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Jonás 1:3-15 La Biblia de las Américas (LBLA)

Desobediencia de Jonás

 

 

Vino palabra del Señor a Jonás, hijo de Amitai, diciendo: Levántate, ve a Nínive, la gran ciudad, y proclama contra ella, porque su maldad ha subido hasta[a] mí. Pero Jonás se levantó para huir a Tarsis, lejos de la presencia del Señor. Y descendiendo a Jope, encontró un barco que iba a Tarsis, pagó el pasaje y entró en él para ir con ellos a Tarsis, lejos de la presencia del Señor.

Y el Señor desató sobre el mar un fuerte viento, y hubo una tempestad tan grande en el mar que el barco estuvo a punto de romperse. Los marineros tuvieron miedo y cada uno clamaba a su dios; y arrojaron al mar la carga[b] que estaba en el barco para aligerarlo[c]. Pero Jonás había bajado a la bodega del barco, se había acostado y dormía profundamente. El capitán se le acercó y le dijo: ¿Cómo es que estás durmiendo? ¡Levántate, invoca a tu Dios! Quizás tu Dios piense en nosotros y no pereceremos. Y cada uno dijo a su compañero: Venid, echemos suertes para saber por causa de quién nos ha venido esta calamidad. Y echaron suertes, y cayó la suerte sobre Jonás. Entonces le dijeron: Decláranos ahora por causa de quién nos ha venido esta calamidad. ¿Qué oficio tienes, y de dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra, y de qué pueblo eres? Y él les respondió: Soy hebreo, y temo al SeñorDios del cielo, que hizo el mar y la tierra[d].

10 Los hombres se atemorizaron en gran manera y le dijeron: ¿Qué es esto que has hecho? Porque ellos[e] sabían que él huía de la presencia del Señor, por lo que él les había declarado. 11 Entonces le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se calme en torno nuestro[f]? Pues el mar se embravecía más y más. 12 Y él les dijo: Tomadme[g] y lanzadme al mar, y el mar se calmará en torno vuestro[h], pues yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros. 13 Los hombres se pusieron a remar con afán para volver a tierra firme, pero no pudieron, porque el mar seguía embraveciéndose contra ellos. 14 Entonces invocaron al Señor, y dijeron: Te rogamos, oh Señor, no permitas que perezcamos ahora por causa de la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros sangre inocente; porque tú, Señor, has hecho como te ha placido.

15 Tomaron[i], pues, a Jonás y lo lanzaron al mar; y el mar cesó en su furia. 16 Y aquellos[j] hombres temieron en gran manera al Señor; ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos.

17 [k]Y el Señor dispuso un gran pez que se tragara a Jonás; y Jonás estuvo en el vientre del pez tres días y tres noches.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

EFLEXION

2 Corintios 12:10: Por Lo Cual, Por Amor a Cristo Me Gozo
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Devocionales 0

 

El matrimonio es hermoso y duro, todo al mismo tiempo. Hay una belleza en convertirse en uno en lo espiritual, emocional y físico. Sin embargo, también existe la aceptación diaria de los puntos débiles y fallas del otro. Si demasiada atención se centra en las fallas de su cónyuge, una semilla de descontento puede ser plantada en su corazón, lo que traerá muchos problemas en el futuro. ¿Cómo un cónyuge puede mantener una vida de satisfacción marital?. Aquí algunos consejos que le ayudarán a permanecer firme en su matrimonio.

1) Reconocer que usted ni su cónyuge son perfectos (Romanos 3:23).
A veces podemos quedar tan atrapados en mirar la paja en el ojo de nuestro cónyuge que descuidamos la viga que está en el nuestro. Debemos dar a nuestros cónyuges la misma gracia que nos es otorgada por nuestras propias faltas.

2) Rechazar la tentación de renunciar a su matrimonio debido a sus defectos (1 Corintios 10:13).
Un pacto conyugal delante del Señor es para toda la vida. Podemos resistir los ataques del enemigo ya que si no lo hacemos, estos nos conducirán a entretener pensamientos de separación y divorcio.
2 Corintios 12:10: Por Lo Cual, Por Amor a Cristo Me Gozo2

3) Aceptar a su cónyuge como un hermano en la fe en el Señor (1 Corintios 3:9).
A veces es más fácil aceptar a otras personas como hermanos en la fe, que aceptar a nuestro cónyuge como un hermano en Cristo también. Hay que tener en cuenta que nuestra pareja es todavía parte del cuerpo de Cristo y merece el mismo amor y respeto.

