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Génesis 27:3-4 La Biblia de las Américas (LBLA)

Jacob suplanta a Esaú

 

 

27 Y aconteció que siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver, llamó a Esaú, su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí. Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no sé el día de mi muerte. Ahora pues, te ruego, toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza; y prepárame un buen guisado[a] como a mí me gusta, y tráemelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga antes que yo muera.

Rebeca estaba escuchando cuando Isaac hablaba a su hijo Esaú. Y cuando Esaú fue al campo a cazar una pieza para traer a casa[b],Rebeca habló a su hijo Jacob, diciendo: He aquí, oí a tu padre que hablaba con tu hermano Esaú, diciéndole: “Tráeme caza y prepárame un buen guisado para que coma y te bendiga en presencia del Señorantes de mi muerte.” Ahora pues, hijo mío, obedéceme en[c] lo que te mando. Ve ahora al rebaño y tráeme[d] de allí dos de los mejores cabritos de las cabras, y yo prepararé con ellos un buen guisado para tu padre como a él le gusta. 10 Entonces se lo llevarás a tu padre, que comerá, para que te bendiga antes de su muerte. 11 Y Jacob dijo a su madre Rebeca: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velludo y yo soy lampiño. 12 Quizá mi padre me palpe, y entonces seré para él un engañador[e] y traeré sobre mí una maldición y no una bendición. 13 Pero su madre le respondió: Caiga sobre mí tu maldición, hijo mío; solamente obedéceme[f], y ve y tráemelos. 14 Y él fue, los tomó y los trajo a su madre; y su madre hizo un buen guisado, como a su padre le gustaba.15 Entonces Rebeca tomó las mejores[g] vestiduras de Esaú, su hijo mayor, que tenía ella en la casa, y vistió a Jacob, su hijo menor; 16 le puso las pieles de los cabritos[h] sobre las manos y sobre la parte lampiña del cuello, 17 y puso el guisado y el pan que había hecho en manos de su hijo Jacob.

18 Entonces él fue a su padre, y dijo: Padre mío. Y éste respondió: Aquí estoy. ¿Quién eres, hijo mío? 19 Y Jacob dijo a su padre: Soy Esaú tu primogénito. He hecho lo que me dijiste. Levántate, te ruego. Siéntate y come de mi caza para que me bendigas[i]. 20 E Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la has encontrado tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque el Señor tu Dios hizo que así me[j] acaeciera. 21 Isaac entonces dijo a Jacob: Te ruego que te acerques para palparte, hijo mío, a ver si en verdad eres o no mi hijo Esaú. 22 Jacob se acercó a Isaac su padre, y él lo palpó y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos son las manos de Esaú. 23 Y no lo reconoció porque sus manos eran velludas como las de su hermano Esaú, y lo bendijo. 24 Y le preguntó: ¿Eres en verdad mi hijo Esaú? Y él respondió: Yo soy. 25 Entonces dijo: Sírveme[k], y comeré de la caza de mi hijo para que yo[l] te bendiga. Y le sirvió[m], y comió; le trajo también vino, y bebió. 26 Y su padre Isaac le dijo: Te ruego que te acerques y me beses, hijo mío. 27 Y él se acercó y lo besó; y al notar[n] el olor de sus vestidos, lo bendijo, diciendo[o]:

He aquí, el olor de mi hijo
es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido.
28 Dios te dé, pues, del rocío del cielo,
y de la grosura de la tierra,
y abundancia de grano y de mosto.
29 Sírvante pueblos,
y póstrense ante ti naciones;
sé señor de tus hermanos,
e inclínense ante ti los hijos de tu madre.
Malditos los que te maldigan,
y benditos los que te bendigan.

30 Y sucedió que tan pronto como Isaac había terminado de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de la presencia de su padre Isaac, su hermano Esaú llegó de su cacería. 31 Y también él hizo un buen guisado y lo trajo a su padre, y dijo a su padre: Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que tú me bendigas[p]. 32 Y su padre Isaac le dijo: ¿Quién eres? Y él respondió: Soy tu hijo, tu primogénito, Esaú. 33 Y tembló Isaac con estremecimiento muy grande, y dijo: ¿Quién fue entonces el que trajo caza, antes de que tú vinieras, y me la trajo y yo comí de todo, y lo bendije? Sí, y bendito será. 34 Al oír Esaú las palabras de su padre, clamó con un grande y amargo clamor, y dijo a su padre: ¡Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío! 35 Y él respondió: Tu hermano vino con engaño, y se ha llevado tu bendición. 36 Y Esaú dijo: Con razón se llama Jacob[q], pues me ha suplantado estas dos veces. Me quitó mi primogenitura, y he aquí, ahora me ha quitado mi bendición. Y añadió: ¿No has reservado una bendición para mí? 37 Pero Isaac respondió, y dijo a Esaú: He aquí, yo lo he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus parientes[r]; y con grano y mosto lo he sustentado. En cuanto a ti ¿qué haré, pues, hijo mío? 38 Y Esaú dijo a su padre: ¿No tienes más que una bendición, padre mío? Bendíceme, bendíceme también a mí, padre mío. Y Esaú alzó su voz y lloró.39 Entonces su padre Isaac respondió, y le dijo:

