Romanos 5:1 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

 

Resultados de la justificación

 

 

Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos[a] paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por medio de quien también hemos obtenido entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos[b] en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos[c] en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia[d]y la paciencia[e], carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado. Porque mientras aún éramos débiles[f], a su tiempo Cristo murió por los impíos. Porque a duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por el bueno. Pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, habiendo sido ahora justificados por[g] su sangre, seremos salvos de la irade Dios por medio de El. 10 Porque si cuando éramos enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, habiendo sido reconciliados, seremos salvos por[h] su vida. 11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos[i] en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION


¿Cómo Activar La Palabra De Dios En Tu Vida?

 

 

“LA PALABRA DE CRISTO HABITE… EN VOSOTROS” (Colosenses 3:16)

La clave de una vida exitosa está en tomar las decisiones adecuadas y proponerse hacer lo correcto. Si dependes de tu propia sabiduría o la recibes de otros las posibilidades de progresar no son muy buenas. Escribe Pablo: “La palabra de Cristo habite… en vosotros” (Colosenses 3:16). Dejar que la Palabra viva en ti será la estrategia ganadora para la vida. Para ello deberás:

1) Lee La Palabra de Dios

No es necesario entenderlo todo; no se trata de un ejercicio intelectual. Leerla en oración nos da fuerza y sabiduría porque “…la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu… y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4: 12 LBLA.

2) Medita en La Palabra de Dios

Meditar significa “rumiar”. Que los jugos digestivos espirituales procesen la palabra de Dios hasta que sus nutrientes lleguen a ser parte de ti, fortaleciéndote, dándote energía y guiándote.

3) Cree en La Palabra de Dios

“…Mi palabra que sale de mi boca… hará lo que yo quiero y será prosperada…” (Isaías 55:11). Lo único que puede limitar la eficacia de la Palabra de Dios es la incredulidad. “…A ellos de nada les sirvió haber oído la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron” (Hebreos 4:2). “Oír” es lo que abre la puerta; “creer” te hace entrar por ella y activa la promesa.

4) Recibe La Palabra de Dios

Por mucho que creas en las promesas de Dios y en Su intención de concedértelas, no serán tuyas hasta que no te apropies de ellas por fe. “Creed que ya habéis recibido todo lo que estéis pidiendo en oración, y lo obtendréis” (Marcos 11:24 CST). Entonces, cree que tu respuesta está de camino y mantén avivada la fe hasta que llegue.

“…SI PEDIMOS ALGUNA COSA CONFORME A SU VOLUNTAD, ÉL NOS OYE” (1 Juan 5:14)

Conforme esperas a que la palabra de Dios se cumpla en tu vida, haz estas tres cosas más:

5) Declará La Palabra de Dios

La forma más eficaz de orar es hablar la Palabra de Dios. Los patriarcas, profetas y salmistas tenían por costumbre recordarle a Dios en oración Sus promesas, en la confianza de que las iba a guardar. La mejor señal de que algo es voluntad de Dios está en Su Palabra. “Ésta es la confianza que tenemos al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya tenemos lo que le hemos pedido” (1 Juan 5:14-15). Dios siempre responde a Su palabra, ¡siempre!
6) Obedece La Palabra de Dios

El plan de Dios para nosotros no es que solamente proclamemos Su palabra, por muy importante que esto sea, sino que también la obedezcamos (Santiago 1:22). Como dice un himno tradicional: “Para andar con Jesús, no hay senda mejor, Que guardar sus mandatos de amor. Obedientes a Él, siempre habremos de ser, Y tendremos de Cristo el poder. Obedecer, y confiar en Jesús, Es la regla marcada para andar en la luz”. La obediencia, que no es otra cosa que la fe en acción, nos pone en sintonía con Dios y Él responde cumpliendo Sus promesas.

7) Comparte La Palabra de Dios

Padres y abuelos: “Estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón. Se las repetirás a tus hijos, y les hablarás de ellas estando en tu casa y andand o por el camino, al acostarte y cuando te levantes” (Deuteronomio 6:6-7). No tienes por qué ser experto, pero sí alguien que habla con sinceridad. Compartir la Palabra de Dios da fruto en las vidas de tu familia, amigos y conocidos, en tus compañeros de trabajo y vecinos; y aumenta el entendimiento y conocimiento que tú mismo tienes de ella.

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

El vagón equivocado

 

Cuentan que dos hombres, muy experimentados y que habían viajado mucho, sintiéndose orgullosos de eso, se jactaban de no necesitar la ayuda de nadie para saber qué tren tenían que tomar, en cierta oportunidad se dirigieron a la estación y se acomodaron en un buen compartimiento del tren que ellos creían ser el que los llevaría a su destino.

Por tres veces un joven de equipajes asomó su cabeza en el compartimiento para avisarles que debían pasar al coche de adelante. Por fin uno de ellos se decidió a preguntar, con aire de suficiencia:

- ¿Y por qué no podemos quedarnos dónde estamos?

- Por nada- respondió el hombre- solamente que este coche no está enganchado al tren, de manera que no les llevará a ningún parte”.

Los seres humanos somos así, confiados en nuestro conocimiento, nuestras fuerzas, los bienes acumulados, la influencia de la gente que conocemos y muchas cosas más; nos embarcamos en proyectos confiados en una u otra cosa terrenal e incluso buscando religiones que llenen el vacío que llevamos, cuando sólo Dios puede hacerlo.

No está mal ser emprendedor, por el contrario, el problema está en no saber reconocer nuestras limitaciones, el confiar en las cosas materiales, en personas tan falibles como nosotros.

Mucha gente, confiada en sus conocimientos rechaza los consejos de los demás e incluso, deja de consultar con Dios si esa es Su voluntad. Apoyados en su autosuficiencia se embarcan en su orgullo y emprenden el viaje. Pero, ¿Será que los llevará a su destino?, ¿El vagón será el correcto?

Por algo, en Proverbios 3:5-8 se nos aconseja: “Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar.No te dejes impresionar por tu propia sabiduría.En cambio, teme al Señor y aléjate del mal. Entonces dará salud a tu cuerpo y fortaleza a tus huesos” (NTV)

Hoy es un buen día para detener nuestra marcha acelerada y pensar si estamos seguros de estar en el lugar, el proyecto o la empresa correcta; si no cabe la posibilidad de que confiando en nuestro conocimiento no hayamos embarcado en el coche incorrecto y que después de muchos sacrificios y tiempo nos percatemos que el vagón en el que nos sentamos nunca se movió.

Pídele a Dios que te de la humildad necesaria para reconocer tus limitaciones, la sabiduría para tomar las decisiones correctas, que te muestre su voluntad y te de la fortaleza y determinación para seguirla.

Cuando te embarcas en un vagón tomado de la mano de Dios, puedes estar seguro de que llegarás al lugar correcto sano y salvo.

 

 

 

 


Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