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Jeremías 25:34-36 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

La ira de Dios contra las naciones

15 Porque así me ha dicho el Señor, Dios de Israel: Toma de mi mano esta copa del vino del furor, y haz que beban de ella todas las naciones a las cuales yo te envío. 16 Y beberán y se tambalearán y enloquecerán a causa de la espada que enviaré entre ellas. 17 Entonces tomé la copa de la mano del Señor, e hice beber de ella a todas las naciones a las cuales me envió el Señor: 18 a Jerusalén y a las ciudades de Judá, a sus reyes y a sus príncipes, para ponerlos por desolación, horror, burla y maldición, como hasta hoy; 19 a Faraón, rey de Egipto, a sus siervos, a sus príncipes y a todo su pueblo; 20 a todos los extranjeros[i], a todos los reyes de la tierra de Uz, a todos los reyes de la tierra de los filisteos (es decir, Ascalón, Gaza, Ecrón y al remanente de Asdod); 21 a Edom, a Moab y a los hijos de Amón; 22 a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón y a los reyes de las costas que están más allá del mar;23 a Dedán, a Tema, a Buz y a todos los que se rapan las sienes; 24 a todos los reyes de Arabia y a todos los reyes de los extranjeros[j] que habitan en el desierto; 25 a todos los reyes de Zimri, a todos los reyes de Elam y a todos los reyes de Media; 26 a todos los reyes del norte, los de cerca y los de lejos, los unos con los otros, y a todos los reinos del mundo que están sobre la faz de la tierra. El rey de Sesac[k] beberá después de ellos.

27 Y les dirás: “Así dice el Señor de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘Bebed, embriagaos, vomitad, caed y no os levantéis a causa de la espada que yo enviaré entre vosotros.’” 28 Y sucederá que si rehúsantomar la copa de tu mano para beber, les dirás: “Así dice el Señor de los ejércitos: ‘Ciertamente vais a beber. 29 ‘Porque he aquí que comienzo a causar mal en esta ciudad que se llama por mi nombre, ¿y quedaréis vosotros sin castigo alguno? No quedaréis sin castigo, porque llamo a la espada contra todos los habitantes de la tierra’ —declara el Señor de los ejércitos.”

30 Tú, pues, profetizarás contra ellos todas estas palabras, y les dirás:

“El Señor rugirá desde lo alto,
y dará su voz desde su santa morada;
rugirá fuertemente contra su rebaño[l].
Dará gritos como los que pisan las uvas
contra todos los habitantes de la tierra.
31 “Ha llegado el estruendo hasta el fin de la tierra,
porque el Señor tiene un pleito contra las naciones;
entra en juicio contra toda carne;
a los impíos, los entrega a la espada” —declara el Señor.

32 Así dice el Señor de los ejércitos:
He aquí, el mal va
de nación en nación,
y una gran tempestad se levanta
de los confines de la tierra.

33 Y los muertos por el Señor en aquel día estarán desde un extremo de la tierra hasta el otro[m]. No los llorarán, ni los recogerán, ni los sepultarán; serán como estiércol sobre la faz de la tierra.

34 Gemid, pastores, y clamad;
revolcaos en ceniza, mayorales del rebaño;
porque se han cumplido los días de vuestra matanza y de vuestra dispersión,
y caeréis como vaso precioso.
35 No habrá huida para los pastores,
ni escape para los mayorales del rebaño.
36 Se oye el sonido del clamor de los pastores,
y el gemido de los mayorales del rebaño,
porque el Señor está destruyendo sus pastos,
37 y son silenciados los rebaños[n] apacibles
a causa de la ardiente ira del Señor.
38 Ha dejado como león su guarida,
porque su tierra se ha convertido en horror
por el furor de la espada opresora[o],
y a causa de su ardiente ira.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

¡ERES PERDONADO!


“Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” Isaías 1:18 (Reina-Valera 1960).

¿Cansado de fallarle a Dios una y otra vez? Es posible que nuevamente hayas caído en el mismo pecado, por lo cual piensas que ya no mereces misericordia, pero ¿has intentado buscar su perdón? Sabemos que nuestra naturaleza humana nos incita a pecar, pero también es cierto que tenemos disponible la vía del perdón que nos ofrece nuestro Dios. No importa el tamaño de tu pecado si quieres verlo de esa forma, porque hoy Dios está dispuesto a perdonarte, lo único que necesitas es ir delante de su presencia, reconocer tus pecados y pedir perdón.

Recuerda que fue el amor de Dios que lo impulsó a enviar a su Hijo para morir en nuestro lugar, para que de tal manera pudiéramos recibir el perdón de nuestros pecados. Aun sin importar las veces que le hayamos fallado, su perdón está a la distancia de una oración. ¡No pierdas esa oportunidad que tu padre quiere darte hoy!


Ruth Mamani
CVCLAVOZ

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Ve hacia quienes lo necesitan…

Era una tarde bastante agradable, por lo que decidí tomar un descanso en la banca de una plaza bastante concurrida. Todos parecían estar felices de compartir con la persona con quien se encontraban, fue entonces que aproveché para tomar mi Biblia y leerla, a pesar de que no era fácil de concentrarse por la cantidad de gente que se encontraba alrededor mío, igual lo intenté.

Pero de repente sentí un silencio en todo el lugar, no pude evitar darle una mirada a mi alrededor, y efectivamente la causa se debía a un par de personas que se hallaban en completo estado de ebriedad e infundían temor a las personas a quienes se acercaban, las mismas que optaban por alejarse de ellos.

Hasta que llegaron al lugar donde yo me encontraba y antes de que yo pudiera decirles una palabra, empezaron a llorar, no entendía la razón, pero asumí que su actitud tenía que ver por la Biblia que tenía en mis manos. Uno de ellos me preguntó si había esperanza para él, realmente fue un momento bastante conmovedor al que no fui indiferente, estaba tan concentrada en la conversación que no me di cuenta cómo la gente a mi alrededor me veía, aparentemente atemorizados por el daño que podrían llegar a hacerme.

Esta escena me hizo recordar cuando Jesús y sus discípulos cenaban en la casa de Mateo, y la gente a su alrededor los miraba con desprecio porque con quienes compartía no era gente culta sino de mala fama.

Marcos 2:16-17 (TLA) Relata: Cuando algunos maestros de la Ley, que eran fariseos, vieron a Jesús comiendo con toda esa gente, les preguntaron a los discípulos:

¿Por qué su maestro come con cobradores de impuestos y con gente de mala fama?
Jesús los oyó y les contestó:

—Los que necesitan al médico son los enfermos, no los sanos. Y yo vine a invitar a los pecadores para que regresen a Dios, no a los que se creen buenos.”

Para los fariseos los publicanos eran lo peor, como alguien diría, la chusma de la sociedad, pero a Jesús no le importaba estar junto a ellos, porque realmente vio su necesidad y no su apariencia o estatus social, etc. Actitud que debemos imitar al momento de presentarles el mensaje de salvación.

Si hoy tienes la oportunidad de hablar de Jesús con alguien que quizá tiene una mala fama y a quién muchos han ignorado por vivir una vida desenfrenada, o tal vez es alguien bastante conocido, así como un personaje público; sin discriminar ni juzgar su apariencia, hazlo. Todos necesitan saber que Dios los ama y ante toda circunstancia creer que sólo en Él hay esperanza.

Ahora te pregunto: ¿Eres de los que se aleja de aquellos que tienen mala fama o de los que busca rescatarlos?

Ruth Mamani
CVCLAVOZ