Nehemías 8:5-6 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

Esdras lee la ley

 

 

Se reunió todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que estaba delante de la puerta de las Aguas, y pidieron[a] al escriba Esdras que trajera el libro de la ley de Moisés que el Señor había dado[b] a Israel. Entonces el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la asamblea de hombres y mujeres y de todos los que podían entender lo que oían. Era el primer día del mes séptimo. Y leyó en el libro[c] frente a la plaza que estaba delante de la puerta de las Aguas, desde el amanecer[d] hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley. El escriba Esdras estaba sobre un estrado de madera que habían hecho para esta ocasión. Junto a él, a su derecha, estaban Matatías, Sema, Anías, Urías, Hilcías y Maasías; y a su izquierda, Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hasbadana, Zacarías yMesulam. Y abrió Esdras el libro a la vista de todo el pueblo, pues él estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso en pie. Entonces Esdras bendijo al Señor, el gran Dios. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén, Amén!, mientras alzaban las manos; después se postraron y adoraron al Señor rostro en tierra. También Jesúa, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetai, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán, Pelaías, y los levitas, explicaban la ley al pueblo mientras el pueblo permanecía en su lugar. Y leyeron en el libro de la ley de Dios, traduciéndolo[e] y dándole el sentido para que entendieran la lectura.

Entonces Nehemías, que era el gobernador[f], y Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que enseñaban al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Este día es santo para el Señorvuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la ley. 10 También les dijo: Id, comed de la grosura, bebed de lo dulce, y mandad raciones a los que no tienen nada preparado; porque este día es santo para nuestro Señor. No os entristezcáis, porque la alegría del Señor es vuestra fortaleza. 11 Los levitas calmaron a todo el pueblo diciendo: Callad, porque el día es santo, no os entristezcáis. 12 Y todo el pueblo se fue a comer, a beber, a mandar porciones y a celebrar una gran fiesta[g], porque comprendieron las palabras que les habían enseñado.

13 Al segundo día los jefes de casas paternas de todo el pueblo, los sacerdotes y los levitas se reunieron junto al escriba Esdras para entender las palabras de la ley. 14 Y encontraron escrito en la ley que el Señor había mandado por medio[h] de Moisés que los hijos de Israel habitaran en tabernáculos[i] durante la fiesta del mes séptimo. 15 Y ellos proclamaron y circularon[j] pregón en todas sus ciudades y en Jerusalén, diciendo: Salid al monte y traed ramas de olivo, ramas de olivo silvestre[k], ramas de mirto, ramas de palmera y ramas de otros árboles frondosos, para hacer tabernáculos, como está escrito.16 El pueblo salió y las trajeron e hicieron tabernáculos para sí, cada uno en su terrado, en sus patios, en los patios de la casa de Dios, en la plaza de la puerta de las Aguas y en la plaza de la puerta de Efraín. 17 Toda la asamblea de los que habían regresado de la cautividad hicieron tabernáculos y habitaron en ellos[l]. Los hijos de Israel ciertamente no habían hecho de esta manera desde los días de Josué, hijo de Nun, hasta aquel día. Y hubo gran regocijo. 18 Y leyó Esdras del libro de la ley de Dios cada día, desde el primer día hasta el último día. Celebraron la fiesta siete días, y al octavo día hubo una asamblea solemne según lo establecido.

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

- La Paciencia es Amarga

 

 

En los tiempos de las grandes haciendas ganaderas, se ataba a veces un pequeño burro a un caballo salvaje.

Ambos eran entonces soltados juntos hacia el desierto. Corcoveando furiosamente, el caballo salvaje tiroteaba y sacudía al pequeño burro, arrastrándolo como una bolsa de patatas.

Sin embargo, ambos regresaban algunos días después. Primero aparecía el pequeño burro, trotando de regreso hacia la hacienda, con el sumiso corcel a rastras.

En algún lugar del desierto, el caballo quedó exhausto al tratar de liberarse del burro. En ese momento, el burro se convirtió en el amo de los dos. El lento, paciente e insignificante animal se convirtió en el líder del otro más rápido, más veleidoso y más apreciado.

Las personas pacientes, comprometidas, metódicas y trabajadoras pueden encontrarse en la cometida de aquellos que son más revoltosos en su trabajo. Pero al final, ellos tienden a lograr más, ascender más alto, y ganar mayor respeto de sus colegas y de aquellos que trabajan a sus órdenes.

Elija hoy ser paciente y calladamente decidido, y el mañana lo recompensará.

La paciencia es amarga, pero su fruto es dulce.

Hebreos 10:36
Porque tenéis necesidad de paciencia, para que cuando hayáis hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa.

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

 

¿Qué ganas siendo orgulloso?

 

 

Existen siete clases de personas a las que Dios no soporta: Las orgullosas, las violentas, las mentirosas, las malvadas, las ansiosas de hacer lo malo, las que mienten en un juicio y las que provocan pleitos familiares.

En el capítulo 10 del libro de Isaías vemos como Dios consumió la gloria del rey de Asiria por ser orgulloso, alardeó diciendo: “Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados; y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, ni abriese su boca”.

El orgullo no trae ningún beneficio a nuestra vida más al contrario, nos aleja de nuestros seres queridos, a causa de él perdemos a buenos amigos y oportunidades que tal vez no las volvamos a tener, nos impide ser felices y tener paz, nos arrebata todas las bendiciones que Dios quiere darnos.

Analicemos los versículos 15 y 16: Ahora bien, ¿puede jactarse el hacha de tener un poder mayor que la persona que la usa? ¿Es la sierra mayor que la persona que corta? ¿Puede golpear una vara a menos que la mueva una mano? ¿Puede caminar solo un bastón de madera? La respuesta a todas estas preguntas es simplemente “No”, porque estas herramientas por sí solas no podrían hacer absolutamente nada si no fuera por la persona quien las usa. Y es que muchas veces, algunos de nosotros hemos querido llevarnos ese honor pensando erróneamente que lo merecíamos por nuestro esfuerzo, inteligencia, apariencia, talento, etc.; olvidando que solo somos instrumentos útiles en las manos de nuestro Hacedor, pero que al final es Él quien merece llevarse la gloria y la honra en cada labor que realizamos.

Tengamos la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano.

Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre. Filipenses 2:5-11 (NTV)

Cada mañana no nos olvidemos agradecer y reconocer que todo lo que somos y tenemos se lo debemos a Dios, es por su gracia y su amor que estamos vivos un día más, que estamos sanos, que tenemos una familia, que tenemos un trabajo, que lo servimos en un ministerio, etc. No permitamos que el orgullo y la ingratitud se apoderen de nuestro corazón, alabemos y glorifiquemos cada día su Santo Nombre.

Dado que Dios los eligió para que sean su pueblo santo y amado por él, ustedes tienen que vestirse de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza y paciencia. Colosenses 3:12 (NTV)

La actitud correcta para servir a Dios es con gozo, humildad, gratitud y amor.

 

 

 

Brisna Bustamante
CVCLAVOZ