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Job 2:7 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

Job pierde su salud

 

 

 

 

Y sucedió que un día cuando los hijos de Dios vinieron a presentarse delante del Señor, vino también Satanás[a] entre ellos para presentarse delante delSeñor. Y el Señor dijo a Satanás: ¿De dónde vienes? Entonces Satanás respondió al Señor, y dijo: De recorrer la tierra y de andar por ella. Y el Señordijo a Satanás: ¿Te has fijado[b] en mi siervo Job? Porque no hay otro como él sobre la tierra, hombre intachable[c], recto, temeroso de[d] Dios y apartado del mal. Y él todavía conserva su integridad, aunque tú me incitaste contra él para que lo arruinara[e] sin causa. Respondió Satanás al Señor, y dijo: ¡Piel por piel! Sí, todo lo que el hombre tiene dará por su vida. Sin embargo, extiende ahora tu mano y toca su hueso y su carne, verás si no te maldice en tu misma cara.Y el Señor dijo a Satanás: He aquí, él está en tu mano; pero guarda su vida.

Satanás salió de la presencia del Señor, e hirió a Job con llagas malignas[f]desde la planta del pie hasta la coronilla. Y Job tomó un tiesto para rascarse mientras estaba sentado entre las cenizas. Entonces su mujer le dijo: ¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete. 10 Pero él le dijo: Como habla cualquier mujer necia, has hablado. ¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal? En todo esto Job no pecó con sus labios.

11 Cuando tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita y Zofar naamatita, oyeron de todo este mal que había venido sobre él, vinieron cada uno de su lugar, pues se habían puesto de acuerdo para ir juntos a condolerse de él y a consolarlo. 12 Y cuando alzaron los ojos desde lejos y no lo reconocieron, levantaron sus voces y lloraron. Cada uno de ellos rasgó su manto y esparcieron polvo hacia el cielo sobre sus cabezas. 13 Entonces se sentaron en el suelo con él por siete días y siete noches sin que nadie le dijera una palabra, porque veían que su dolor era muy grande.

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

REFLEXION

La Necesidad De Ser Humilde En La Biblia
Publicado por: Devocionales en Devocional Diario 0

“SI ALGUNO QUIERE SER EL PRIMERO, SERÁ EL ÚLTIMO DE TODOS Y EL SERVIDOR DE TODOS” (Marcos 9:35b)

 

 

 

La humildad no es sólo una cualidad de carácter, es mucho más que eso. Observa estas dos cosas:

(1) Aunque la humildad es una virtud como la que tuvo Cristo, rara vez es entendida o admirada.

Hoy en día, muchas personas en el liderazgo consideran que es extraño si alguien que está en la cumbre demuestra humildad a menudo. “Bajarse” para ayudar a otros o admitir debilidad se considera como hacerte vulnerable frente aquéllos que podrían aprovecharse de ti. Demasiados líderes asumen que deben ser servidos siempre, excepto en algunas ocasiones cuando les interesa ser vistos por un momento sirviendo a los demás… Pensamos que debemos cuidarnos de no asociarnos mucho con los que están por debajo de nosotros, para no poner en peligro nuestra posición. Tememos perder el respeto de nuestros subordinados y superiores si aceptamos una gran responsabilidad para una decisión de poca importancia. Sin embargo, no es así como debería comportarse un seguidor de Cristo. Para él, la humildad no es un concepto religioso, es una forma de vida.

(2) Apreciamos la humildad en otros pero raramente la queremos para nosotros mismos, porque el precio es demasiado alto.

La humildad no es lo que nos saca hacia delante, y seamos honestos: nos gusta tener personas humildes alrededor porque no son una amenaza para nosotros. Son inofensivas, con una pequeña y curiosa virtud que les mantiene apartadas durante nuestra carrera hacia la cima de la “colina”. Cuando tenemos la posición de un rey, podemos permitirnos el lujo de ser humildes. Hasta los discípulos de Cristo no fueron inmunes: “…habían discutido entre sí sobre quién había de ser el mayor. Entonces Él se sentó… y les dijo: ‘Si alguno quiere ser el primero, será el último de todos y el servidor de todos’” (Marcos 9:34b-35). ¿Quieres ser más como Cristo? Entonces, practica la humildad.


