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Nehemías 9:5 La Biblia de las Américas (LBLA)

Arrepentimiento y confesión

 

 

El día veinticuatro de este mes se congregaron los hijos de Israel en ayuno, vestidos de cilicio y con polvo sobre sí. Y los descendientes[a] de Israel se separaron de todos los extranjeros, y se pusieron en pie, confesando sus pecados y las iniquidades de sus padres. Puestos de pie, cada uno en su lugar, leyeron en el libro de la ley del Señor su Dios por una cuarta parte del día; y por otra cuarta parte confesaron y adoraron al Señor su Dios. Y sobre el estrado de los levitas se levantaron Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani yQuenani, y clamaron en alta voz al Señor su Dios.

Entonces los levitas, Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías, dijeron: Levantaos, bendecid al Señorvuestro Dios por siempre y para siempre.

Sea bendito tu glorioso nombre
y exaltado sobre toda bendición y alabanza.
Sólo tú eres el Señor.
Tú hiciste los cielos,
los cielos de los cielos con todo su ejército,
la tierra y todo lo que en ella hay,
los mares y todo lo que en ellos hay.
Tú das vida a todos ellos
y el ejército de los cielos se postra ante ti.
Tú eres el Señor Dios
que escogiste a Abram,
lo sacaste de Ur de los Caldeos
y le diste por nombre Abraham.
Hallaste fiel su corazón delante de ti,
e hiciste con él un pacto
para darle la tierra del cananeo,
del hitita, del amorreo,
del ferezeo, del jebuseo y del gergeseo,
para darla a su descendencia[b].
Y has cumplido tu palabra, porque eres justo.

Tú viste la aflicción de nuestros padres en Egipto,
y escuchaste su clamor junto al mar Rojo[c].
10 Entonces hiciste señales y maravillas contra Faraón,
contra todos sus siervos y contra todo el pueblo de su tierra;
pues supiste que ellos los trataban con soberbia,
y te hiciste un nombre como el de hoy.
11 Dividiste el mar delante de ellos,
y pasaron por medio del mar sobre tierra firme;
y echaste en los abismos a sus perseguidores,
como a una piedra en aguas turbulentas[d].
12 Con columna de nube los guiaste de día,
y con columna de fuego de noche,
para alumbrarles el camino
en que debían andar.
13 Luego bajaste sobre el monte Sinaí,
y desde el cielo hablaste con ellos;
les diste ordenanzas justas y leyes verdaderas,
estatutos y mandamientos buenos.
14 Les hiciste conocer tu santo día de reposo,
y les prescribiste mandamientos, estatutos y la ley
por medio[e] de tu siervo Moisés.
15 Les proveíste pan del cielo para su hambre,
les sacaste agua de la peña para su sed,
y les dijiste que entraran a poseer
la tierra que tú habías jurado darles[f].

16 Pero ellos, nuestros padres, obraron con soberbia,
endurecieron su cerviz y no escucharon tus mandamientos.
17 Rehusaron escuchar,
y no se acordaron de las maravillas que hiciste entre ellos;
endurecieron su cerviz y eligieron un jefe para volver a su esclavitud en Egipto[g].
Pero tú eres un Dios de perdón,
clemente y compasivo,
lento para la ira y abundante en misericordia,
y no los abandonaste.
18 Ni siquiera cuando se hicieron
un becerro de metal fundido
y dijeron: “Este es tu Dios
que te sacó de Egipto”,
y cometieron grandes blasfemias[h],
19 tú, en tu gran compasión,
no los abandonaste en el desierto;
la columna de nube no los dejó de día,
para guiarlos en el camino,
ni la columna de fuego de noche, para alumbrarles el camino por donde debían andar.
20 Y diste tu buen Espíritu para instruirles,
no retiraste tu maná de su boca,
y les diste agua para su sed.
21 Por cuarenta años proveíste para ellos en el desierto y nada les faltó,
sus vestidos no se gastaron ni se hincharon sus pies.
22 También les diste reinos y pueblos,
y se los repartiste con sus límites[i].
Y tomaron posesión de la tierra de Sehón, rey[j] de Hesbón,
y la tierra de Og, rey de Basán.
23 Y multiplicaste sus hijos como las estrellas del cielo,
y los llevaste a la tierra
que habías dicho a sus padres que entraran a poseerla.
24 Y entraron los hijos y poseyeron la tierra.
Y tú sometiste delante de ellos a los habitantes de la tierra, a los cananeos,
y los entregaste en su mano, con sus reyes y los pueblos de la tierra,
para hacer con ellos como quisieran.
25 Y capturaron ciudades fortificadas y una tierra fértil[k].
Tomaron posesión de casas llenas de toda cosa buena,
cisternas excavadas, viñas y olivares,
y árboles frutales en abundancia.
Y comieron, se saciaron, engordaron
y se deleitaron en tu gran bondad.