He aquí, lejos de[s] la fertilidad[t] de la tierra será tu morada,
y lejos del[u] rocío que baja[v] del cielo.
40 Por tu espada vivirás,
y a tu hermano servirás;
mas acontecerá que cuando te impacientes,
arrancarás su yugo de tu cerviz.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

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REFLEXION

La Madurez Cristiana – El Madurar
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Cristianos, Devocional Diario, Devocionales, Dios 2 Comentarios


Campo de trigo cosechaSaveLa Madurez Cristiana – El Madurar.

Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo”. Gálatas 4.1
Este es un signo distintivo de muchos creyentes en este tiempo, a pesar de ser herederos viven como esclavos porque no han madurado y siguen siendo como niños.

La diferencia en nuestra forma de vivir está directamente relacionada con el grado de madurez que poseemos en cada área de nuestra vida a la hora de actuar.

No alcanza con ser heredero, también hay que actuar como uno, porque en definitiva nuestro comportamiento es el responsable de la vida que desarrollemos en esta Tierra.
– El inmaduro viola principios y cree que nada le sucederá.
– El inmaduro actúa de forma caprichosa, no sabe esperar, lo quiere ya.

– El inmaduro reacciona de forma impulsiva, sin meditar ni medir las consecuencias.
– El inmaduro maneja su vida de acuerdo a lo que le gusta y no de acuerdo a lo que le conviene.
– El inmaduro se maneja de acuerdo a lo que siente y no por obediencia.

Este es tiempo de madurar en todas las áreas de nuestra vida. Primero para bendición propia, y también para ser de testimonio a los que nos rodean.

No te olvides que Cristo vino para que tengas vida, y vida en abundancia, y no para que vivas como esclavo, para esto es imprescindible madurar.

Eres un hijo de Dios, heredero y coheredero con Cristo, no te conformes con menos, desarrollá madurez en tu vida y toda esclavitud se irá de ti.

Necesitamos comprender que el aceptar a Cristo como Salvador nos da la vida eterna, y el hacerlo Señor de nuestra vida obedeciendo los principios de su Palabra nos da la victoria en esta Tierra.

Fijate en qué área de tu vida vives en esclavitud, y madurá en esa área cuanto antes para dejar de ser un niño y empezar a vivir como un verdadero heredero.
Yo bendigo tu vida con una unción de madurez, para que a la hora de actuar lo hagas como un heredero y alejes de vos toda inmadurez, habiendo crecido y dejando de ser un niño.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Defensa personal

Un joven se acercó a su pastor y le preguntó:

- ¿Usted piensa que pecaré si aprendo el arte de defenderme?
- ¡Oh, no, en de ninguna manera; yo también lo aprendí y lo practico siempre que es necesario! – respondió el pastor.
- ¡Me alegra saberlo! Yo tenía un poquito de miedo… y, ¿Cuál sistema practica, el 
judo, Krav Magá, boxeo o algún otro?
- No joven, yo practico el de… Salomón. 
- Pero… ¿El sistema de Salomón?
- Ese mismo, el que hallarás en el primer versículo del capítulo 15 de sus Proverbios:
“La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.” Es el mejor de los sistemas a mi juicio.
Los seres humanos tendemos a buscar la mejor forma de defendernos atacando a otros o respondiendo con mejores argumentos o levantamos la voz para hacernos escuchar. Sin embargo, no existe mejor respuesta que la apacible.

Aunque no nos gusta la idea de que nos encuentren más débiles o vulnerables, debemos reconocer que el dar una respuesta agresiva o violenta solamente aumentará el problema y ambas partes saldrán más heridas. Pero si nuestra respuesta es blanda, los ánimos se calmarán y podremos razonar mejor con la otra parte.

¿Por qué deberías responder así? Porque eres tu quien conoce este principio y es tu responsabilidad ponerlo en práctica, ser un ejemplo para aquellos que quizás se han acostumbrado a actuar y responder violentamente porque eso es lo que conocen debido a que en sus hogares viven o experimentaron violencia. Recuerda que cada uno pelea batallas de las que quizás nunca tengamos conocimiento y eso influye en su manera de actuar.

Sé un ejemplo y defiéndete a la manera de Salomón.

 

 

Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