Salmos 106:7

 

 

 

 

 

 

 

La rebeldía de Israel y la liberación del Señor

 

 

 

 

106 ¡Aleluya[a]!
Dad gracias al Señor, porque es bueno;
porque para siempre es su misericordia.
¿Quién puede relatar los poderosos hechos del Señor,
o expresar toda su alabanza?
Bienaventurados los que guardan el juicio[b],
los que practican[c] la justicia en todo tiempo.

Acuérdate de mí, oh Señor, en tu bondad hacia[d] tu pueblo;
visítame con tu salvación,
para que yo vea la prosperidad de tus escogidos,
para que me regocije en la alegría de tu nación,
para que me gloríe con tu heredad[e].

Nosotros hemos pecado como[f] nuestros padres,
hemos hecho iniquidad, nos hemos conducido impíamente.
Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas;
no se acordaron de tu infinito amor[g],
sino que se rebelaron junto al mar, en el mar Rojo[h].
No obstante, los salvó por amor de su nombre,
para manifestar su poder.
Reprendió, pues, al mar Rojo, y se secó;
y los condujo por las profundidades, como por un desierto.
10 Los salvó de mano[i] del que los odiaba,
y los redimió de mano[j] del enemigo.
11 Las aguas cubrieron a sus adversarios,
ni uno de ellos escapó.
12 Entonces creyeron en sus palabras,
y cantaron su alabanza.

13 Pero pronto se olvidaron de sus obras;
no esperaron su consejo.
14 Tuvieron apetitos desenfrenados en el desierto,
y tentaron[k] a Dios en las soledades.
15 El les concedió lo que pedían,
pero envió una plaga mortal sobre ellos[l].

16 Cuando en el campamento tuvieron envidia de Moisés,
y de Aarón, el santo del Señor,
17 la tierra se abrió y tragó a Datán,
y se cerró sobre[m] el grupo[n] de Abiram.
18 Un fuego ardió contra su grupo[o],
la llama consumió a los impíos.

19 Hicieron un becerro en Horeb,
y adoraron una imagen de fundición;
20 cambiaron su gloria
por la imagen de un buey que come hierba.
21 Se olvidaron de Dios su Salvador,
que había hecho grandes cosas en Egipto,
22 maravillas en la tierra de Cam,
y cosas asombrosas en el mar Rojo.
23 El dijo que los hubiera destruido,
de no haberse puesto Moisés, su escogido, en la brecha delante de El,
a fin de apartar su furor para que no los destruyera.
24 Aborrecieron la tierra deseable,
no creyeron en su palabra,
25 sino que murmuraron en sus tiendas,
y no escucharon la voz del Señor.
26 Por tanto, les juró[p]
abatirlos en el desierto,
27 y esparcir su simiente entre las naciones,
y dispersarlos por las tierras.

28 Se unieron también a Baal-peor[q],
y comieron sacrificios ofrecidos a los muertos.
29 Le provocaron, pues, a ira con sus actos,
y la plaga se desató entre ellos.
30 Entonces Finees se levantó e intervino[r],
y cesó la plaga.
31 Y le fue contado por justicia
por todas las generaciones para siempre.

32 También le hicieron enojarse en las aguas de Meriba[s],
y le fue mal a Moisés por culpa de ellos,
33 puesto que fueron rebeldes contra su Espíritu[t],
y él habló precipitadamente con sus labios.

34 No destruyeron a los pueblos,
como el Señor les había mandado,
35 sino que se mezclaron con las naciones,
aprendieron sus costumbres[u],
36 y sirvieron a sus ídolos
que se convirtieron en lazo para ellos.
37 Sacrificaron a sus hijos y a sus hijas a los demonios,
38 y derramaron sangre inocente,
la sangre de sus hijos y de sus hijas,
a quienes sacrificaron a los ídolos de Canaán,
y la tierra fue contaminada con sangre.
39 Así se contaminaron en sus costumbres[v],
y fueron infieles[w] en sus hechos.

40 Entonces se encendió la ira del Señor contra su pueblo,
y El aborreció su heredad[x].
41 Los entregó en mano de las naciones[y],
y los que los aborrecían se enseñorearon sobre ellos.
42 Sus enemigos también los oprimieron,
y fueron subyugados bajo su poder[z].
43 Muchas veces los libró;
ellos, sin embargo, fueron rebeldes a su consejo,
y se hundieron en su iniquidad.

44 Sin embargo, El vio su angustia
al escuchar su clamor;
45 y por amor a ellos se acordó de su pacto,
y se arrepintió[aa] conforme a la grandeza de su misericordia.
46 Les hizo también objeto de compasión
en presencia de todos los que los tenían cautivos.

47 Sálvanos, oh Señor, Dios nuestro,
y reúnenos de entre las naciones,
para dar gracias a tu santo nombre,
y para gloriarnos[ab] en tu alabanza.
48 Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
desde la eternidad y hasta la eternidad.
Y todo el pueblo diga: Amén.
¡Aleluya[ac]!

 

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

 

 

 

Promesas – Sé Amable

 

 

 



Promesas -> Una parte de la amabilidad consiste en amar a la gente más de lo que merece.

Más bien sean buenos y comprensivos unos con otros,
perdonándose mutuamente
como Dios los perdonó en Cristo.
Efesios 4: 32

1 Corintios 13:4
El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante;

2 Corintios 2:7
así que, por el contrario, vosotros más bien deberíais perdonar lo y consolar lo, no sea que en alguna manera éste sea abrumado por tanta tristeza.

