa persona con la cual te encontras­te ha estado viviendo su vida en pos de deseos frustrados.

Y si le decís que siempre estás motivado, te puede llamar loco, pero a vos esas palabras no deben importarte. Sabés bien que motivos hay para estar en carrera.

El motivo es empujado por la misma fe, es el motor que te man­tiene en acción, y que te hace mantener seguro que el motivo que esperás te va alcanzar sí o sí:

“Mi familia estará toda en Cristo”. Esto es fe.

“Dios me dará prosperidad”. Esto es fe.

“Tendré mi casa propia”. Esto es fe.

“Tendré los mejores contactos para mi negocio”. Esto es fe.



El motivo es empujado por la misma fe.

Un motivo gigante es una automotivación gigante.

Lo más po­deroso que puede tener un ser humano es un motivo, es decir, algo grande por lo cual esperar.

“Yo estoy esperando cosas gran­des y sé que vienen en el Nombre del Señor, tengo la certeza y la con­vicción que será así en el nombre de Jesús”.

¿Cuál es tu motivo? ¿Qué estás esperando?

Como dijimos, el deseo no puede ser comparado con la fe.

Nun­ca podrán caminar juntas.

La fe resiste donde el deseo muere.

Hoy podés desear algo y al cabo de unos días, cambiar de de­seo, con esto te darás cuenta que no era algo realmente verda­dero aquello que deseabas.

Pero cuando descubrís algo por lo cual vivís o morís, encon­traste no un deseo sino una pasión, un motivo; entonces, llénalo de fe. No lo pierdas.

Cuando tenés motivos grandes, habrás puesto en tu futuro un imán poderoso que te absorberá.

Es como levantarte cada ma­ñana sabiendo que hay un futuro que te está esperando, al cual le pusiste nombre.

Hay una fe que se mantiene en desarrollo por ese motivo que está delante tuyo. Es grande y poderoso y te mantiene vivo. Seguilo, no te detengas…

La fe resiste donde el deseo muere.

Extracto del libro “60 Principios de Fe”

 



Por Bernardo Stamateas