Gálatas 4

 

 

 

Alegoría de la libertad en Cristo

 

 

 

21 Decidme, los que deseáis estar bajo la ley, ¿no oís a la ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la sierva y otro de la libre. 23 Pero el hijo de la sierva nació según la carne, y el hijo de la libre por medio de la promesa. 24 Esto contiene una alegoría[v], pues estas mujeres son dos pactos; uno procede del monte Sinaí que engendra hijos para ser esclavos[w]; éste[x] es Agar. 25 Ahora bien, Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, porque ella está en esclavitud con sus hijos. 26 Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésta[y] es nuestra madre. 27 Porque escrito está:

Regocijate, oh esteril, la que no concibes;
prorrumpe y clama, tu que no tienes dolores de parto,
porque mas son los hijos de la desolada,
que de la que tiene marido.

28 Y vosotros, hermanos, como Isaac, sois hijos de la promesa. 29 Pero así como entonces el que nació según la carne persiguió al que nació según el Espíritu, así también sucedeahora. 30 Pero, ¿qué dice la Escritura?

Echa fuera a la sierva y a su hijo,
pues el hijo de la sierva no sera heredero con el hijo de la libre.

31 Así que, hermanos, no somos hijos de la sierva, sino de la libre[z].

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

 

 

Promesas – Mi Vida Entrego a Ti

 

 



Señor, sé que tú me pastoreas y sacias mi alma. Mi vida entrego a ti.

Salmo 23:1-6

El Señor es mi pastor; nada me faltará.

En lugares de delicados pastos me hará yacer:
Junto a aguas de reposo me pastoreará.

Confortará mi alma;
Guiaráme por sendas de justicia por amor de su nombre.

Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno; porque tú estarás conmigo:
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.

Aderezarás mesa delante de mí, en presencia de mis angustiadores:
Ungiste mi cabeza con aceite: mi copa está rebosando.

Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida:
Y en la casa del Señor viviré para siempre.

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

 

REFLEXION



No retroceder

 



por Christopher Shaw



El retroceder es la consecuencia de una decisión de desistir de cometido propuesto

Versículo: Hebreos 10:37-38 

No retroceder El que persevera no considera la posibilidad de volverse atrás, ni de desistir en lo que está haciendo. 

Posee una convicción que quienes están a su alrededor se sienten tentados a tildar de obstinación.

Pero esta insistencia tiene sus raíces firmemente arraigadas en la persuasión de que Dios tendrá la última palabra en la situación puntual que afronta. 

El autor de Hebreos nos anima a recordar que el Señor no tardará en responder.

En poco tiempo vendrá su intervención, pero debemos recalcar que lo que no es tardanza para el Señor, muchas veces tiene sabor a demora para nosotros. 

Cuando Jesús mandó a los discípulos a cruzar al otro lado del mar, él se quedó en un monte orando.

Los discípulos tenían el viento de frente y remaron toda la noche. 

El Señor bien podría haber llegado para aliviarlos a la primera, segunda o tercera vigilia de la noche. 

No obstante, llegó en la cuarta (entre las 3 y las 6 de la madrugada), cuando ya estaban plenamente fatigados. ¿Por qué escogió esta hora? Seguramente porque el tiempo transcurrido les dio amplias oportunidades para ejercitar su confianza en el Señor.

Nuestra tarea no es controlar el tiempo del cumplimiento, sino mantenernos fieles el tiempo que sea necesario.

En realidad, el factor tiempo no es de nuestra incumbencia. 

Es un asunto que está completamente en las manos de Dios.

Solamente él entiende cuál es el momento más propicio para obrar a nuestro favor. 

Muchos elementos, que nosotros desconocemos, deben primeramente acomodarse antes de que él intervenga en una situación. 

Nunca lograremos entender bien los parámetros que él emplea, pero sí podemos aferrarnos a la convicción de que el tiempo en el que se manifiesta es el más apropiado. 

Dios no hace las cosas con mediocridad, ni tampoco improvisa. Si llega a la madrugada, entonces esa es la mejor hora para su arribo. 

Lo que a nosotros nos compete es la perseverancia.

Es decir, insistir en que anhelamos su intervención en determinada circunstancia.

Nuestro clamor debe continuar. 

Con súplicas y muchos ruegos prolongamos nuestra petición a favor de la situación que afrontamos.

Podemos experimentar momentos de desánimo por el camino, pero lo que es inaceptable es que decidamos volvernos atrás. 

Esta es una clara alusión a la actitud de los israelitas en el desierto. Ante cada dificultad volteaban la mirada hacia la tierra que habían dejado, Egipto. 

En algunas ocasiones, hasta intentaron organizar el regreso, aunque ello significara reemplazar la figura de Moisés. 

Dios no se agradó con esa actitud, y tampoco lo encuentra aceptable en este tiempo. 

Los que retroceden no pertenecen a ese grupo de intrépidos héroes y heroínas de la fe que han marcado la diferencia a lo largo de la historia del pueblo de Dios. 

Debemos afianzar en nosotros mismos la firme decisión de no volver atrás, sin importar lo que pueda ocurrir en el camino. 

Con esa actitud, no solamente cosecharemos la recompensa que Dios tiene reservada para nosotros, sino que también agradaremos al Señor.

Tal como hiciera con su propio Hijo, también a nosotros nos declarará: «Ustedes son mis hijos, de quienes estoy bien satisfecho».

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