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Génesis 33:11  La Biblia de las Américas (LBLA)

Encuentro de Jacob y Esaú

33 Y alzando Jacob los ojos miró, y he aquí, Esaú venía y cuatrocientos hombres con él. Entonces dividió a los niños entre Lea y Raquel y las dos siervas. Y puso a las siervas con sus hijos delante[a], y a Lea con sus hijos después, y a Raquel con José en último lugar[b]; y él se les adelantó, y se inclinó hasta el suelo siete veces hasta que llegó cerca de su hermano. Entonces Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó, y echándose sobre su cuello lo besó, y lloraron. Y alzó sus ojos y vio a las mujeres y a los niños, y dijo: ¿Quiénes son éstos que vienen contigo?[c]Y él respondió: Son los hijos que Dios en su misericordia ha concedido a tu siervo. Entonces se acercaron las siervas con[d] sus hijos, y se inclinaron. Lea también se acercó con sus hijos, y se inclinaron; y después José se acercó con Raquel, y se inclinaron. Y dijo Esaú: ¿Qué te propones con toda esta muchedumbre[e] que he encontrado? Y él respondió: Hallar gracia ante los ojos de mi señor. Pero Esaú dijo: Tengo bastante, hermano mío; sea tuyo lo que es tuyo. 10 Mas Jacob respondió: No, te ruego que si ahora he hallado gracia ante tus ojos, tomes el presente de mi mano, porque veo tu rostro como uno ve el rostro de Dios[f], y favorablemente me has recibido. 11 Acepta, te ruego, el presente[g] que se te ha traído, pues Dios me ha favorecido, y porque yo tengo mucho[h]. Y le insistió, y él lo aceptó. 12 Entonces Esaú dijo: Pongámonos en marcha y vámonos; yo iré delante de ti. 13 Pero él le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que debo cuidar de[i] las ovejas y las vacas que están criando. Si los apuramos mucho, en un solo día todos los rebaños morirán. 14 Adelántese ahora mi señor a su siervo; y yo avanzaré sin prisa, al paso del ganado que va delante de mí, y al paso de los niños, hasta que llegue a mi señor en Seir. 15 Y Esaú dijo: Permíteme dejarte parte de la gente que está conmigo. Pero él dijo: ¿Para qué?[j] Halle yo gracia ante los ojos de mi señor. 16 Aquel mismo día regresó Esaú por su camino a Seir; 17 y Jacob siguió[k] hasta Sucot[l], y se edificó una casa, e hizo cobertizos para su ganado; por eso al lugar se le puso el nombre de Sucot[m].

 

 

 

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Devocionales Cristianos – No mires de lejos a tus hijos
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Devocional Cristiano, Devocional Diario, Devocionales, Devocionales Biblicos, Devocionales para Mujeres, Ministerio Mujer, Mujer Cristiana 8 Comentarios


Devocionales Cristianos – No mires de lejos a tus hijos

Agar partió y anduvo errante por el desierto de Berseba. Cuando se acabó el agua del odre, puso al niño debajo de un arbusto y fue a sentarse sola a cierta distancia, pues pensaba: No quiero ver morir al niño. En cuanto ella se sentó, comenzó a llorar desconsoladamente. Génesis 21:14-16

Que desesperación habrá inundado el alma de Agar, ya no sólo era el dolor por haber tenido que soportar la humillación de haber sido expulsada como si fuera menos que un animal, ya no era sólo la vergüenza por haber sido desterrada de una posición que en un momento parecía de privilegio y honor, su desesperación no tenía que ver con ella, como madre, lo peor le estaba ocurriendo delante de sus ojos, su hijo agonizaba.

El pan y el agua que el padre del niño les había dado, no les alcanzó por mucho tiempo, en medio de tanta soledad, en medio de un desierto tan grande, con el calor consumiendo su piel, secando las últimas gotas de su boca reseca, el agua sólo fue destinada para el pequeño, pero se acabó. Y ahora en medio de aquella orfandad, su pequeño empezó a sollozar.

No hay madre que soporte el llanto de su hijo, somos capaces de cualquier cosa antes que verlos sufrir; Agar debe haber hecho todo lo posible para aplacar el llanto de su retoño; pero, el llanto se volvió sollozo, casi un lamento silencioso, sin fuerzas por el dolor. Fue entonces que escapó, no podría soportar no poder hacer ya nada para aliviar el sufrimiento de su pequeño, pero igual, siendo todavía madre, a cierta distancia, miró de lejos y se derrumbó, ahora si estaba completamente sola, seca y marchita, el dolor de la soledad, era poderoso, parecía que le destrozaba las entrañas, que le desgarraba el corazón, entonces comenzó a llorar desconsoladamente, porque no soportaba creer que su pequeño tenía que morir.


