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Romanos 7:12 La Biblia de las Américas

 

¿Qué diremos entonces? ¿Es pecado la ley? ¡De ningún modo! Al contrario, yo no hubiera llegado a conocer el pecado si no hubiera sido por medio de la ley; porque yo no hubiera sabido lo que es la codicia[c], si la ley no hubiera dicho: No codiciaras. Pero el pecado, aprovechándose del[d] mandamiento, produjo en mí toda clase de codicia[e]; porque aparte de la ley el pecado está muerto. Y en un tiempo yo vivía sin la ley, pero al venir el mandamiento, el pecado revivió, y yo morí; 10 y este mandamiento, que era para vida, a mí me resultó para muerte; 11 porque el pecado, aprovechándose del[f] mandamiento, me engañó, y por medio de él me mató. 12 Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno. 13 ¿Entonces lo que es bueno vino a ser causa de muerte para mí? ¡De ningún modo! Al contrario, fue el pecado, a fin de mostrarse que es pecado al producir mi muerte por medio de lo que es bueno, para que por medio del mandamiento el pecado llegue a ser en extremo pecaminoso. 14 Porque sabemos que la ley es espiritual, pero yo soy carnal[g], vendido a la esclavitud del pecado[h]. 15 Porque lo que hago, no lo entiendo; porque no practico lo que quiero hacer, sino que lo que aborrezco, eso hago. 16 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, estoy de acuerdo con la ley, reconociendo que es buena. 17 Así que ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 18 Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno; porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no. 19 Pues no hago el bien que deseo, sino que el mal que no quiero, eso practico. 20 Y si lo que no quiero hacer, eso hago, ya no soy yo el que lo hace, sino el pecado que habita en mí. 21 Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. 22 Porque en el[i] hombre interior me deleito con la ley de Dios, 23 pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo[j] que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de[k] la ley del pecado que está en mis miembros. 24 ¡Miserable de mí[l]! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte[m]? 25 Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

 

REFLEXION

Allí estará también vuestro corazón

Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ

Cuando Jesús dijo: Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón (Lucas 12:34 RVR1960) nos estaba dando una advertencia para cuidar nuestra salvación también.

Mejor en la mano que en el corazón

Hace muchos años, cuando el reverendo A. Fuller visitaba el banco de Inglaterra, le fue mostrado el departamento secreto donde se guarda el oro del imperio británico. Tomando este siervo de Dios un lingote en la mano, después de examinarlo dijo a un amigo: ¡Cuánto mejor es tener esto en la mano que en el corazón!

El problema no es el oro en sí

Mucha gente cree que ningún buen cristiano debería tener posesiones y otros creen que una muestra de estar bien con Dios es tener muchas posesiones materiales.

El problema en sí mismo no radica en tener o no tener, sino en dónde atesoramos esas posesiones, si están sólo en nuestras manos o si las guardamos en el corazón de manera que ocupen un lugar que sólo le corresponde a Dios.

Pues el amor al dinero es la raíz de toda clase de mal; y algunas personas, en su intenso deseo por el dinero, se han desviado de la fe verdadera y se han causado muchas heridas dolorosas.

1 Timoteo 6:10 (NTV)

Cuando el oro está en el corazón, no hay espacio para otra cosa y lo único que hace es alejarnos de Dios y de los tesoros espirituales.

¿Dónde está tu corazón?

Es bueno saber dónde tenemos nuestro corazón y qué guardamos en él. Si eres consiente de que las riquezas materiales ocupan un lugar de privilegio en tu vida, empieza a buscar más aquellos tesoros que no son perecederos, aquellos que son eternos.

Recuerda que donde esté tu tesoro va a estar tu corazón y eso definirá no sólo el rumbo de tu vida terrenal, sino también la eterna. ¡Que las riquezas no te cieguen!

Ana María Frege Issa

CVCLAVOZ

 

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

 

REFLEXION

Renuevo » Crecimiento Personal » Amor A La Vida

Dios nos dio la vida para que lo honremos y lo adoremos y de esa manera cumplamos su propósito.

“De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo unigénito para que todo aquel que en él crea, no se pierda sino que tenga vida eterna” Juan 3:16

Cada día hay testimonios del poder transformador de Dios en la vida de miles de personas. Son abundantes los testimonios de personas que al igual que el ciego sanado por el Señor Jesús lo hizo en el evangelio de San Juan Capítulo 9.

“Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado cuando Jesús hizo el barro y le abrió los ojos al ciego. Por eso los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había recibido la vista.—Me untó barro en los ojos, me lavé, y ahora veo —respondió.

Algunos de los fariseos comentaban: «Ese hombre no viene de parte de Dios, porque no respeta el sábado.» Otros objetaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes señales?» Y había desacuerdo entre ellos.

Por eso interrogaron de nuevo al ciego:—¿Y qué opinas tú de él? Fue a ti a quien te abrió los ojos.

—Yo digo que es profeta —contestó.

Pero los judíos no creían que el hombre hubiera sido ciego y que ahora viera, y hasta llamaron a sus padres y les preguntaron:—¿Es éste su hijo, el que dicen ustedes que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver?

—Sabemos que éste es nuestro hijo —contestaron los padres—, y sabemos también que nació ciego. Lo que no sabemos es cómo ahora puede ver, ni quién le abrió los ojos. Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad y puede responder por sí mismo.

Sus padres contestaron así por miedo a los judíos, pues ya éstos habían convenido que se expulsara de la sinagoga a todo el que reconociera que Jesús era el Cristo. Por eso dijeron sus padres: «Pregúntenselo a él, que ya es mayor de edad.»

Por segunda vez llamaron los judíos al que había sido ciego, y le dijeron:

—Júralo por Dios.A nosotros nos consta que ese hombre es pecador.

—Si es pecador, no lo sé —respondió el hombre—. Lo único que sé es que yo era ciego y ahora veo”.