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Génesis 9: 20 La Biblia de las Américas (LBLA)

Noé y sus hijos

18 Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam fue el padre de Canaán. 19 Estos tres fueron los hijos de Noé, y de ellos se pobló[m] toda la tierra.

20 Entonces Noé comenzó a labrar la tierra[n], y plantó una viña. 21 Y bebió el vino y se embriagó, y se desnudó en medio de su tienda. 22 Y Cam, padre[o] de Canaán, vio la desnudez de su padre, y se lo contó a sus dos hermanos que estaban afuera. 23 Entonces Sem y Jafet tomaron un manto, lo pusieron sobre sus hombros, y caminando hacia atrás cubrieron la desnudez de su padre; y sus rostros estaban vueltos, y no vieron la desnudez de su padre. 24 Cuando Noé despertó de su embriaguez[p], y supo lo que su hijo menor le había hecho, 25 dijo:

Maldito sea Canaán;
siervo de siervos
será para sus hermanos.

26 Dijo también:

Bendito sea el Señor,
el Dios de Sem;
y sea Canaán su siervo.
27 Engrandezca Dios a Jafet,
y habite en las tiendas de Sem;
y sea Canaán su siervo.

28 Y vivió Noé trescientos cincuenta años después del diluvio. 29 El total de los días de Noé fue de novecientos cincuenta años, y murió.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

¿Dónde Está Tu Corazón? Allí Estará También Vuestro Corazón
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“DONDE ESTÉ VUESTRO TESORO, ALLÍ ESTARÁ TAMBIÉN VUESTRO CORAZÓN” (Mateo 6.21)


William Randolph Hearst vivió en el castillo que lleva su nombre. El edificio tenía unos 30.000 metros cuadrados, con un terreno alrededor de más de 100.000 hectáreas. Hubo un tiempo en que este hombre era el dueño de la mitad de la costa californiana. Y coleccionó “cosas” durante 88 años. Poseía estatuas egipcias de 3.500 años de antigüedad, tapices medievales flamencos, techos antiquísimos esculpidos a mano y algunas de las obras de arte más valiosas del mundo. Después de pasar ocho décadas coleccionando tesoros, William Hearst murió. Ahora su casa es visitada por miles de personas y todos dicen lo mismo: ¡Cuántas cosas tenía!

Pasamos por la vida, acumulamos bienes, pero luego morimos, dejando todo eso aquí. ¿Y qué pasa con ellos? Nuestros hijos se pelean a causa de la herencia. Ellos están vivos y examinan nuestras pertenencias y como si fueran buitres sobre la presa, deciden cuáles quieren llevarse a sus propias casas. Se dicen a sí mismos: “Ahora esto es mío”, pero un día morirán y vendrán otros buitres a apoderarse de ello. Los países van a la guerra a veces motivados por la posesión o la recuperación de tesoros; algunas familias no se hablan por culpa de las herencias; los matrimonios se pelean más por los bienes materiales que por cualquier otro asunto. Las cárceles están llenas de ladrones, y hay grandes ejecutivos que cometen delitos para adquirir más y más ganancias. ¿Por qué? Al fin y al cabo, no son más que “cosas”. Eso es lo que Jesús apuntaba cuando dijo: “No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho destruyen, y donde ladrones entran y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho destruyen, y donde ladrones no entran ni hurtan, porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19-21). Habiendo leído estas palabras, pregúntate: ¿Dónde está mi corazón?. Pues verdaderamente allí estará tu tesoro.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

Cuidado con lo que dices

Quizás pensamos que las palabras que salen de nuestra boca solamente son dichos, palabras que no tienen mayor relevancia que los hechos. Y en parte es cierto, porque lo que haces es un reflejo de lo que piensas y eres pero, de igual manera, lo que dices tiene trascendencia.

A veces nos excusamos tras la frase popular: “Los hechos valen más que las palabras”, cuando en realidad lo que dices es muy importante y puede tener mucho más poder que tus actos.

Dios mismo nos dice en su palabra: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” Mateo 12:37 (RVR-1960). Es por esta razón que debemos tener muchísimo cuidado con lo que decimos, repetimos o insinuamos con la boca. Dios nos dio un gran poder en las palabras para bendecir, ayudar y declarar maravillas de Él; sin embargo, hemos estado usando las palabras para nuestro beneficio o quizá para destruir a alguien que nos lastimó.

No es tarde para quitar de tu lenguaje cada palabra dañina que existe en él, aún puedes limpiar tu boca de esas palabras que destruyen y ensucian tu vida.

“Atenderé a mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca con freno, en tanto que el impío esté delante de mí.” Salmos 39:1 (RVR-1960)

Tal vez dijiste cosas que no querías, lastimaste a alguien, condenaste la vida de tu prójimo o te separaste de personas que querías a causa de eso. La lengua es un miembro pequeño que puede provocar grandes cosas; recuerda que no sólo eres lo que haces, si no también lo que dices.
De hoy en adelante piensa bien lo que vas a decir, no permitas que el enemigo ponga las palabras en tu boca, que el amor que Dios puso en tu corazón se refleje en tus palabras.

 

 

 


Telma Céspedes
CVCLAVOZ