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Romanos 12:20  La Biblia de las Américas (LBLA)

 

Nuestros deberes cristianos

Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de[e] vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio[f], según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno. Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros. Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir[g]; o el que enseña, en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad[h]; el que dirige[i], con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría.

El amor sea sin hipocresía; aborreciendo lo malo, aplicándoos[j] a lo bueno. 10 Sed afectuosos unos con otros con amor fraternal; con honra, daos preferencia unos a otros; 11 no seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor, 12 gozándoos en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración, 13 contribuyendo para las necesidades de los santos, practicando[k] la hospitalidad. 14 Bendecid a los que os[l] persiguen; bendecid, y no maldigáis. 15 Gozaos con los que se gozan y llorad con los que lloran. 16 Tened el mismo sentir[m] unos con otros; no seáis altivos en vuestro pensar, sino condescendiendo con los humildes[n]. No seáis sabios en vuestra propia opinión. 17 Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad[o] lo bueno delante de todos los hombres. 18 Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. 19 Amados, nunca os venguéis vosotros mismos, sino dad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: Mia es la venganza, yo pagare, dice el Señor. 20 Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza. 21 No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal.

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

BENDICE LA PROSPERIDAD DE TU PRÓJIMO.

 

 

“Pero a Caín y su ofrenda no miró con agrado. Y Caín se enojó mucho y su semblante se demudó” Génesis 4:5 (NTV)

Caín sabía que la ofrenda que recibió Dios de parte de Abel era lo mejor de todo su esfuerzo y de corazón. Debía sentirse alegre por ello, pero en lugar de eso, se enfureció contra su hermano, porque se había llenado de envidia.

¿Qué actitud tomamos ante una situación así? ¿Nos alegramos al ver la prosperidad de otros?

Sabemos que tenemos un Dios bueno y soberano, que Él bendice las manos de los que se esfuerzan. Por lo tanto, debiéramos celebrar con gozo los éxitos y logros de los demás, para algún día también festejar los nuestros.

“Porque el Señor tu Dios te bendecirá en todos tus productos y en toda la obra de tus manos; por tanto, estarás realmente alegre.” Deuteronomio 16:15 (LBLA)

Cristhian Castillo
CVCLAVOZ

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Somos del Señor.

 

 

Cuentan que el gran reformador Martín Lutero viajaba a pie muy a menudo. En cierta ocasión pidió alojamiento en una rústica casa de campesinos. Sin saber quién era, lo recibieron bien y lo trataron tan bien como pudieron.

Al saber quién era rehusaron toda paga, pero le pidieron encarecidamente que se acordara de ellos en sus oraciones y que escribiera con tinta en su pared alguna inscripción de recuerdo.

Prometió hacerlo y escribió: “Domini Sumus”. El campesino le preguntó qué significaban aquellas palabras, y Lutero explicó que tenía doble sentido:


Significan “Somos del Señor”, pero pueden también significar “Somos señores”. Lo uno entra en lo otro: siendo propiedad del Señor Jesucristo, a gran precio adquirida, no debemos ser esclavos de satanás ni de hombre sino señores verdaderamente libres que no sirven al pecado sino al Señor Jesús.
El precio de nuestra libertad fue muy alto, Jesús nos compró con su sangre y al hacerlo nos dio la libertad de servirle y ya no ser esclavos de las cosas terrenales. Como hombres y mujeres verdaderamente libres, se nos otorgó la oportunidad y responsabilidad de elegir a quién serviremos.

“Dios pagó un alto precio por ustedes, así que no se dejen esclavizar por el mundo”. 1 Corintios 7:23 (NTV)

Que tus acciones, pensamientos, tus palabras y toda tu vida reflejen un continuo agradecimiento a aquel que no escatimó el precio por tu libertad.

Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