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1 Reyes 15:18-19 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

Reinados de Asa y Nadab

 

En el año veinte de Jeroboam, rey de Israel, Asa comenzó a reinar sobre Judá. 10 Reinó cuarenta y un años en Jerusalén; y el nombre de su madre[d] era Maaca, hija de Abisalom. 11 Asa hizo lo recto ante los ojos del Señor, como David su padre. 12 También expulsó de la tierra a los sodomitas de cultos paganos, y quitó todos los ídolos que sus padres habían hecho. 13 También quitó a Maaca su madre[e] de ser reina madre, porque ella había hecho una horrible imagen de[f] Asera; Asa derribó su horrible imagen y la quemó junto al torrente Cedrón. 14 Pero los lugares altos no fueron quitados; sin embargo el corazón de Asa estuvo dedicado por entero al Señor todos sus días. 15 Y trajo a la casa del Señor las cosas consagradas por su padre y sus propias cosas consagradas: plata, oro y utensilios.

16 Y hubo guerra entre Asa y Baasa, rey de Israel, todos sus días. 17 Y Baasa, rey de Israel, subió contra Judá y fortificó[g] Ramá para prevenir que nadie saliera o entrara en ayuda de Asa, rey de Judá. 18 Entonces Asa tomó toda la plata y el oro que había quedado en los tesoros de la casa del Señor y en los tesoros de la casa del rey, y los entregó en manos de sus siervos. Y el rey Asa los envió a Ben-adad, hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Aram, que habitaba en Damasco, diciendo: 19 Haya alianza entre tú y yo[h], como hubo entre mi padre y tu padre. He aquí, te he enviado un presente de plata y de oro; ve, rompe tu alianza con Baasa, rey de Israel, para que se aparte de mí. 20 Ben-adad escuchó al rey Asa y envió a los jefes de sus ejércitos contra las ciudades de Israel, y conquistó[i] Ijón, Dan, Abel-bet-maaca, y toda Cineret, además de toda la tierra de Neftalí. 21 Y sucedió que cuando Baasa lo oyó, dejó de fortificar[j] Ramá, y se quedó en Tirsa. 22 Entonces el rey Asa hizo proclamación a todo Judá, sin excepción, y se llevaron las piedras de Ramá y la madera con que Baasa había estado edificando. Y con ellas el rey Asa fortificó[k] Geba de Benjamín y Mizpa.

23 Los demás hechos de Asa y todo su poderío, todo lo que hizo y las ciudades que edificó, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá? Sólo que en el tiempo de su vejez se enfermó de los pies. 24 Y durmió Asa con sus padres y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David su padre; y su hijo Josafat reinó en su lugar. 25 Y Nadab, hijo de Jeroboam, comenzó a reinar sobre Israel en el segundo año de Asa, rey de Judá, y reinó sobre Israel dos años. 26 E hizo lo malo ante los ojos del Señor, y anduvo en el camino de su padre y en el[l]pecado con que hizo pecar a Israel. 27 Entonces Baasa, hijo de Ahías, de la casa de Isacar, conspiró contra él, y Baasa lo hirió en Gibetón, que pertenecía a los filisteos, mientras Nadab y todo Israel sitiaban a Gibetón. 28 Baasa lo mató en el tercer año de Asa, rey de Judá, y reinó en su lugar. 29 Y sucedió que en cuanto fue rey, hirió a toda la casa de Jeroboam. No dejó con vida a ninguno[m] de los de Jeroboam, hasta destruirlos, conforme a la palabra que el Señor había hablado por medio[n] de su siervo Ahías silonita, 30 por los pecados que Jeroboam había cometido[o], y con los cuales había hecho pecar a Israel, y por la provocación con que provocó a ira al Señor, Dios de Israel.

31 Los demás hechos de Nadab y todo lo que hizo, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel? 32 Hubo guerra entre Asa y Baasa, rey de Israel, todos los[p] días que vivieron.

 

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION


¿Hay Alguien a Quien Necesitas Perdonar?
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Preguntas y Respuestas Cristianas, Respuestas Cristianas 0


PERDONAOS UNOS A OTROS DE LA MANERA QUE CRISTO OS PERDONÓ (Colosenses 3:13)

El poder más grande que tienes sobre alguien que te ha ofendido es el poder del perdón. Al decir: “Te perdono y no te lo tendré en cuenta”, las dos partes quedan libres del vínculo negativo que existe entre ellos.

Pero hay más: también nos libramos de la carga de ser “el ofendido”.

Cuando no perdonamos a los que nos han herido, es como si los lleváramos encima, como una carga pesada a la espalda.
Es fuerte la tentación de aferrarnos con rabia a nuestros enemigos y definirnos como las víctimas de sus acciones.
El perdón no sólo libera a la otra parte implicada, ¡también nos hace libres a nosotros!

El perdón es el camino a la verdadera libertad.

