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Deuteronomio 13:6-10  La Biblia de las Américas (LBLA)

Advertencia contra falsos profetas e idólatras

13 [a]Si se levanta en medio de ti un profeta o soñador de sueños, y te anuncia[b] una señal o un prodigio, y la señal o el prodigio se cumple, acerca del cual él te había hablado, diciendo: “Vamos en pos de otros dioses (a los cuales no has conocido) y sirvámosles”, no darás oído a las palabras de ese profeta o de ese soñador de sueños; porque el Señor tu Dios te está probando para ver si amas al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma. En pos del Señor vuestro Dios andaréis y a El temeréis; guardaréis sus mandamientos, escucharéis su voz, le serviréis y a El os uniréis. Pero a ese profeta o a ese soñador de sueños se le dará muerte, por cuanto ha aconsejado[c] rebelión contra el Señor tu[d] Dios que te[e] sacó de la tierra de Egipto y te redimió de casa de servidumbre[f], para apartarte del camino en el cual el Señor tu Dios te mandó andar. Así quitarás el mal de en medio de ti.

Si tu hermano, el hijo de tu madre, o tu hijo, o tu hija, o la mujer que amas[g], o tu amigo entrañable[h], te incita en secreto, diciendo: “Vamos y sirvamos a otros dioses” (a quienes ni tú ni tus padres habéis conocido, de los dioses de los pueblos que te rodean, cerca o lejos de ti, de un término de la tierra al otro), no cederás ni le escucharás; y tu ojo no tendrá piedad de él, tampoco lo perdonarás ni lo encubrirás,sino que ciertamente lo matarás; tu mano será la primera contra él para matarlo, y después la mano de todo el pueblo. 10 Lo apedrearás hasta la muerte[i] porque él trató de apartarte del Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre[j]. 11 Entonces todo Israel oirá y temerá, y nunca volverá a hacer tal maldad en medio de ti.

12 Si oyes decir que en alguna de las ciudades que el Señor tu Dios te da para habitar, 13 han salido hombres indignos[k] de en medio de ti y han seducido a los habitantes de su ciudad, diciendo: “Vamos y sirvamos a otros dioses” (a quienes no has conocido), 14 entonces inquirirás, buscarás y preguntarás con diligencia. Y si es verdad y se comprueba que se ha hecho tal abominación en medio de ti, 15 irremisiblemente herirás a filo de espada a los habitantes de esa ciudad, destruyéndola por completo[l] con todo lo que hay en ella, y también su ganado a filo de espada. 16 Entonces amontonarás todo su botín en medio de su plaza, y prenderás fuego a la ciudad con todo su botín, todo ello como ofrenda encendida al Señor tu Dios; y será montón de ruinas para siempre. Nunca será reconstruida. 17 Y nada de lo dedicado al anatema quedará en tu mano, para que el Señor se aparte del ardor de su ira y sea misericordioso contigo, tenga compasión de ti y te multiplique, tal como El juró a tus padres, 18 porque escuchas la voz del Señor tu Dios, guardando todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy, haciendo lo que es justo ante los ojos del Señor tu Dios.

 

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

LA FE VIENE POR VIVIR EN LA NORMALIDAD DE DIOS
Por Edgardo Tosoni 1


La Fe Viene Por Vivir en la Normalidad de Dios


¿Hasta dónde es el límite de lo normal y lo anormal?

Esa es la gran pregunta de nuestra sociedad, porque lo que para una persona es normal para otra puede ser anormal, y lo que al­guien considera represivo, para otro puede ser liberal. Debe­mos tener en cuenta que el objetivo del enemigo siempre será confundirnos entre lo normal y anormal.

Nuestra normalidad se basa en lo que Dios dice en su Palabra, porque esa es nuestra fe. Todo lo que Dios promete es lo normal para nosotros y todo lo que condena es anormal.

Para los que creemos en Dios, la normalidad pasa por nuestra fe.

Por ejemplo, si venís de una familia donde todos eran alcohó­licos o pobres, ésta ya no será tu realidad, es decir “tu normali­dad”, porque para los que estamos en Dios, todas las cosas son hechas nuevas, toda nuestra vida es hecha nueva.

Dios te prometió:

“Si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas viejas pasaron son todas hechas nuevas.”

El gran desafío de Jesús fue tomar a doce “cabezas duras” (como eran los apóstoles), modificar su normalidad cultural, familiar, moral, estadística y enseñarles la normalidad de Dios.

Muchos pastores creyendo enseñar esa normalidad, trasmitie­ron sus valores personales, mezclando la cultura con la fe, pero al leer la Biblia, nos damos cuenta cuándo se trata de un valor cultural o cuándo de un principio de fe.

La Biblia dice: “Todo lo que pidas, Dios te lo dará”.

Tu normalidad es que Dios responda a todas tus oraciones, que todo lo que hagas te salga bien y camines de gloria en gloria.

Sin embargo, es necesario que sepas que existen grupos de los que tenés que salir física, emocional y espiritualmente; amigos de los cuales tenés que separarte. El Salmo 1 dice: “Feliz el que no anduvo en consejos de malos, en camino de malvados”.