26 Pero fueron desobedientes y se rebelaron contra ti,
echaron tu ley a sus espaldas,
mataron a tus profetas que los amonestaban[l]
para que se volvieran a ti,
y cometieron grandes blasfemias[m].
27 Entonces los entregaste en mano de sus enemigos, que los oprimieron,
pero en el tiempo de su angustia clamaron a ti,
y tú escuchaste desde el cielo, y conforme a tu gran compasión
les diste libertadores que los libraron de mano de sus opresores.
28 Pero cuando tenían descanso, volvían a hacer lo malo delante de ti;
por eso tú los abandonabas en mano de sus enemigos para que los dominaran;
y cuando clamaban de nuevo a ti, tú oías desde el cielo
y muchas veces los rescataste conforme a tu compasión.
29 Los amonestaste[n] para que volvieran a tu ley,
pero ellos obraron con soberbia y no escucharon tus mandamientos, sino que pecaron contra tus ordenanzas,
las cuales si el hombre las cumple, por ellas vivirá.
Y dieron la espalda en rebeldía, endurecieron su cerviz y no escucharon.
30 Sin embargo, tú los soportaste por muchos años,
y los amonestaste[o] con tu Espíritu por medio[p] de tus profetas,
pero no prestaron oído.
Entonces los entregaste en mano de los pueblos de estas[q]tierras.
31 Pero en tu gran compasión no los
exterminaste ni los abandonaste,
porque tú eres un Dios clemente y compasivo.

32 Ahora pues, Dios nuestro, Dios grande, poderoso y temible, que guardas el pacto y la misericordia,
no parezca insignificante ante ti toda la aflicción
que nos ha sobrevenido, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros sacerdotes, a nuestros profetas, a nuestros padres y a todo tu pueblo,
desde los días de los reyes de Asiria hasta el día de hoy.
33 Mas tú eres justo en todo lo que ha venido sobre nosotros,
porque tú has obrado fielmente,
pero nosotros perversamente.
34 Nuestros reyes, nuestros jefes, nuestros sacerdotes y nuestros padres no han observado tu ley
ni han hecho caso a tus mandamientos ni a tus amonestaciones[r]con que los amonestabas[s].
35 Pero ellos en su propio reino,
con los[t] muchos bienes que tú les diste,
con la espaciosa y rica tierra[u] que pusiste delante de ellos,
no te sirvieron ni se convirtieron de sus malas obras.
36 He aquí, hoy somos esclavos,
y en cuanto a la tierra que diste a nuestros padres
para comer de sus frutos y de sus bienes,
he aquí, somos esclavos en ella.
37 Y su abundante fruto es para los reyes
que tú pusiste sobre nosotros a causa de nuestros pecados,
los cuales dominan nuestros cuerpos
y nuestros ganados como les place,
y en gran angustia estamos.

38 [v]A causa de todo esto, nosotros hacemos un pacto fiel por escrito; y en el documento sellado están los nombres de nuestros jefes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

¿Que Significa Llevar Fruto Según La Biblia?
Publicado por: Devocionales en Preguntas y Respuestas Cristianas, Respuestas Cristianas 0

 

 


Fruto: FRUCTIFICAD… (Génesis 1:28)

Cuando Dios creó al hombre, lo primero que le dijo fue: “…Fructificad…” (Génesis 1:28). Jesús retomó el tema, diciendo: “Yo os elegí a vosotros y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca” (Juan 15:16). “Permanecer” significa que tienes que poner tus miras y tus esfuerzos en el desarrollo de tu carácter, en tus recompensas eternas y en la edificación del Reino de Dios, no en un plan a corto plazo.

