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Génesis 28:20 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

Sueño de Jacob

10 Y salió Jacob de Beerseba, y fue para Harán. 11 Y llegó a cierto lugar[d]y pasó la noche allí, porque el sol se había puesto; tomó una de las piedras del lugar, la puso de cabecera y se acostó en aquel lugar. 12 Y tuvo un sueño, y he aquí, había una escalera apoyada en la tierra cuyo extremo superior alcanzaba hasta el cielo; y he aquí, los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. 13 Y he aquí, el Señor estaba sobre ella[e], y dijo: Yo soy el Señor, el Dios de tu padre Abraham y el Dios de Isaac. La tierra en la que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia[f].14 También tu descendencia[g] será como el polvo de la tierra, y te extenderás[h] hacia el occidente y hacia el oriente, hacia el norte y hacia el sur; y en ti y en tu simiente serán bendecidas todas las familias de la tierra. 15 He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he prometido[i]. 16 Despertó Jacob de su sueño y dijo: Ciertamente el Señor está en este lugar y yo no lo sabía. 17 Y tuvo miedo y dijo: ¡Cuán imponente[j] es este lugar! Esto no es más que la casa de Dios, y esta es la puerta del cielo.

18 Y se levantó Jacob muy de mañana, y tomó la piedra que había puesto de cabecera, la erigió por señal[k] y derramó aceite por encima. 19 Y a aquel lugar le puso el nombre de Betel[l], aunque anteriormente[m] el nombre de la ciudad había sido Luz. 20 Entonces hizo Jacob un voto, diciendo: Si Dios está conmigo y me guarda en este camino en que voy, y me da alimento[n] para comer y ropa para vestir, 21 y vuelvo sano y salvo[o] a casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios. 22 Y esta piedra que he puesto por señal[p] será casa de Dios; y de todo lo que me des, te daré el diezmo.

 

 

 

UN  ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

El Siervo No Es Mayor Que Su Señor, Ni El Enviado Es Mayor Que El Que Lo Envió (Juan 13:16)
Publicado por: Cristianos en Los Cristianos 0


Juan 13:16 “EL SIERVO NO ES MAYOR QUE SU SEÑOR, NI EL ENVIADO ES MAYOR QUE EL QUE LO ENVIÓ”

Una de las razones por las que Dios escogió a Juan el Bautista como precursor de Jesús es porque era humilde. Se presentaba sencillamente como “voz… que clama en el desierto…” (Marcos 1:3), sin pretenciosos preámbulos ni títulos rimbombantes. Hubo muchos santos distinguidos antes de Juan, pero Jesús dijo: “…Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que él…” (Mateo 11:11). Juan no tenía motivos ulteriores ni un gran ego; su mensaje era: “Es necesario que él crezca, y que yo disminuya” (Juan 3:30).

John Barnett escribe: “El orgullo es el pecado de competir con Dios… te hace autosuficiente, egocéntrico, arrogante, independiente, vanaglorioso, muy seguro de ti mismo y motivado por interés personal.” Hace que no seas digno de fiar, porque nadie te puede decir lo que tienes que hacer… poco amoroso, porque no te quieres sacrificar por nadie… poco enseñable porque nadie puede corregirte… competitivo, porque siempre tratas de ser mejor que los demás. Ser humilde significa que no siempre te tienes que hacer de rogar para que hagas algo y luego ser reconocido por hacerlo… sino que tú mismo tomes la iniciativa de servir.”

Alguien le preguntó a Hudson Taylor: ¿Es usted consciente de la manera en que Dios le ha prosperado en su Misión a la China?

Seguro que nadie ha logrado semejante honor. Taylor respondió: ‘Yo no lo veo así. Creo que Dios debe haber estado buscando a alguien lo bastante pequeño y débil para que toda la gloria fuera suya… y me encontró a mí.’ En resumen: “…Dios se opone a los soberbios, pero bendice con su gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5). ¡Sé humilde!

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Obedecer.

Se conoce como “Peste bubónica” a la infección causada por una bacteria que se transmite a través de la picadura de las pulgas alojadas como parásitos en roedores salvajes como las ratas. En el siglo XIV esta enfermedad apareció en Europa y se convirtió en la pandemia más grande en la historia de la humanidad.

Se cree que esta devastadora plaga empezó en Asia y rápidamente logró propagarse a través de las rutas comerciales. Por ejemplo, en la ciudad de Florencia solamente un quinto de la población logró sobrevivir, mientras que en el territorio actual de Alemania se estima que uno de cada diez habitantes perdió la vida. Casi al final de 1361 habían muerto 25 millones de personas en todo el continente.

Una de tantas curiosidades en torno al caos que se vivió en aquel entonces fue que muchos acusaron a los judíos de causar la mortal epidemia porque parecían inmunes a esta peste, pero con el tiempo se supo que ellos tenían un alto nivel de higiene personal lo cual evitó que ese mal los afectara.

Pero, ¿por qué razón los judíos eran tan minuciosos en su limpieza?

Levítico 14:8-9 dice: “El que se purifica debe lavar su ropa, y lavarse a sí mismo, y afeitarse del todo, para quedar purificado. Después podrá entrar en el campamento, aunque durante siete días se quedará viviendo al aire libre. Al séptimo día se rapará completamente la cabeza, se afeitará la barba, las cejas y todo el vello, lavará sus ropas y se lavará a sí mismo, y entonces quedará purificado.” Versión Dios Habla Hoy

Levítico, Deuteronomio y Números, son libros que hablan bastante del aseo personal y aunque en su gran mayoría son instrucciones para quienes servían dentro del Templo, también habían mandamientos para el pueblo en general como el que podemos leer en Deuteronomio 23:12-13.

En los tiempos de Moisés, la obediencia a algunas sencillas instrucciones hizo que Israel pudiera sobrevivir a muchas enfermedades y después de muchos años, nuevamente fueron protegidos cuando la peste negra atacó Europa.

Es verdad que hoy en día lavarse las manos antes de comer, bañarse, lavar la ropa frecuentemente, tener la basura en su lugar y muchas otras prácticas de limpieza son costumbres totalmente normales y obvias de realizar, pero no lo eran para aquellos tiempos. Los israelitas simplemente obedecieron lo que Dios les había ordenado hacer y eso fue como un muro de protección para ellos.

¿Será posible que algo tan sencillo como cuidar la higiene personal haya podido resguardar a todo un pueblo de una muerte segura? La evidencia sugiere que sí.

Dios conoce lo que va a ocurrir y aunque obedecer algunas instrucciones en el momento parece algo tan insignificante, en el futuro pueden provocar bendición, paz y prosperidad para tu vida.

Héctor Colque
CVCLAVOZ