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Isaías 48:10 La Biblia de las Américas (LBLA)

Reprensión a Israel y promesa de liberación

 

 

 

48 Oíd esto, casa de Jacob, los que lleváis[a] el nombre de Israel
y salisteis de las entrañas[b] de Judá,
los que juráis por el nombre del Señor
y hacéis[c] mención del Dios de Israel,
pero no en verdad ni en justicia,
aunque lleváis[d] el nombre de la ciudad santa,
y os apoyáis[e] en el Dios de Israel,
cuyo nombre es Señor de los ejércitos.
Las cosas pasadas desde hace tiempo las declaré,
de mi boca salieron y las proclamé.
De repente actué y se cumplieron.
Por cuanto sé que eres obstinado[f],
que tendón de hierro es tu cerviz
y de bronce tu frente,
yo, pues, te las declaré desde hace tiempo;
antes de que sucedieran[g] te las proclamé,
no sea que dijeras: “Mi ídolo las ha hecho,
y mi imagen tallada o fundida las ha ordenado.”
Lo has oído; míralo todo.
Y vosotros, ¿no lo declararéis?
Desde este momento te hago oír cosas nuevas
y ocultas que no conocías.
Ahora han sido creadas, y no hace tiempo,
y antes de hoy no las habías oído,
para que no digas: “He aquí, yo las conocía.”
Sí, tú no las oíste, ni nunca las conociste;
ciertamente, no habían sido abiertos de antemano tus oídos,
porque yo sabía que obrarías con mucha perfidia,
y rebelde[h] te han llamado desde el seno materno.
Por amor a mi nombre contengo mi ira,
y para mi alabanza la reprimo contigo
a fin de no destruirte.
10 He aquí, te he purificado, pero no como a plata;
te he probado en el crisol de la aflicción.
11 Por amor mío, por amor mío, lo haré,
porque ¿cómo podría ser profanado mi nombre?
Mi gloria, pues, no la daré a otro.

12 Oyeme, Jacob, Israel a quien llamé[i]:
Yo soy, yo soy el primero y también soy el último.
13 Ciertamente mi mano fundó la tierra,
y mi diestra extendió los cielos;
cuando los llamo, comparecen juntos.
14 Congregaos, todos vosotros, y escuchad.
¿Quién de entre ellos ha declarado estas cosas?
El Señor lo ama; él ejecutará su voluntad en Babilonia,
y su brazo[j] será contra los caldeos.
15 Yo, yo he hablado, en verdad lo he llamado,
lo he traído; y su camino prosperará[k].
16 Acercaos a mí, escuchad esto:
Desde el principio no he hablado en secreto,
desde el momento en que sucedió, allí estaba yo.
Y ahora me ha enviado el Señor Dios[l], y su Espíritu.

17 Así dice el Señor, tu Redentor, el Santo de Israel:
Yo soy el Señor tu Dios, que te enseña para tu beneficio,
que te conduce por el camino en que debes andar.
18 ¡Si tan sólo hubieras atendido a mis mandamientos!
Entonces habría sido tu paz[m] como un río,
y tu justicia como las olas del mar.
19 Sería como la arena tu descendencia[n],
y tus hijos[o] como sus granos;
nunca habría sido cortado ni borrado su nombre de mi presencia.

20 Salid de Babilonia, huid de los caldeos;
con voz de júbilo anunciad, proclamad esto,
publicadlo hasta los confines de la tierra;
decid: El Señor ha redimido a su siervo Jacob.
21 No padecieron sed cuando El los condujo por los desiertos;
hizo que brotara agua de la roca para ellos,
partió la peña, y las aguas corrieron.
22 No hay paz para los malvados —dice el Señor.

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

Un Liderazgo Ejemplar
Publicado por: Devocionales en Articulos Cristianos 2 Comentarios

 

 

“…Y DE EXHORTARLOS CON ABUNDANCIA DE PALABRAS…” (Hechos 20:2b)

Un buen líder tiene dos características importantes: muestra a los demás adónde va y puede demostrarles las ventajas de ser dirigidos por él. Hay personas con mucho talento que nunca serán unos líderes efectivos porque están mas interesados en ellos mismos que en las personas a las cuáles lideran. Sin embargo, una vez que hayan pasado por la “escuela de los palos”, se vuelven más sensibles a las necesidades de los demás. Pero los líderes eficaces no esperan a que eso ocurra. Ellos saben que el mundo está lleno de ideas, mientras que las personas que las hacen realidad son invaluables. El legendario entrenador de fútbol americano Bear Bryant solía decir: “Solamente soy una ‘mano de obra’, pero he aprendido a mantener unido a un equipo, a cómo levantar el ánimo de algunos hombres y a cómo calmar el de otros, hasta que todos lleven el mismo ‘ritmo’. Sólo les digo estas tres cosas: si todo sale mal: ‘Es por mi culpa’, si sale regular: ‘Lo hicimos nosotros’, y si sale bien: ‘Vosotros lo conseguisteis’”.

