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Cantares 5 : 16 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

El tormento de la separación

LA ESPOSA:

Yo dormía, pero mi corazón velaba,
¡Una voz! ¡Mi amado toca a la puerta!
“Abreme, hermana mía, amada[c] mía,
paloma mía, perfecta mía,
pues mi cabeza está empapada[d] de rocío,
mis cabellos empapados de la humedad[e] de la noche.”
Me he quitado la ropa,
¿cómo he de vestirme de nuevo?
He lavado mis pies,
¿cómo los volveré a ensuciar?
Mi amado metió su mano por la abertura de la puerta,
y se estremecieron por él[f] mis entrañas.
Yo me levanté para abrir a mi amado;
y mis manos destilaron mirra,
y mis dedos mirra líquida[g],
sobre los pestillos de la cerradura.
Abrí yo a mi amado,
pero mi amado se había retirado, se había ido.
Tras[h] su hablar salió mi alma.
Lo busqué, y no lo hallé;
lo llamé, y no me respondió.
Me hallaron los guardas que rondan la ciudad,
me golpearon y me hirieron;
me quitaron de encima mi chal los guardas de las murallas.
Yo os conjuro, oh hijas de Jerusalén,
si encontráis a mi amado,
¿qué le habéis de decir?
Que estoy enferma de amor.

EL CORO:

¿Qué clase de amado es tu amado[i],
oh la más hermosa de las mujeres?
¿Qué clase de amado es tu amado[j],
que así nos conjuras?

LA ESPOSA:

10 Mi amado es resplandeciente y sonrosado[k],
distinguido[l] entre diez mil.
11 Su cabeza es como oro, oro puro,
sus cabellos, como racimos de dátiles[m],
negros como el cuervo.
12 Sus ojos son como palomas
junto a corrientes de agua,
bañados en leche,
colocados en[n] su engaste.
13 Sus mejillas, como eras[o] de bálsamo,
como riberas de hierbas aromáticas;
sus labios son lirios
que destilan mirra líquida.
14 Sus manos, barras de oro
engastadas de berilo;
su vientre, marfil tallado
recubierto de zafiros[p].
15 Sus piernas, columnas de alabastro
asentadas sobre basas de oro puro;
su aspecto, como el Líbano,
gallardo[q] como los cedros.
16 Su paladar, dulcísimo,
y todo él, deseable.
Este es mi amado y éste es mi amigo,
hijas de Jerusalén.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocional – Atesora a tu familia.

Por Pastor Carlos Vargas Valdez 1


Devocional – Atesora a tu familia
“ASÍ SERÁ BENDECIDO EL HOMBRE.” (Salmo 128:4)

Si eres muy atento con los extraños pero no con tu familia, tienes un problema. Lee lo siguiente:

“Los niños estaban haciendo mucho ruido, estaban pesados, insoportables. Así que decidí escaparme de todo eso y tomarme un día para mí solo -un día para hacer lo que me viniera en gana. Disfrutaría lo máximo, sería egoísta, no me privaría de nada y sólo me preocuparía de mí mismo.

Salí de casa con dinero en el bolsillo. ‘¡Lo conseguí!’ me dije a mí mismo, mientras me alejaba de la casa en el automóvil. Me fui a un centro comercial, disfruté mucho en una librería y compré la colección de poemas de Walt Whitman. Luego fui a un McDonald´s y pedí dos hamburguesas con patatas fritas y una bebida grande. Comí todo sin que nadie mi interrumpiera, sin tener que dar nada de lo mío a nadie ni limpiar la boca, la nariz o las manos de ningún niño.

Luego me pedí el helado de chocolate más grande que había. ¡Era libre! Después fui al cine y vi una película, sin comprar palomitas, sin tener a nadie sentado encima de mis piernas y sin tener que acompañar a nadie al servicio. Era un hombre libre, estaba viviendo a tope -pero me sentía triste.

Cuando llegué a casa, todos estaban dormidos. Al meterme en la cama, mi esposa me dijo: ‘Te echamos de menos.’ A lo que respondí: ‘Yo también. Nunca volveré a irme de casa.’

El salmista escribió: “Tu mujer será como vid que lleva fruto a los lados de tu casa; tus hijos, como plantas de olivo alrededor de tu mesa. Así será bendecido el hombre.” (Salmo 128:3-4)

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


No supongas

Cuentan que en una pobre choza, cerca de un río vivía una humilde mujer conocida en aquella comarca con el nombre de “Pepa la dichosa”. La mujer era anciana y casi ciega pero su corazón siempre estaba repleto de la verdadera satisfacción que tienen los hijos de Dios.

Un día pasó por delante de la puerta de su casa un señor muy rico que había envejecido muy joven a causa de los afanes de la vida. Cuando pasaba por ahí oyó cantar a la pobre anciana, entró a su casa y le dijo:

- Me parece que usted siempre está cantando.
- Y tengo motivo para ello, respondió Pepa.
- Desearía que me enseñara el secreto de su alegría, pues usted está sola y no tiene dinero. ¿Cómo es que usted posee tanta alegría?
- Tal vez porque no tengo nada ni a nadie en este mundo, sino a Dios, respondió la anciana. Los ricos tienen tantas cosas que hacer, y siempre piensan que van a perder sus tesoros, o que les sobrevenga alguna desgracia; mientras que yo no tengo por el contrario nada que me moleste o inquiete, sé que mi Dios cuidará de mí.
- Pero, dijo el caballero, supongamos que como ahora sucede; el frío y la nieve le impiden salir de la choza y…
- Pero yo no supongo absolutamente nada, respondió Pepa cortándole la palabra; yo no necesito suponer sino que el Señor mi Dios usará de todo bien conmigo. Lo otro sólo lo hacen los que no conocen a otro Dios sino las coas del mundo: hacen suposiciones de una y otra cosa, y se afligen y tanto es así que yo, pobre mujer, con la fe puesta en Dios, me puedo preciar de más rica que todos ellos.

Cuando Pepa terminó el caballero salió fuertemente impresionado y convencido de que Pepa era más rica que él, pues ella poseía un tesoro de más valor que todas las riquezas juntas: El de la verdadera dicha.

¿En qué basas tu felicidad? ¿De qué depende tu gozo? ¿Eres de los que supone todo el tiempo?

En Mateo 6:25, Jesús mismo dijo: “Por eso les digo que no se preocupen por la vida diaria, si tendrán suficiente alimento y bebida, o suficiente ropa para vestirse. ¿Acaso no es la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa?” (NTV)

La vida es mucho más que las cosas materiales pero normalmente perdemos de vista esa perspectiva y empezamos a centrarnos en acumular riquezas, a preocuparnos por cosas que suponemos que podrían pasar y esos pensamientos empiezan a ocupar un lugar central en nuestra vida y nos quitan el gozo, incluso pueden llegar a enfermarnos.

En 1 Pedro 5:7 encontramos un consejo muy sabio: “Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes” (NTV)

Si dejas tus preocupaciones en las manos de Dios, creyendo que Él está en control y sabe lo que es más conveniente para ti, su paz que sobre pasa todo entendimiento llenará tu corazón y sin importar en qué tormenta te halles, estarás siempre gozoso.

No se trata de sentarnos a esperar a ver qué pasa ni de cruzarnos de brazos esperando que las cosas sucedan o se solucionen solas, sino de darle el primer lugar a Dios y permitir que Él se encargue de nuestras vidas, familias, futuro y de las preocupaciones que tengamos.

¡Confía en Dios y disfruta de su paz y el gozo que te brinda!


Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