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9 Alabaré[b] al Señor con
todo mi corazón.
Todas tus maravillas[c] contaré;
2 en ti me alegraré y me
regocijaré;
cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo.
3 Cuando
mis enemigos retroceden,
tropiezan y perecen delante de ti.
4 Porque tú has mantenido mi
derecho y mi causa;
te sientas en el trono juzgando con justicia[d].
5 Has reprendido a las
naciones, has destruido al impío,
has borrado su nombre para siempre jamás.
6 El enemigo ha llegado
a su fin
en desolación eterna,
y tú has destruido sus ciudades[e];
su recuerdo ha perecido con ellas.
7 Pero
el Señor permanece[f] para
siempre;
ha establecido su trono para juicio,
8 y juzgará al mundo con
justicia;
con equidad ejecutará juicio sobre[g] los pueblos.
9 Será[h] también
el Señor baluarte
para el oprimido[i],
baluarte en tiempos de angustia.
10 En ti pondrán[j] su
confianza los que conocen tu nombre,
porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan.
11 Cantad
alabanzas al Señor,
que mora en Sion;
proclamad entre los pueblos sus proezas.
12 Porque el que pide cuentas
de la sangre derramada,
se acuerda de ellos;
no olvida el clamor de los afligidos.
13 Oh Señor,
ten piedad de mí;
mira mi aflicción por
causa de los que me aborrecen,
tú que me levantas de las puertas de la muerte;
14 para que yo cuente todas
tus alabanzas,
para que en las puertas de
la hija de Sion
me regocije en tu salvación.
15 Las naciones se han hundido
en el foso que hicieron;
en la red que escondieron, quedó prendido su pie.
16 El Señor se
ha dado a conocer;
ha ejecutado juicio.
El impío es atrapado en la obra de sus manos[k]. (Higaion[l]Selah[m])
17 Los
impíos volverán[n] al
Seol[o],
o sea, todas las naciones que se olvidan de Dios.
18 Pues el necesitado no será
olvidado para siempre,
ni la esperanza de los afligidos perecerá eternamente.
19 Levántate,
oh Señor;
no prevalezca el hombre;
sean juzgadas las naciones delante de ti.
20 Pon temor en
ellas[p], oh Señor;
aprendan las naciones que no son sino hombres. (Selah)
REFLEXION
El Quebrantamiento En La Biblia
Publicado por: Devocionales en Articulos Cristianos 0
“LOS SACRIFICIOS DE DIOS SON EL ESPÍRITU QUEBRANTADO” (Salmo 51:17)
Un mundo que da tanta importancia al éxito no le da valor a las cosas rotas. Pero Dios hace que de la ruptura y el quebrantamiento surja la belleza. Para que una planta salga de la tierra, la
semilla tiene que quebrarse. Para que un polluelo pueda experimentar una vida en libertad, la cáscara tiene que romperse. Hasta un caballo pura sangre tiene que quebrarse; tiene que aprender a
responder al tirón de las riendas y a la voz del domador. ¿Lo vas entendiendo? Tras un encuentro humillante con Cristo en el Camino de Damasco, Pablo reevaluó toda su actividad religiosa anterior
de la que tanto había hecho alarde y la llamó “estiércol” (véase Filipenses 3:8 NVI). ¡Y nadie presume acerca del estiércol, sino que nos da asco!
El quebrantamiento es la forma en que Dios trabaja con nosotros para deshacernos de nuestra autosuficiencia, con el fin de que el carácter de Cristo pueda brillar en nosotros. Pero no lo
malinterpretemos; estar quebrantado no significa necesariamente tener que pasar por algún tipo de tragedia. Mucha gente vive tragedias que no les acercan a Dios o ni siquiera lo reconocen. Es un
hecho que el mismo calor que deshace la mantequilla endurece el barro. El quebrantamiento no tiene que ver tanto con nuestras circunstancias como con nuestra reacción ante las mismas. ¿Qué está
queriendo Dios enseñarnos en ese momento? El verdadero quebrantamiento ocurre cuando Él nos despoja de nuestra autosuficiencia hasta el punto en que no nos queden fuerzas para recuperarnos solos.