Si aspiras al liderazgo, considera esto: los lideres ejemplares son accesibles, no son susceptibles, ni pierden los estribos; nunca permiten que pequeños problemas les arruinen las perspectivas, y siempre ponen una “rodaja de critica” entre dos “rebanadas de elogios”. Robert Louis Stevenson dijo: “Guárdate el miedo para ti, pero comparte la valentía con los demás”. Hay personas que te hieren y otras que te sanan. Animar a los demás significa simplemente darles una “transfusión” de ánimo. Pablo llamó a los discípulos y les exhortaba con abundancia de palabras (cfr. Hechos 20:1,2) ¡Esto es un liderazgo ejemplar! Así que, ¿tienes lo que hace falta para ser un líder?

“Mucha franqueza tengo con vosotros…” (2 Corintios 7:4)

Para entender el liderazgo en su mayor expresión, toma en cuenta al apóstol Pablo; él dijo a los creyentes de Corinto que estaban temerosos y llenos de problemas: “Mucha franqueza tengo con vosotros; mucho me glorío con respecto de vosotros. Estoy lleno de consuelo y sobreabundo de gozo en medio de todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 7:4). A pesar de la inmadurez de la congregación en Corinto y de los “…conflictos…” (2 Corintios 7:5) que había pasado durante su viaje a Macedonia, Pablo era el que más les alentaba. Sabía cómo consolar y corregir, animar y exhortar, que son las características de un liderazgo ejemplar. Alguién dijo: “La corrección hace mucho pero el animo hace más”.

Entonces, ¿qué significa ser un buen líder? Los buenos líderes:

(a) son consecuentes y dan ejemplo “abriendo camino”, de manera que todos saben que lo que se oye “abajo”, ya ha sido puesto en practica “arriba”;

(b) expresan constantemente su aprecio, comprendiendo que todos necesitan saber que son importantes para el equipo;

(c) prestan siempre atención a las sugerencias, opiniones, miedos e ideas, sin prejuicios ni indiferencia. La escritora Betty Bender dijo: “Es un error rodearte sólo de gente como tú. Tira esa vieja y gastada ‘colcha’ y sustitúyela por un colorido ‘edredón’ de personas distintas e imaginativas, ¡y mira cómo manan las ideas!”;

(d) no ven a la gente como si fuera estática; Mary Kay Ash dijo: “Las letras P y G no sólo significan ‘pérdidas y ganancias’ sino también ‘personas y gratitud (amor)’;

(e) explican por qué quieren que se hagan las cosas de cierto modo, porque reduce los errores, y el resentimiento que puede surgir al sentirse uno forzado. Clarence Francis dijo: “Puedes comprar el tiempo de una persona, su presencia física en un lugar determinado e incluso sus habilidades, pero no puedes comprar su entusiasmo, su lealtad y su devoción; éstas tienes que ganártelas”.


“…EXHORTA Y REPRENDE CON TODA AUTORIDAD” (Tito 2:15)
Es muy difícil llevar a otros más lejos de donde tú mismo has llegado, especialmente cuando estás más preocupado por las reacciones que por mantener el equipo en el rumbo correcto. ¿Significa esto que te conviertes en el responsable de todo? No, pero como líder es imposible complacer a todos. Si necesitas aprobación constantemente, acabarás siendo controlado por aquéllos a los que se supone que lideras. Pablo reconoció este punto y por eso le dijo a Tito: “…habla, y exhorta y reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie” (Tito 2:15).