2 Corintios 2:10
Pero a quien perdonéis algo, yo también lo perdono; porque en verdad, lo que yo he perdonado, si algo he perdonado, lo hice por vosotros en presencia de Cristo,

Colosenses 3:12
Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia;

Colosenses 3:13
soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro; como Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

1 Pedro 3:8
En conclusión, sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos y de espíritu humilde;

 

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

 

 

 

REFLEXION

¿QUÉ ES NACER DE NUEVO?

 

 

 

 

 



nacer de nuevoLa manera más simple de explicar lo que significa “nacer de nuevo” es que dejamos nuestra antigua forma pecaminosa y carnal de pensar, de hablar y de actuar. 

Sin embargo, el nacer de nuevo va más allá del cambio y la transformación que un verdadero creyente anhela alcanzar, pues decir que somos nuevas criaturas porque creemos en Jesucristo y porque hacemos cosas para Él es fácil, lo difícil es vivir eso que decimos y para hacerlo sólo tenemos una forma:

“la muerte”

¿Muerte?

¿Cómo así? 

Algo también sencillo de decir, pero vivirlo un proceso doloroso y complejo; sin embargo, la muerte es lo que tenemos que experimentar todos los días de nuestra vida mientras que llega la hora de reunirnos con Papá Dios en las regiones celestiales.

Muchas personas saben, dicen que creen y que entienden el sacrificio que Jesucristo hizo en la cruz, entonces su “sabiduría” los lleva a ver ese momento sobrenatural como un evento más, religioso e histórico.

No obstante, considero que todos los días encontraremos una nueva enseñanza que nos revela la sabiduría de este gran suceso divino ¿por qué? porque la mayoría decimos que somos cristianos, que creemos en Jesucristo como el Salvador de la humanidad, que somos nuevas criaturas porque un día hicimos una oración de fe y que es Él quien gobierna nuestras vidas, pero a la hora de demostrarlo con los frutos se puede evidenciar algo totalmente diferente a lo que Jesús quiere que vivamos; por ejemplo, no podemos decir que hemos nacido de nuevo si estamos llenos de orgullo, soberbia, odio, resentimiento, ira, enojo, irrespeto, chisme, envidia, mentira, avaricia y engaño, etc. 

¿Cómo puede ser posible esto?

El Señor quiere que nos entreguemos a Él como un sacrificio vivo y santo cada día de nuestra existencia, esta es la verdadera forma de adorarlo, no imitando las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejando que Dios nos transforme en personas nuevas al renovar nuestra mente conforme su palabra; entonces todo lo que pensemos, hablemos y hagamos será conforme su voluntad que por cierto es buena, agradable y perfecta; por lo tanto lo que pensemos, hablemos y hagamos debe ser bueno, agradable y perfecto, no malo, odioso y destructivo. (Ver Romanos 12:1-2).

Cuando estás dispuesto a morir para Jesucristo significa que estás dispuesto a dejar de pecar así te guste pecar, decides dejar de ser el centro de atención y le das ese lugar a quien le corresponde, a tu Señor y Salvador; entonces, si eres irresponsable dejar de ser irresponsable, si eres ladrón dejas de robar, si eres mentiroso dejas de mentir, si eres grosero dejas de serlo, si eres orgulloso te vuelves humilde, si eres rencoroso te vuelves amoroso, si eres adultero o infiel no lo vuelves a ser, si eres fornicario decides guardarte para el Señor, si tienes vicios decides abandonarlos, si eres rebelde te vuelves manso y humilde, etc. 

el pecado es normal para el mundo pero si hemos recibido a Jesucristo con seriedad en nuestra vida, entonces ya no pertenecemos a los del mundo y dejamos de hacer lo que ellos hacen porque lo que hacen agrada a Satanás.

El nacer de nuevo requiere de nuestra muerte diaria al pecado y a la maldad, es una tarea constante y permanente porque el pecado anda a nuestro alrededor asechándonos para atraparnos; pero si realmente confesamos a Jesucristo y creemos en Él como lo decimos, vamos a tomar dominio sobre el pecado y vamos a morir a la necesidad de pecar así nos duela y nos cueste. Por lo menos no se la dejemos tan fácil al pecado y démosle guerra.

Que el Señor vea nuestro esfuerzo por no pecar, nuestras ganas de agradarlo en todo y que sea Él dándonos el poder del Espíritu para vencer nuestra carne cada vez que pretenda levantarse y si llega a levantarse, crucifiquémosla de nuevo en Cristo Jesús para que cada día pierda mayor fuerza y seamos regidos por el Espíritu y no por nuestra naturaleza pecaminosa.

Los invito a que nos unamos en contra del pecado, oremos los unos por los otros para que nos fortalezcamos en el amor, la fe, el perdón, la justicia, la paz y la santidad que debemos ejercer como hijos de Dios. Cristo venció el pecado en la cruz, ahora nos toca a nosotros vivir conforme su sacrificio y su resurrección al participar de la nueva vida que nos concede por su infinita gracia y misericordia. Si vivimos para Él también podemos experimentar su victoria, su resurrección cada día de nuestras vidas.
“Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí”. Gálatas 2:19b-20ª (Dios Habla Hoy).

¡Esforcémonos por agradar a Dios en todo, Él hará lo que es más difícil para nosotros “ayudarnos a morir al pecado”!

Autora: Marisela Ocampo Otálvaro