“SI ALGUNO QUIERE SER EL PRIMERO, SERÁ EL ÚLTIMO DE TODOS Y EL SERVIDOR DE TODOS” (Marcos 9:35b)

El Dr. Paul Brand fue uno de los cirujanos más respetados del siglo XX por su trabajo entre los leprosos. Su amor por los “más bajos de los más bajos” en la India le llevó a ser un pionero en el campo de técnicas quirúrgicas que los cirujanos todavía usan hoy en la reconstrucción ortopédica. Fue un cirujano brillante, maestro de medicina, escritor, orador y defensor de las personas oprimidas. Philip Yancey escribió: “Cuando conocí al Dr. Brand, me di cuenta de que había malinterpretado que su humildad provenía de un autoimagen negativa. Obviamente, el Dr. Brand conocía sus talentos: a lo largo de su carrera académica siempre terminó en primer lugar y había asistido a muchos banquetes en su honor en los que sus logros fueron premiados. Sin embargo, él reconoció sus dotes como tal: regalos procedentes de un Creador amoroso, y los usaba de una forma de servicio como Cristo lo hizo. Cuando le vi al Dr. Brand por primera vez, todavía se estaba ajustando a la vida en los Estados Unidos. Los lujos normales y corrientes le ponían muy nervioso, por lo que anhelaba llevar una vida sencilla en el campo. Conoció a presidentes, reyes y celebridades pero raramente les mencionó. Habló con franqueza acerca de sus fracasos y frente a sus socios siempre quitaba importancia a sus éxitos. Para mí, lo más impresionante fue que el hombre más sabio y brillante que jamás he conocido dedicó la mayor parte de su vida a algunas de las personas más necesitadas del planeta”.

Los que son genuinamente humildes buscan el bienestar de los demás y se sienten muy seguros. Son conscientes de las cualidades que les causan tener éxito en cualquier cosa que hagan. Y esa seguridad -la valoración de uno mismo tan honesta y sana- resulta en una actitud humilde que se traduce en actos que se ven y que marcan la diferencia así como también un estilo de vida que deberíamos querer seguir.

 

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

Solo ven

 

 

 

Dios siempre se ha caracterizado por invitar a sus hijos a habitar con Él. Desde un principio nuestro Padre nos ha estado haciendo invitaciones para hablar con Él, para creerle, para salvarnos y sostenernos. La palabra "venir" se usa por lo menos mil veces en la Biblia.

Dios invita a Noé y su familia para que entren en el arca, de manera que puedan ser salvados del diluvio que está a punto de ser enviado a la tierra. Esta invitación tiene una cosa en particular, que aunque fue dada hace tantos miles de años atrás, Dios sigue invitando a la gente a entrar en el Arca. (Génesis 6).

Necesitamos mostrar que el arca aún está abierta para salvar al hombre que está perdido. Esto es cuestión de fe, necesitas creer y comprometerte para dar ese paso.

Antes de que Noé y su familia pudieran salvarse tenían que comprometerse a aceptar la invitación del Señor para entrar en el Arca. Fue difícil para ellos pero aún así creyeron y se comprometieron.

Que no se nos olvide esta verdad: Si estamos en el arca de la salvación hoy es porque Dios nos extendió su gracia. Nadie llegó al Señor por su propia cuenta. “Pues nadie puede venir a mí a menos que me lo traiga el Padre, que me envió, y yo lo resucitaré en el día final.” (Juan 6:44 NTV).

Jesús dijo que ninguno podía venir a Él, a menos que el Padre interviniera en todo eso. Cuando Dios nos hace la invitación de entrar al arca de la salvación es porque estamos perdidos o queremos desviarnos. Así que lo que Dios hace es convencernos que Jesús murió por nosotros. Si no hubiera sido por la gracia y el amor de Dios, Noé y su familia habrían muerto. Así que, el arca en sí es una representación de la gracia divina.
Hoy Dios te presenta un nuevo arca para salvarte; sin embargo, es tu decisión si aceptas o no la invitación a entrar.

 

 


Telma Céspedes
CVCLAVOZ