Jesús también dijo: “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará” (Juan 15:2). ¿Quiere decir eso que puedo perder mi salvación?

Claro que no; Jesús estaba hablando de pámpanos “en mí”, es decir, que es posible ser creyente y no dar fruto. La palabra griega para “quitar” es airo, que significa “levantar”. Los pámpanos nuevos tienden a arrastrarse por el suelo. Pero desde ahí no pueden dar fruto, porque cuando llueve se llenan de barro y acaban con mildiu, enfermos y estériles.

¿Corta y tira esas ramas el viñador? No, valen demasiado para deshacerse de ellas. Lo que hace es ir por la viña con un cubo de agua buscando las que se hayan caído, las levanta del suelo y las lava. Recuerda estas palabras: “Vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado” (Juan 15:3).

Una vez lavadas, las levanta, las enrosca en la espaldera, las sujeta bien y pronto sanan y dan fruto. La palabra para ti hoy es: ya sea que hayas caído en el lodo o simplemente te hayas conformado con vivir por debajo de tu potencial, Dios no te va a desechar. Te levantará, limpiará y ayudará a que vuelvas a florecer.

En los seis versículos de Juan 15:4-7 y 9-10, Jesús repite diez veces que “permanezcamos”. ¿Por qué? ¡Porque no es lo que nos sale hacer de forma natural!. Jesús sabía que en los años después de su partida los discípulos tendrían que producir fruto suficiente para llegar a todas las partes del mundo.

Pero no tendrás ni una mínima parte de esa clase de influencia si primero no consigues algo que es muy fácil de descuidar, o de dejar en segundo plano, en medio de tantas ocupaciones: más de Él. Todos los días surgirán cosas que querrán impedir que pases tiempo de calidad con el Señor. Y si hablamos de apartar tiempo suficiente para esperar en la presencia de Dios, ¡eso requerirá un esfuerzo tan grande como promulgar una Ley! Tienes tres alternativas:

1) Vivir una vida sin sentido:

“El que no permanece en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen” (Juan 15:6). La palabra original para secarse significa “sin ningún valor”. No gastes tu vida en cosas que no tienen valor.

2) Aceptar la disciplina de Dios.

“Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados” (Hebreos 12:11).

¿Qué es lo que Dios espera? Fruto, y hará lo que sea necesario para que se produzca. Cada uno tiene su propia historia de cómo ha sido podado. La disciplina de Dios empieza normalmente con un problema de pecado: una actitud o un comportamiento que no hemos confrontado. Y acaba cuando acaba el problema.

La disciplina no tiene que ir más allá, ¡por lo tanto, depende de nosotros! Sólo nos dolerá mientras persistamos en el pecado.

3) Permanecer cerca de Dios.

Si todos los días te alimentas de Él, si permites que Su poder fluya también en ti, nada te impedirá disfrutar de la vida abundante que prometió Jesús.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

Marcas que no se borran.

 

 

¿Qué personas han dejado marcas en tu camino?

En la vida puedes conocer muchos amigos, pero nunca se olvidan aquellos que te han acompañado en el momento de dificultad, los que te apoyaron en la necesidad, se preocuparon y te valoraron cuando pensabas que estabas solo. No te olvidarás de aquellos que han dejado una marca cuando estaban contigo.

Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?
Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?
Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.

Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás.
Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo.

Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.

Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese.

¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. Lucas 10:25-37

¿A cuántos has dejado una marca? La palabra de Dios dice que debes amar a tu prójimo como a ti mismo. En otras palabras, Jesús nos pide que seamos el prójimo que deja marca en el camino de las personas.

Seguramente, este hombre que recibió ayuda, jamás olvidó al samaritano que salvó su vida, vendó sus heridas y lo cuidó. El samaritano manifestó el amor de Dios por medio de sus actos.
Lo que Dios pide es que des amor y trates a las personas que te rodean como si fueras tú mismo. Te animo a empezar a dejar marcas en la vida de las personas, este día decídete a hacer algo por alguien y muestra el amor de Dios en actos.
¡Sigue los pasos de Jesús, quien a donde iba dejaba marcas!

 

 

 

 

Shirley Chambi
CVCLAVOZ