4) Respetar el papel de su cónyuge en el matrimonio, incluso si él o ella no está a la altura del mismo (Efesios 5:21).
Dios ha ordenado ciertos roles en el matrimonio de acuerdo a su voluntad. Como cónyuges, debemos caminar en obediencia en respetar los roles, cumplir con nuestras funciones, creer al Señor, y confiar en Dios por la fuerza para hacerlo.

5) Renovar el pacto de compromiso al Señor cuando está angustiado(a) (Malaquías 2:14).
En tiempos de dificultades matrimoniales, podemos volver a comprometer con el Señor nuestras intenciones de permanecer fiel a la alianza que hicimos. Cuando nos volvemos a Él, Él renovará nuestro propósito de mantenernos firmes.

6) Vuelva a su primer amor con su cónyuge (Cantares 2:4).
El descontento comienza en la mente y puede ser arrancado de raíz con una actitud de gratitud. El Señor anhela bendecir nuestro matrimonio a medida que seguimos manteniendo nuestra mente y corazón puro, con su palabra.

ORACIÓN:
Amado Señor, quiero caminar en el gozo espiritual, emocional y físico con mi esposo. Oro para que tu fuerza renueve mi vida. En el nombre de Jesús. Amén

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

Paciencia en la prueba.

 

 

1 Samuel 17, relata la épica batalla entre David y Goliat. Aunque la referencia más común que se hace sobre esta historia es la del pequeño muchacho logrando la proeza de vencer a un gigante, la realidad es que tal afirmación podría ser desatinada.

Para empezar, Goliat era un hombre gigante que medía cerca de 3 metros, llevaba una armadura tremendamente pesada, una lanza, un escudo, una espada e iba acompañado por un escudero. Estos datos nos dicen que este guerrero era parte de la tropa de infantería, cuya cualidad principal era la lucha cuerpo a cuerpo.

En ese entonces había una tradición: el mejor guerrero de un ejército salía a retar a otro guerrero del ejército rival con la finalidad de medir fuerzas. Eso es precisamente lo que pasó en el valle de Ela, pero como sabemos, ningún hombre del ejército de Israel se atrevía a enfrentarlo. El Filisteo había terminado intimidando a todos por su altura, su brillante armadura y por sus palabras. 
En ese momento apareció David: un muchachito que se dedicaba a cuidar las ovejas de su padre. Al oír las amenazas del gigante se ofreció a sí mismo como voluntario para pelear contra el gigante y, aunque al principio hubo resistencia, al final fue enviado.

Aparentemente parecía estar en desventaja, pero no era así. Aunque no tenía la altura, la armadura o la espada de Goliat, David tenía una honda que en ese entonces era un arma tremendamente devastadora. Hoy en día sabemos que un profesional en el uso de este artefacto de cuero puede llegar a derribar un ave en pleno vuelo, ya que la velocidad a la que puede llegar una piedra lanzada es de 35 metros por segundo, semejante al disparo de una pistola calibre 45.

Cuando David tomó la honda en sus manos, se convirtió automáticamente en un miembro de la tropa de la artillería pesada, cuya cualidad es el uso de armamento pesado para la lucha a larga distancia.

Goliat era de la Infantería (lucha cuerpo a cuerpo) y David era de la artillería pesada (lucha a distancia). El pequeño pastor no necesitaba acercarse demasiado para girar su honda sobre su cabeza por unos cuantos segundos y disparar una piedra para herir de muerte al gigante. Considerando la velocidad a la que salió volando el proyectil, el Filisteo no tuvo tiempo para esquivar el impacto. Por si eso no fuera poco, David peleaba en el Nombre de Jehová.

“Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.” 1 Samuel 17:45 Versión Reina-Valera 1960

Basándonos en estos datos, ¿Quién tenía la ventaja real en esta lucha? Sin duda alguna podemos decir que David. 
Dios ya había entrenado hace mucho tiempo atrás a ese pequeño pastorcito y no tenía que intervenir demasiado en esa batalla. Él ya había preparado un paladín que haga respetar Su Nombre y el de su ejército.

Recuerda que los gigantes no son lo que parece: su brillante armadura y sus enormes armas, no son nada si buscamos otra alternativa de lucha y sobre todo, si peleamos respaldados por Dios.

“Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.” 1 Samuel 17:46 versión Reina-Valera 1960

 

 

 


Hector Colque
CVCLAVOZ