Es decir, feliz el que no hace conexión, que no se junta con cier­tos grupos, con los ex-amigos que te arrastraban a lo malo.

Debés salir de allí y juntarte con aquellos que añaden valor a tu vida. El libro de Proverbios cita: “No te juntes con la gente que habla de más”.

Ahora declará vos: “No tengo mentalidad de grupo para lo malo sino para lo bueno, y mi normalidad no es lo que hacen todos, Dios me cambió”.

Paráte firme, hacé valer tu derecho de fe, determiná sobre tu vida: “Ustedes hagan lo que quieran pero yo hago lo que dicta mi corazón, y esa decisión merece respeto”.

En ciertos grupos es necesario poner límites; pero de otros, es mucho mejor irse. Unite a grupos de fe, porque así como lo malo quiere enfermarte y contagiarte, también la fe se contagia, te libera y te sana.

Las bendiciones más grandes vendrán en grupo, y nos unimos en la iglesia para que pasen cosas grandes y dejemos huella en los próximos años.

Mateo 14:14-20. Felipe era el encargado de la logística de los doce, por eso, cuando iban a un lugar él se encargaba de repartir la comida. Tenía un nombre griego, y como tal era analítico, racional, me­dido, lógico; decía: “Si lo veo lo creo, si no lo puedo contar no existe”.

Sin embargo, cuando se convirtió lo primero que hizo Jesús fue enseñarle a salir de su mente analítica y entrar en la normali­dad de Dios, que es la fe.

Le dijo: “Felipe ¿cómo haremos para alimentar a estos diez mil?” Jesús sabía que lo haría, no le estaba pidiendo un plan, pensó en enseñarle y quiso saber si había entendido.

Felipe le dijo: “Despídelos porque es tarde” (¿Por qué le dijo eso, con todos los milagros que había visto? ¿Dónde estaba su fe?)

Hay gente que pudo haber visto muchos milagros y aún duda. Eso le pasaba a Felipe.

Felipe somos todos aquellos que experimentamos los milagros y sin embargo no creemos. Pero vos y yo, aún estamos a tiempo de revertir esta historia.

Jesús quería enseñar que la fe era como la comi­da, se da y se come; la fe viene por comer.

Un día le dijeron: “Señor auméntanos la fe”. Y Él les dijo: “para mover montañas tenés que sembrar fe, porque la fe es como una semilla y para sembrarla debemos hablarla”.

¿Qué haremos entonces para dar de comer a nuestra fe? ¡Ha­blar victoria!

Las palabras, cuando las sembramos, son vasos espirituales que contienen emociones: amor, odio, ira, mansedumbre, todo lo que declaro tiene valor.

Por eso, cuando tus palabras están acompañadas por fe, a tra­vés de esa fe todo lo que quieras será posible y real. ¡Hablá palabras de fe!

Extracto del libro “60 Principios de Fe”

Por Bernardo Stamateas

 

 

UN ENCUENTROCON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


De peleas a la unidad.

 


Recuerdo que cuando era pequeña, las peleas con mis hermanas eran constantes, cualquier cosa provocaba que nos disgustemos; incluso ya de más jóvenes cuando surgían esas diferencias, habían días o semanas en las que no nos dirigíamos la palabra.

Pero esto cambió cuando poco a poco llegamos a conocer a Cristo, algo pasó en nosotras que cuando surgían diferencias, minutos después volvíamos a conversar sin ningún problema. La rabia o el enojo duraba poco, la unidad en nosotras era más fuerte que cualquier altercado. Fue un gran cambio en mi familia, gracias a la transformación que Dios realizó en nosotras. 
Lamentablemente, en muchas familias las peleas son tan duraderas e incluso tan fuertes que llegan a atentar contra la vida de sus familiares o se alejan por completo de ellos, desvinculándose físicamente y emocionalmente.

“Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!” Salmos 133:1

La voluntad de Dios es que en los hogares haya unidad, comprensión, perdón y paz, porque dentro de ese vínculo Él se manifiesta; en cambio, cuando hay pelea y división el enemigo gana terreno porque él odia a las familias y quiere destruirlas, por ello siembra discordia, orgullo, envidia, malos entendidos, etc. Busca cortar relaciones para así atacar a los desprotegidos.

Puede ser que en tu hogar haya este tipo de situaciones, pero recordemos que la lucha no es contra nuestra familia sino es espiritual, tu oración por ellos puede hacer la gran diferencia, porque no hay oración que no pueda derribar esos muros de contiendas, envidia y orgullo, y construir puentes de paz, amor y armonía.

Si hay relaciones rotas en tu familia, ora por cada uno de ellos, si hay injusticia dentro de ella, confía en la justicia divina y deja que Dios te defienda. Pelea en oración y serás testigo de la diferencia que habrá en tu hogar.

“Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” Romanos 15:5-6 (RVR1960)

Soraida Fuentes
CVCLAVOZ