Cuando Dios bloquea toda salida que queremos tomar y nos damos cuenta por fin de que sólo Él es nuestra solución, entonces hacemos un descubrimiento que cambiará nuestra vida. ¿Y cuál es? te
preguntas. Cuando lo único que tienes es a Dios – ¡Él es lo único que necesitas! En resumen: El poder de Dios está reservado para los que han dejado de hacer las cosas en sus propias fuerzas o
cumplirlas para sus propios fines.
“LOS SACRIFICIOS DE DIOS SON EL ESPÍRITU QUEBRANTADO” (Salmo 51:17)
Pablo escribe: “Que “Dios” os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. (1 Tesalonicenses
5:23). La palabra “santificar” significa “ser apartado” con el único fin de ser usado exclusivamente para cumplir los propósitos de Dios. Pablo lo describe como “el supremo llamamiento de Dios”
(Filipenses 3:14). Y es algo que ocurre de dentro para afuera. Nota que nuestro cuerpo aparece en último lugar en el orden de transformación, por una sencilla razón: El problema de un ladrón no
está en sus manos, sino en su mente o espíritu que le dice que robar está bien. La mente les dicta a las manos lo que tienen que hacer. Por lo tanto, si se transforma su espíritu, las manos lo
seguirán. De lo contrario, lo puedes esposar y meterlo en la cárcel pero seguirá siendo un ladrón por dentro. Muchos de nosotros queremos tener victoria sobre los pecados corporales pero sin una
transformación interna profunda. Pero Dios comienza con nuestro espíritu porque ésa es la parte de nuestro ser que nos hace conscientes de Dios, que nos “conecta” con Él. Cuando Dios libera
nuestro espíritu, entonces nuestras emociones y nuestro cuerpo siguen la misma línea.
Si tienes hijos, sabrás que cada niño responde a la disciplina de manera diferente. Un niño derramará un mar de lágrimas mientras que otro se te enfrentará y desafiará. Dios hará todo lo que sea
necesario, el tiempo que sea necesario para deshacernos de nuestra autosuficiencia para que podamos demostrar la vida de Jesús en nosotros. Pero nosotros decidimos cuánto va a durar el proceso,
con nuestra sumisión o nuestra resistencia. Pablo oró: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?…” (Hechos 9:6). Haz que ésa sea tu oración en este día.
“LOS SACRIFICIOS DE DIOS SON EL ESPÍRITU QUEBRANTADO…” (Salmo 51:17
A veces Dios deja que toquemos fondo, para que nos demos cuenta de que Él es la roca que está en el fondo. Gedeón se iba a enfrentar a un ejército de de 135.000 soldados con sólo 32.000 hombres.
Y de ésos 22.000 dejaron el campo de batalla y se volvieron a casa cuando se les dio la oportunidad. Hagamos números. Gedeón tuvo que pensar: ‘¡Es imposible que ganemos!’ Pero luego Dios explica
lo siguiente: “…Hay mucha gente contigo para que yo entregue a los madianitas en tus manos, pues Israel puede jactarse contra mí, diciendo: Mi mano me ha salvado.” (Jueces 7:2). Aquí está otra
vez, esa batalla de todos los tiempos contra el ego, al que nos enfrentamos a diario. La oración del Padrenuestro acaba así: “…Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria, para siempre jamás.
Amén.” (Mateo 6:13, Biblia de las Américas). ¿De dónde procede nuestro poder? ¡De Dios! ¿A quién debemos dar la Gloria de todos nuestros logros? ¡A Dios! ¿Durante cuánto tiempo va a ser así?
¡Para siempre jamás!
Dios tuvo que quebrar la autosuficiencia de Jacob para que pudiera salir el “Israel” que llevaba dentro. A veces Dios te tiene que derribarte para poder levantarte. Moisés fue llamado el hombre
más manso de la tierra. Pero tuvo que pasar cuarenta años de vida como pastor en el desierto para poder desintoxicarse de todo orgullo y someterse a Dios. Sólo entonces estaba listo para ponerse
delante del faraón y realizar milagros que demostraron el poder de Dios –y que reivindicaron a Moisés. El quebrantamiento no quiere decir ser un debilucho que sufre de complejo de inferioridad o
de baja autoestima. El verdadero quebrantamiento significa orar así: ‘Señor, si se va a hacer esta tarea, y se va a hacer bien, Tú tendrás que hacerla por medio de mí. Pongo mi confianza en
Ti.’
