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Salmos 86:4  La Biblia de las Américas (LBLA)

Salmo de súplica y confianza

Oración de David.

86 Inclina, oh Señor, tu oído y respóndeme,
porque estoy afligido y necesitado.
Guarda mi alma[a], pues soy piadoso;
tú eres mi Dios; salva a tu siervo que en ti confía.
Ten piedad de mí, oh Señor,
porque a ti clamo todo el día.
Alegra el alma de tu siervo,
porque a ti, oh Señor, elevo mi alma.
Pues tú, Señor, eres bueno y perdonador,
abundante en misericordia para con todos los que te invocan.
Escucha, oh Señor, mi oración,
y atiende a la voz de mis súplicas.
En el día de la angustia te invocaré,
porque tú me responderás.
No hay nadie como tú entre los dioses, oh Señor,
ni hay obras como las tuyas.
Todas las naciones que tú has hecho vendrán y adorarán delante de ti, Señor,
y glorificarán tu nombre.
10 Porque tú eres grande y haces maravillas[b];
sólo tú eres Dios.

11 Enséñame, oh Señor, tu camino;
andaré en tu verdad;
unifica mi corazón para que tema tu nombre.
12 Te daré gracias, Señor mi Dios, con todo mi corazón,
y glorificaré tu nombre para siempre.
13 Porque grande es tu misericordia para conmigo,
y has librado mi alma de las profundidades del Seol[c].

14 Oh Dios, los arrogantes se han levantado contra mí,
y una banda[d] de violentos ha buscado mi vida[e],
y no te han tenido en cuenta[f].
15 Mas tú, Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad,
lento para la ira y abundante en misericordia y fidelidad[g].
16 Vuélvete hacia mí, y tenme piedad;
da tu poder a tu siervo,
y salva al hijo de tu sierva.
17 Muéstrame[h] una señal de bondad,
para que la vean los que me aborrecen y se avergüencen,
porque tú, oh Señor, me has ayudado y consolado.

 

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


A futuro

Una pobre mujer, muy anciana, estaba plantando un manzano, cuando fue bruscamente interrumpida por alguien que le dijo:

- ¿Por qué planta usted árboles cuyo fruto no puede llegar a comer?

Levantando la cabeza, la anciana respondió:

- Alguien plantó árboles antes de que yo naciera y yo comí de su fruto, y ahora planto para otros, para que la memoria de mi gratitud exista cuando yo me haya ido.

Los seres humanos somos por naturaleza impacientes y deseamos ver resultados en el instante. Si empezamos un proyecto queremos disfrutar los logros lo más pronto posible, si mandamos un correo queremos respuesta inmediata, si hacemos un favor queremos que no se nos reconozca y agradezca en ese momento; todo es para el ahora, para el disfrute personal.

Muchos de los grandes problemas de la humanidad se han dado justamente por la impaciencia y porque pensamos egoístamente en el presente, olvidado que hay gente que viene detrás de nosotros. Y estos problemas van desde cosas muy personales como las decisiones que se hacen al calor de un momento pensando en que sólo afectará a quien toma esa decisión, sin tener en cuenta a todas las personas que se verán afectadas como hijos, esposa (o), padres, amigos, socios; hasta cosas más globales como las grandes especies que se han sido extintas por el hombre y la tala de árboles desmedida que ha contribuido al cambio climático que vivimos.

Todo lo que hagamos debemos hacerlo pensando en que hay generaciones que vienen detrás de nosotros y que nuestras decisiones presentes los afectarán; que nosotros también vivimos los resultados del trabajo y decisiones de otros que nos antecedieron.

Y no se trata de hacer grandes cosas para afectar de manera positiva o negativa el futuro de alguien, sino de las decisiones pequeñas que hacemos cada día, del testimonio que damos, de cómo nos comportamos delante de los demás. Las pequeñas cosas que hacemos día a día son las que construyen o destruyen vidas, relaciones, familias, etc.

“Si ustedes son sabios y entienden los caminos de Dios, demuéstrenlo viviendo una vida honesta y haciendo buenas acciones con la humildad que proviene de la sabiduría” Santiago 3:13 (NTV)

Vive sabiamente, de manera que cada una de tus decisiones pueda afectar positivamente a quienes te rodean y a quienes quizás aún no conoces. Que tu diario vivir refleje los frutos del Espíritu, que puedas ser un referente para muchos y un instrumento en las manos de Dios.

Haz las cosas sin esperar recompensa o reconocimiento de los demás, sino en agradecimiento por las bendiciones recibidas de Dios y por su obra en tu vida. Sé agradecido también con aquellos que te antecedieron y dejaron de lado el egoísmo para tomar buenas decisiones.

¡No pienses sólo en el presente, vive con una visión más amplia!

Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ

 

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


No me soltarás
“No me rechaces en el tiempo de la vejez; no me desampares cuando me falten las fuerzas”. (Salmos 71:9 RV60)

Llegar a la vejez en pareja es alentador y hermoso, es cuando el “juntos para siempre” se cumple a plenitud; pero cuando el cónyuge fallece o abandona el hogar, alcanzar esa etapa de la vida se complica, los hijos (as) vuelan del nido y muchas veces se puede caer en depresión y soledad.

La fortaleza en la vejez depende de la alimentación, el afecto, la salud y el sustento económico, si falta alguno de estos factores la salud decae con rapidez, más aún con la falta de cariño y afecto familiar ¿Cuánto cuesta dar un abrazo? ¿Un beso? ¿Elogiar? Es gratis y muchos no hacen esto con sus padres.

Envejecer es como volver a la infancia, las preguntas surgen, los olvidos se notan, los ancianos llegan a depender de los hijos para realizar sus actividades porque su fuerza no es como era en su juventud. Debemos aprender a escucharlos y serles pacientes ya que en muchos casos ello lo fueron con nosotros en la niñez.

¿Compartes tiempo con tus padres? ¿Eres un hijo agradecido? Muchos hijos pelean por la herencia, otros desalojan a su madre o a su padre de su casa con engaños o usando la fuerza, otros les reprochan por sus errores pasados. Al final lo que se siembra se cosechará, siembra amor y recibirás amor, perdona y serás perdonado.

“Aun en la vejez y las canas, oh Dios, no me desampares, hasta que anuncie tu poder a la posteridad, y tu potencia a todos los que han de venir”. (Salmos 71:18 RV60)

Dios no te soltará en la vejez, el guardará tus pasos, te dará salud y oportunidades para que compartas el amor del Padre Celestial, tienes la seguridad de vivir en su reino para siempre y la esperanza de que Cristo guíe a tu familia.

Carlos E. Encinas
CVCLAVOZ