Isaías 43:19 He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréisí Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad.

Pocas veces he visto a una madre resignarse, nadie siendo madre, es capaz de mirar de lejos a un hijo a punto de sucumbir; Agar era madre, hizo todo lo que estuvo a su alcance, pero cuando ya no hubo salida, el único a quien podía acudir era a Dios.

Cuando Dios oyó al niño sollozar, el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo y le dijo: ¿Qué te pasa, Agar? No temas, pues Dios ha escuchado los sollozos del niño. Levántate y tómalo de la mano, que yo haré de él una gran nación.

Hoy también hay hijos que tienen sed, que fallecen por falta de alimento espiritual, sin embargo hay madres que ocupan tiempo en proveer cosas que no sirven, si tu hijo desfallece de sed en medio del desierto de la vida, ¿crees que ropa de buena marca lo ayudarán? ¿Crees que un juguete caro lo calmará? ¿Crees que el programa de T.V. lo entretendrá? Hay Hijos que desfallecen y sus madres viven en la ignorancia total de su verdadera necesidad.

Dios si está escuchando el llanto de nuestros hijos, sus oídos están atentos a la verdadera necesidad que demandan, él quiere usarnos a nosotras, madres, quienes los hemos traído al mundo, para que ellos cumplan el propósito de Dios. Ya es tiempo que cumplamos bien el papel dado por gracia divina, no te apartes, no escapes y a la distancia te quedes llorando inactiva y contemplando que termine muriendo por hambre de comprensión.

Cuida de la vida de tus hijos, ora por ellos con pasión.

Pastora Martha Bardales
Isaías 66:13 ”Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros”

 

 

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Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


¡No tocar!

Cuántos al ingresar a grandes tiendas nos hemos encontrado con letreros como este: “No tocar” Quizá nuestra curiosidad se hace más ferviente porque se trata de prendas tan hermosas que quisiéramos tenerlas en nuestras manos, pero por el costo que estas tienen y el anuncio puesto en ellas no nos es permitido; además incluso pueden haber cámaras que vigilan nuestros movimientos.

De una forma similar se encontraba el leproso a quien Jesús lo miró con ojos de compasión, sabiendo que la enfermedad que este hombre tenía era una de las más horrorosas de todos los tiempos; ya que por el temor al contagio muchos le ponían el famoso letrero: ¡No tocar! Lo que hacía que las víctimas de este padecimiento se aíslen de la sociedad.

Hoy en día, somos testigos de cómo la lepra espiritual se ha convertido en una epidemia difícil de tratar. Lo que físicamente se conocía como una enfermedad con la pérdida de la sensibilidad, hoy también lo es a nivel espiritual. ¿Cuántos hombres y mujeres viven haciéndose daño por este mal? Quizá por el temor a ser criticados o señalados, prefieren vivir aislados de la sociedad y hundirse en su amargura, cuando la respuesta a la sanidad de su alma está a la distancia de una oración y el toque divino de su Salvador.

“(…) Si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio —dijo. 
Movido a compasión, Jesús extendió la mano y lo tocó.
—Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano!” Marcos 1:40-41 (NTV)

Si la situación en la que hoy te encuentras te ha hecho aislarte de los demás creyendo que no hay forma de salir de ella, o simplemente no lo mereces, déjame decirte que Jesús vino para quitar el título que muchos te pusieron, Él vino a devolverte la sensibilidad que este mundo te quitó para evitar que te sigas haciendo daño. ¿Vas a rechazarlo?

Ya no te alejes más de su presencia, no importa el tamaño de tus errores, Él está dispuesto a perdonarte y a devolverte todo lo que el enemigo vino a robarte, permite que el toque de su mano llene tu ser y traiga grandes cambios a tu vida.

“Mi Dios me perdonó todo el mal que he hecho; me devolvió la salud, me libró de la muerte, ¡me llenó de amor y de ternura! Mi Dios me da siempre todo lo mejor; ¡me hace fuerte como las águilas!” Salmo 103: 3-5 (TLA)

Ruth Mamani
CVCLAVOZ