LOS SACRIFICIOS DE DIOS SON EL ESPÍRITU QUEBRANTADO (Salmo 51:17)
No siempre sabremos las razones de nuestras pruebas, pero Dios reveló a Pablo el motivo de su “aguijón en la carne”. Se lo dio para que no se “enalteciera” (ver 2 Corintios 12:7). El éxito puede
intoxicarnos ¡y los intoxicados no son precisamente los más listos ni los más dignos de fiar!
¿Qué sucede cuando tienes un aguijón en la carne? Que duele. Y dejarás pasar todo lo demás mientras pones todos tus esfuerzos en quitarlo. Pablo le oró a Dios tres veces pidiendo que se lo
quitara, pero Dios tenía otros planes. ¿Sabes una cosa? Dios se manifiesta de forma más clara en nosotros cuanto más débiles seamos en nosotros mismos. Cuando Pablo entendió que el poder de Dios
en su vida estaba vinculado al aguijón que le afligía, respondió: “Me gozo en las debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy
fuerte”. (2 Corintios 12:10). En otras palabras: “Si es para mi bien, mándalo Señor”.
Si hay una persona con un aguijón en tu vida por la que has orado para que sea liberada pero eso no ha ocurrido todavía, tal vez Dios quiera que experimentes su gracia y poder al tratar con esa
persona. Pero no los experimentarás hasta que hayas pasado del dolor a la alabanza. La Biblia habla de “el sacrificio de alabanza a Dios” (Hebreos 13:15). Un sacrificio significa que algo tiene
que morir en el altar de alguien. Por consiguiente, si quieres experimentar la gracia y el poder de Dios en tu vida, tienes que estar dispuesto a morir a tus propios intereses, tu ego y tu
independencia. No hay nada malo en pedir a Dios que quite el aguijón. Pero cuando tu oración por liberación se convierte en alabanza, vas camino de obtener el poder, porque Dios te está dando la
gracia.
REFLEXION
¿Por qué dudas?
Al atardecer, Jesús dijo a sus discípulos: “Crucemos al otro lado del lago”. Así que dejaron a las multitudes y partieron. Pronto se desató una tormenta feroz y olas violentas entraron en la barca, la cual empezó a llenarse de agua. Jesús estaba dormido en la parte posterior, con la cabeza recostada en una almohada. Los discípulos lo despertaron diciendo: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?”, gritaron.
Cuando Jesús se despertó, reprendió al viento y dijo a las olas: “¡Silencio! ¡Cálmense!”. De repente, el viento se detuvo y hubo una gran calma. Luego él les preguntó: “¿Por qué
tienen miedo? ¿Todavía no tienen fe?”.
Los discípulos estaban completamente aterrados, “¿Quién es este hombre? -se preguntaban unos a otros – que ¡hasta el viento y las olas lo obedecen! (Marcos 4:35-41)
Esta porción de la Palabra nos deja dos enseñanzas:
– La primera, es que Jesús les dijo: “Crucemos al otro lado del lago”, no dijo “Crucen”. Cuando enfrentes un momento difícil, recuerda que nuestro Señor siempre estará contigo, que en ningún
momento te dejará y que su gracia te protegerá en cualquier lugar.
– La segunda, es que a pesar de que veas que tus circunstancias siguen iguales o que empeoran, no dudes del poder de nuestro Salvador porque una palabra suya es suficiente para
cambiar tu realidad. Incluso, si en algún momento no llegas a sentir su presencia, no pierdas la calma ni la fe, porque el momento exacto extenderá sus brazos y te ayudará, no permitirá que nada
malo te pase porque tu confianza está puesta en Él.
Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha y te dice: “No temas, yo te ayudo.” Isaías 41:13
Este día vuelve a poner tu mirada en Jesús y no te sueltes de su mano, deja de ver a tu alrededor y confía solamente en Él porque a su lado estás seguro y a salvo.
Brisna Bustamante
CVCLAVOZ