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Job 24:15  La Biblia de las Américas (LBLA)                

 

 

 

Queja de Job

 

 

24 ¿Por qué no se reserva los tiempos[a] el Todopoderoso[b],
y por qué no ven sus[c] días los que le conocen?
Algunos quitan los linderos,
roban y devoran[d] los rebaños.
Se llevan los asnos de los huérfanos,
toman en prenda el buey de la viuda.
Apartan del camino a los necesitados,
hacen que se escondan enteramente los pobres de la tierra.
He aquí, como asnos monteses en el desierto,
salen con afán en busca de alimento[e]
y de pan[f] para sus hijos en el yermo.
Cosechan su forraje en el campo,
y vendimian la viña del impío.
Pasan la noche desnudos, sin ropa,
y no tienen cobertura contra el frío.
Mojados están con los aguaceros de los montes,
y se abrazan a la peña por falta de abrigo.
Otros arrancan al huérfano del pecho,
y contra el pobre exigen prenda.
10 Hacen que el pobre ande desnudo, sin ropa,
y al hambriento quitan las gavillas.
11 Entre sus paredes producen aceite;
pisan los lagares, pero pasan sed.
12 Desde la ciudad gimen los hombres,
y claman las almas de los heridos,
pero Dios no hace caso a su oración[g].

13 Otros han estado con los que se rebelan contra la luz;
no quieren conocer sus caminos,
ni morar en sus sendas.
14 Al amanecer se levanta el asesino;
mata al pobre y al necesitado,
y de noche es como un ladrón.
15 El ojo del adúltero espera el anochecer,
diciendo: “Ningún ojo me verá”,
y disfraza[h] su rostro.
16 En la oscuridad minan las casas,
y de día se encierran;
no conocen la luz.
17 Porque para él la mañana es como densa oscuridad,
pues está acostumbrado a los terrores de la densa oscuridad.

18 Sobre la superficie de las aguas son insignificantes[i];
maldita es su porción sobre la tierra,
nadie se vuelve hacia[j] las viñas.
19 La sequía y el calor consumen[k] las aguas de la nieve,
y el Seol[l] a los que han pecado.
20 La madre[m] lo olvidará;
el gusano lo saboreará hasta que nadie se acuerde de él,
y la iniquidad será quebrantada como un árbol.
21 Maltrata a la mujer estéril[n],
y no hace ningún bien a la viuda.
22 Pero El arrastra a los poderosos con su poder;
cuando se levanta, nadie está seguro de la vida.
23 Les provee seguridad y son sostenidos,
y los ojos de El están en sus caminos.
24 Son exaltados por poco tiempo, después desaparecen;
además son humillados y como todo, recogidos;
como las cabezas de las espigas son cortados.
25 Y si no, ¿quién podrá desmentirme,
y reducir a nada mi discurso?

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

Jovenes Cristianos – EL EJEMPLO DE LOS PRINCIPES

Pasaje clave: Números 7.

 

 

Ser líder, Ser ejemplo.

Una vez que el Tabernáculo y todos sus utensilios estuvieron listos, ¿qué hicieron los príncipes de las doce tribus de Israel? (7:2-11, 84-88).

Una ofrenda especial, abundante, ofrecida por cada líder en representación de su propia tribu. Durante 12 días, los 12 príncipes, uno cada día, traerían su ofrenda especial delante de Dios para el sustento de los levitas (recuerda que la función de ellos no les permitía dedicarse a otras actividades y dependían, para su sustento, de las ofrendas y diezmos de los demás).

Mira la ofrenda de cada uno de los príncipes:

Un plato de plata de 1,482 kilo (casi un kilo y medio) (130 siclos).
Un jarrón de plata que pesaba 798 gramos (70 siclos).
Ambos (plato y jarrón) llenos flor de harina.
Una cuchara de oro cuyo peso era de 114 gramos (10 siclos) llena de incienso.
¿Y cuántos animales ofrecieron? (7:15 al 17).

De esta manera fue dedicado el Tabernáculo y estaba listo para comenzar sus funciones. Pero lo que más me llama la atención fue la decisión de Dios con respecto a los líderes del pueblo. Ellos, y no otros, debían hacer la ofrenda especial delante de todo el pueblo. Ellos eran el modelo a seguir por todos los demás. ¡Qué mal hubiera quedado delante de su propia tribu, del pueblo entero y de Dios mismo, aquel líder que se opusiera, que quisiera hacerlo de otra manera o que fuera mezquino a la hora de ofrendar!

Los que vamos delante de ti (líderes, pastores, maestros, aunque habría que empezar por tus propios padres) somos tu modelo (o deberíamos serlo). Modelo de obediencia, de compromiso, de sujeción, de lealtad a Dios. Modelo de santidad. Un modelo de vida.