Los líderes inseguros y sin experiencia le dan mil vueltas cuando tienen que tomar decisiones que pueden producir descontento en las filas. Se sienten responsables por las reacciones emocionales de la gente. No se dan cuenta de que cuando hacen lo que deben aunque los demás no estén de acuerdo, es problema de ellos, a no ser que permitas que se convierta en el tuyo. Un líder maduro trata con la frustración y mantiene una buena actitud; escucha la “música”, aunque no le guste la “melodía”. Piensa en esto: cuando eres padre y adviertes a tu hijo que no ponga la mano en el fuego, no es tu responsabilidad que el niño no disfruta escuchándolo, ¿verdad? Esperamos que cuando madure, lo comprenda. Pero la verdad es que a algunas personas no les gusta escuchar la palabra “no”, sin importar la edad que lleguen a tener. De cualquier forma, todos necesitamos escucharla de vez en cuando o nunca estaremos contentos con aquello que no concuerde con nuestros deseos, lo que realmente significa: ¡no llegar a ninguna parte, o meternos en problemas!

“…EL TRABAJO ES DEMASIADO PESADO PARA TI Y NO PODRÁS HACERLO TÚ SOLO” (Éxodo 18:18b)

Los israelitas buscaban a Moisés para cualquier cosa, y eso le agotaba mucho, pues intentaba satisfacer sus expectativas. “Al ver el suegro de Moisés todo lo que él hacía por el pueblo… le dijo:… Desfallecerás del todo…, porque el trabajo es demasiado pesado para ti y no podrás hacerlo tú solo… …escoge… a hombres virtuosos, temerosos de Dios, hombres veraces…, y ponlos sobre el pueblo… Así se aliviará tu carga, pues ellos la llevarán contigo. …tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar” (Éxodo 18:14,17,18,21,22,23).

Pedir ayuda es una señal de fuerza, no de debilidad. Algunos de nosotros estamos orgullosos de nuestra capacidad sobrehumana de poder hacerlo todo. Pero el suegro de Moisés le dijo que lo que estaba haciendo no era bueno para él ni para aquéllos a los que lideraba. ¿Cómo puede ser esto? Cuando Dios te llama y te prepara para hacer un trabajo, y lo sigues haciendo, la gente acaba frustrada y sin poder desarrollarse. El Señor nos creó para que seamos interdependientes, no independientes. Delegar autoridad a las personas apropiadas fortaleció a Moisés para la tarea de guiar a Israel del modo que Dios quería. No puedes ser todo para todos. A no ser que aprendas a delegar, te vas a desintegrar. Recuerda, tú también tienes necesidades legítimas y es incorrecto ser demasiado orgulloso para pedir ayuda.

Como líder, es fácil sobreestimar tu propia importancia. Pablo dijo: “…cada cuál… no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura…” (Romanos 12:3b). Theodore Roosevelt lo expresó de esta manera: “El mejor ejecutivo es el que tiene la suficiente percepción para elegir a las personas adecuadas con el fin de que hagan las cosas que él quiere que se realicen, y el autodominio suficiente para no entrometerse mientras lo llevan a cabo”. Y éste todavía es un buen consejo para el día de hoy.

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

Vivir confiadamente

 

 

 

A un cristiano aparentemente distraído, quien era un hombre quieto, pacífico y de paz imperturbable, al punto de que a veces no se daba cuenta de lo que pasaba a su alrededor, se le preguntó:

¿Cómo es que usted tiene tan perfecta paz y se muestra imperturbable?

¿Cuáles son sus reflexiones y pensamientos que le hacen tan feliz?

¡Oh! – dijo el siervo de Dios- Cuando tengo momentos de quietud, pienso en el Señor Jesús; y cuando no puedo pensar en Él porque tengo que atender asuntos diversos, sé que Él está pensando en mí. Por eso es que estoy tranquilo en cualquier momento y circunstancia. El tener la firme convicción de que nuestro Padre está en control de todo y del gran amor que nos tiene, permite que vivamos confiados, sin temer las circunstancias, ni las malas noticias, sin importar si aún no hemos recibido lo que pedimos, ni si nuestros planes no resultaron como esperábamos.

Nuestra confianza en Dios no debe verse afectada por las circunstancias porque Él no cambia, permanece Fiel ante cualquier cosa y su amor no mengua, aún si le hemos fallado.

“No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús”. Filipenses 4:6,7 (NTV)

No debemos preocuparnos por nada, nuestro único afán debe ser poder vivir de acuerdo a lo que Dios manda, buscando la paz con Él y con los hombres, dando lo mejor de nosotros, tratando de que cada día podamos conocer un poco más a Dios y su voluntad para nuestras vidas.
Si permitimos que Dios esté en control de nuestras vidas, no habrá nada que salga mal, por más que las circunstancias se vean adversas, todo será para bien.

Vive confiadamente, que unas cuantas circunstancias no te quiten la preciosa paz que Dios te brinda y recuerda que Él siempre está pensando en ti.

 

 

 

 


Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