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Mateo 20:13  La Biblia de las Américas (LBLA)

Parábola de los obreros de la viña

20 Porque el reino de los cielos es semejante a un hacendado[a] que salió muy de mañana para contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario[b] al día, los envió a su viña. Y salió como a la hora tercera[c], y vio parados en la plaza a otros que estaban sin trabajo; y a éstos les dijo: “Id también vosotros a la viña, y os daré lo que sea justo.” Y ellos fueron. Volvió a salir como a la hora sexta y a la novena[d], e hizo lo mismo. Y saliendo como a la horaundécima[e], encontró a otros parados, y les dijo*: “¿Por qué habéis estado aquí parados todo el día sin trabajar?” Ellos le dijeron*: “Porque nadie nos contrató.” El les dijo*: “Id también vosotros a la viña.” Y al atardecer, el señor de la viña dijo* a su mayordomo: “Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta los primeros.” Cuando llegaron los que habían sido contratados como a la hora undécima, cada uno recibió un denario. 10 Y cuando llegaron los que fueron contratados primero, pensaban que recibirían más; pero ellos también recibieron un denario cada uno. 11 Y al recibirlo, murmuraban contra el hacendado[f], 12 diciendo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora, pero los has hecho iguales a nosotros que hemos soportado el peso y el calor abrasador del día.” 13 Pero respondiendo él, dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no conviniste conmigo en un denario? 14 “Toma lo que es tuyo, y vete; pero yo quiero darle a este último lo mismo que a ti. 15 “¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo que es mío? ¿O es tu ojo malo porque yo soy bueno?” 16 Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
 
 

REFLEXION

DEVOCIONAL – LAS ESCONDIDAS
Por Pastor Carlos Vargas Valdez0


DEVOCIONAL CRISTIANO – ESCONDIDAS
“Cuando el día comenzó a refrescar, oyeron el hombre y la mujer que Dios andaba recorriendo el jardín; entonces corrieron a esconderse entre los árboles, para que Dios no los viera.” Génesis 3:8 (NVI)


Con Juampi y Connie jugamos seguido a la escondida. Ellos se esconden debajo de una almohada y yo los busco. Miro por debajo de la cama, en los armarios, entre la ropa y finalmente llego a la cama donde los encuentro y nos reímos. Ellos saben que los voy a encontrar, porque soy su papá. Y les encanta que los encuentre.

Cuando leía la historia de Adán y Eva me acordé del juego con mis hijos. Adán y Eva estaban viviendo una situación ideal. Eran totalmente puros, no había pecado ni maldad en sus vidas ni en su entorno. Estaban en el Edén y podían disfrutar a diario de conversar con Dios cara a cara. No había enfermedad, problemas, angustias, miedos, frustraciones, fracasos ni muerte.


Pero un tristísimo día, el diablo los engañó y comieron del fruto prohibido. Desobedecieron la única prohibición que Dios les había dado y la primera consecuencia fue que tuvieron vergüenza, porque estaban desnudos. La segunda fue el temor. Quisieron esconderse de Dios. Oyeron su voz y no querían verlo. Sabían que habían fallado y pensaban que podían ocultarse de Él. Creían que si se tapaban con alguna rama podían evitar que Dios los viera. Su temor al encuentro era consecuencia de sus faltas.

Esta actitud chiquilina y caprichosa la seguimos repitiendo constantemente, y tratamos de escondernos de Dios cada vez que nos equivocamos. Creemos que por alejarnos de su presencia y frecuentar otros lugares, Dios no va a vernos. Y nos olvidamos de la premisa divina. Es como querer escondernos con una almohada. Dios siempre va a encontrarnos, porque Él todo lo sabe.

No hace falta que te escondas, no hay manera en que puedas evitar que Dios se entere. Porque Él ya lo sabe. Su omnisciencia le permite saber absolutamente todo lo que pensás, hacés, decís y soñás. En lugar de tratar de ocultarte de Dios, buscalo. Su amor y su misericordia son tan grandes que pueden perdonar cualquier falta, eliminar la culpa y darte una nueva oportunidad.

Esconderte solo te genera más problemas y que la culpa te siga pesando. En lugar de solucionar el problema, lo terminás complicando.


REFLEXIÓN — No juegues a las escondidas con Dios.

Un gran abrazo y bendiciones

Dany

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Ya es tiempo de perdonarte

Ardis Whitman cuenta de un hombre que vivió torturado durante muchos años por el recuerdo de una travesura estudiantil en la que uno de sus amigos perdió la vida. El recuerdo de aquel acto inconsciente lo atormentaba: cambiaba de empleo continuamente e incluso se separó de su esposa, con la que llevaba seis años de matrimonio. De la noche a la mañana, sin embargo, se operó un cambio rotundo en él; parecía alegre y satisfecho, recuperó su empleo y su mujer volvió a su lado.

Cuando le preguntaron qué sucedió él dijo: Yo no podía dejar de pensar en las horribles consecuencias de mi acto. El recuerdo de mi culpa me helaba la alegría en los labios; iba a estrechar la mano de alguien y la retiraba avergonzado y el remordimiento había levantado una muralla entre mi esposa y yo. Cierto día recibí la visita de la persona cuya presencia yo más temía en este mundo: la madre de mi amigo que había fallecido.

- Hace algunos años, después de orar mucho, conseguí perdonarte; tu mujer te perdonó también, igual que tus amigos y jefes - La mujer hizo una pausa y continuó con tono severo- Tú eres el único que no te has perdonado. ¿Quién te crees que eres para oponerte a todos los vecinos del pueblo y a nuestro Señor mismo?

Después de eso, el hombre vio en los ojos de aquella madre una especie de permiso para ser el que él hubiera sido si su amigo viviese, por primera vez se sintió digno de amar y de ser amado.

¿Hay algo que no te perdonas? ¿Cometiste un error y no sabes cómo enfrentar las consecuencias? ¿Te atormentan tus errores?

Todos nos equivocamos, tomamos malas decisiones y después debemos lidiar con la consecuencia de nuestros actos. Nadie está libre de cometer equivocaciones y es cierto que hay errores que pagan inocentes y quizás son los más difíciles de enfrentar.

Si bien es cierto que arrepentirnos no nos librará de la consecuencia de nuestros actos, nos permitirá poder avanzar y buscar el propósito de Dios para nuestras vidas. La culpa suele atarnos y nos quita la visión de un futuro.

En Hebreos 10: 17 y 18 dice: “…«Nunca más me acordaré de sus pecados y sus transgresiones». Y cuando los pecados han sido perdonados, ya no hace falta ofrecer más sacrificios.

Si realmente te arrepentiste y pediste perdón a Dios y a los afectados por tus actos, es tiempo de que tú también te perdones. Puede no ser un proceso fácil pero tú no eres superior a Dios y si Él te perdonó ¿Quién eres tú para no hacerlo?

“Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció” Salmos 32:5 (NTV)

Si ya confesaste tu pecado y te arrepentiste de corazón, levántate y busca tu propósito, pídele a Dios que te dé la sabiduría y fortaleza para que esa mala experiencia te ayude a guiar a otros, a evitar que cometan el mismo error. Que ese error del pasado no te detenga.

Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