Ahora bien, perdonar no significa olvidar. Aunque hayamos perdonado a alguien, el recuerdo de lo que nos hicieron puede permanecer con nosotros durante mucho tiempo.

Se queda en nuestras emociones como una cicatriz, o tal vez hasta en nuestros cuerpos como señal física. Pero el perdón cambia la forma en cómo lo recordamos; cambia la maldición en bendición.

Cuando perdonamos a nuestros padres por divorciarse, a nuestros hijos por su falta de amor, a nuestros amigos por no haber sido fieles en tiempos de necesidad, a nuestros consejeros por su mal consejo, a nuestro jefe por tratarnos injustamente, entonces dejamos de sentirnos víctimas de acontecimientos que no pudimos controlar.

El perdón nos permite retomar el control de la situación y no deja que ciertos hechos nos amarguen. Nada nos podrá limitar o destruir. ¿Hay alguien a quien necesitas perdonar hoy?

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Mitología.

 

El diccionario define esta palabra como un conjunto de cuentos históricos y relatos que forman parte de una determinada religión o cultura. Muchas veces estas narraciones ayudan a comprender las razones de ciertas prácticas o ritos de algún grupo de etnias que existieron hace mucho y se caracterizan principalmente por ser exageradamente fantasiosas, bastante imaginarias y poco creíbles.

Por ejemplo, los griegos tenían un dios para cada aspecto de la vida: el amor, la riqueza, la guerra, la paz, etc. Todos estos dioses vivían en un lugar llamado Olimpo y su líder era Zeus de quien se cuenta que junto con sus dos hermanos, Hades y Poseidón, derrocaron del trono a su padre Cronos.

En Roma la historia era distinta. Se decía que el príncipe de Dardania escapó de la destrucción de Troya cargando a su padre y a su hijo Ascanio. 40 años más tarde ese niño convertido en hombre y fundaría un pequeño reino llamado Alba Longa del que se hizo gobernante. Cuatro siglos después vendría a ser rey de aquel lugar Numitor quien fue destituido por su hermano Amulio, un hombre perverso que mató a todos los hijos varones herederos al trono y convirtió a su sobrina en sacerdotisa para que no tuviera descendientes. Pero Marte, el dios de la guerra se enamoró de ella y le dio dos hijos gemelos llamados Rómulo y Remo.

Ambos niños fueron llevados al bosque para ser abandonados pero un loba llamado Luperca y un pájaro carpintero los cuidaron, luego fueron encontrados por un criador de puercos quien los adoptó como suyos. Con el tiempo ambos gemelos se enteraron de la verdad y cobraron venganza devolviéndole el reino a su abuelo.

Los egipcios creían que el espíritu de los difuntos era conducido por Anubis hacia el lugar del juicio donde se pesaban en una balanza, en un extremo se paraba la persona juzgada y en el otro había una pluma que representaba a Maat, el dios de verdad, armonía y orden universal. Si el resultado era favorable el difunto era llevado ante Osiris quien los cuidaría eternamente, pero si era desfavorable era llevado a Ammit, representado como un ser mezcla de cocodrilo, león e hipopótamo que destruía los corazones malvados, impidiendo su inmortalidad.

Ahora bien, la Biblia cuenta que seiscientos mil hombres sin contar mujeres y niños, se encontraban acorralados entre el mar rojo y un ejército de egipcios preparados para matarlos. Entonces Dios le ordenó a un hombre llamado Moisés que levantara su vara, extendiera su mano y abriera el mar partiéndolo en dos, cuando así lo hizo las aguas se dividieron y todos pasaron como por tierra seca al otro lado, pero cuando los egipcios intentaron hacerlo el mar se cerró y perecieron ahogados.

Cuatro historias que a primera vista parecen de fantasía pero con una gran diferencia: las tres primeras no tienen ninguna prueba histórica y arqueológica que compruebe su veracidad, pero el relato de la Biblia sí contiene estos elementos convirtiéndolo en un documento histórico de confianza.

No son un mito personajes como Jesús, Abraham, Moisés, David, Daniel, José, etc. La Biblia también habla de lugares reales como Jerusalén, Egipto, Asiria, Babilonia, el río Éufrates, Belén, el río Nilo, etc. La mención de faraones, reyes, gobernante, líderes y otros fueron verificados por muchos historiadores, y cuando algo llega a ser comprobado deja de ser un mito para convertirse en un hecho real.

Además las historias fantasiosas o los mitos no tienen el poder de transformar la vida de un hombre. No estamos hablando de una simple idea que aparece en la mente de algún fanático, se trata de un poder que llega a conmover las entrañas y los fundamentos de aquel que comienza a conocer a Dios a través de su palabra.

Salmos 119:160 dice: “Todas tus palabras se basan en la verdad; todas ellas son justas y permanecen para siempre.” Versión Traducción en Lenguaje Actual
La Biblia no es un libro de mitología.