Y digo, deberíamos serlo, porque yo no puedo hablar en nombre de todos los líderes (y menos de los tuyo porque no los conozco), sin embargo, la experiencia demuestra que no todos son el modelo que tú necesitas para andar, vivir y crecer en Cristo. Hay pastores y líderes muy truchos, y padres borrados de su paternidad. Hay quienes son líderes solo a la hora de la reunión o en el momento de pasar al púlpito para dar un mensaje. Y hay quienes sólo te exigen sin darse ellos mismos. Bueno… hay de todo. Pero gracias a Dios por todos aquellos líderes y pastores que influyen positivamente sobre tu vida, por aquellos que te desafían a vivir en santidad, por aquellos que están fuertemente involucrados contigo. Por aquellos que tienen claro su llamado y trabajan con excelencia para que seas formado a la imagen y semejanza de Jesús.

¡Sí, muchas gracias por todos ellos!

 

 

 

Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Números/Deuteronomio”

Por Edgardo Tosoni

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

El rumor 

 

 

Lucía era una niña de 4 años que estaba empezando a ir a la escuela, pero nunca se imaginó a lo que se enfrentaría en su primera semana.

Entre las niñas de su misma clase, comenzó a correr el rumor de una criatura espelúznate que recorría las viejas y desgastadas cloacas que estaban bajo su escuela. Se trataba de un hambriento y enorme cocodrilo cuya boca podía abrirla tan grande que era capaz de tragarse a un adulto de un solo bocado, y que de vez en cuando, sacaba la cabeza por uno de los escusados del baño.
El rumor fue cobrando cada vez más fuerza y ya ninguna de las pequeñas quería ir al baño sola, todas se ponían de acuerdo para ir en conjunto o mínimamente de dos en dos.

La pequeña Lucía terminó convenciéndose de aquella mentira y se negaba a ir al baño sola, lo peor, ninguna de sus compañeritas quería acompañarla y cada vez que alguien mencionaba algo del cocodrilo, ella no podía esconder el temor que tenía. Algunas niñas alimentaban más el rumor comentando que habían visto al cocodrilo, otras decían que por poco y las atrapa, pero que se habían salvado de puro milagro.

Angustiada por la tremenda mentira y por la actitud de sus compañeritas, nuestra protagonista no aguantó más y fue a pedirle a su maestra que por favor la acompañara al baño porque tenía miedo del cocodrilo. Al oír todo eso y tras un corto silencio, la maestra arrugó el entrecejo, se quitó los anteojos, volteó a ver a la pequeña y le preguntó con voz apacible, ¿qué tenía que ver el baño con un cocodrilo?

Al terminar la historia de todo el rumor, la maestra se arrodilló para ponerse a la altura de la pequeña, se sonrió levemente, trató de consolarla y con serenidad, le explicó que todo era sólo una mentira. Al final todo quedó aclarado.

Quizás presa de su misma inocencia, Lucía terminó creyendo las mentiras que algunas de sus mal entretenidas compañeritas habían creado. Pero con un poco de madurez, resulta hasta gracioso el hecho de que alguien pueda creer que un hambriento cocodrilo pueda atacar sacando la cabeza por el escusado del baño.

Pero la realidad es que mentiras tan absurdas como esas, son las que nos atacan todos los días y lo peor es que las creemos. Una de las más típicas es la que viene tras el pecado y que dice: “Dios ya no te va a perdonar” o cuando no tenemos sensaciones físicas cuando oramos, “Dios no está escuchando”. Podría continuar llenando la plana con más ejemplos: “Dios no tiene tiempo para tus pequeñeces, a él tienes que molestarlo por cosas grandes”, “Jesús está enojado contigo”, “Tus problemas financieros son grandes y orar no te ayuda”, “Dios te está castigando por tus pecados”, etc.

Estas son mentiras que tienen el mismo grado de inocencia que la del cocodrilo, pero nuestro adversario se ocupa de repetirlas con tanta insistencia que terminamos creyéndolas y cuando comenzamos a ser presas de una mentira, es cuando nuestra fe en Dios es derribada.

A través de las líneas escritas en la biblia, podemos ver un sinfín de promesas e historias que nos ayudarán a madurar para no caer ante cualquier falso rumor que el enemigo haya plantado en nuestro camino.

Salmos 9:10 dice: “Señor, los que te conocen, confían en ti, pues nunca abandonas a quienes te buscan.” Versión Dios Habla Hoy
Ponte en marcha, comienza a buscar a Dios y líbrate de esas mentiras.

 

 


Héctor Colque 
CVCLAVOZ