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Daniel 10:5,16 La Biblia de las Américas (LBLA)

Visión junto al Tigris

 

 

10 En el año tercero de Ciro, rey de Persia, un mensaje[a] fue revelado a Daniel, a quien llamaban Beltsasar. El mensaje[b] era verdadero y acercade un gran conflicto[c]; él comprendió el mensaje[d] y tuvo entendimiento de la visión. En aquellos días, yo, Daniel, había estado en duelodurante tres semanas completas. No comí manjar delicado[e] ni entró en mi boca carne ni vino, ni usé ungüento alguno, hasta que se cumplieron las tres semanas. Y el día veinticuatro del primer mes, estando yo junto a la orilla del gran río, es decir, el Tigris[f], alcé los ojos y miré, y he aquí, había un hombre vestido de lino, cuya cintura estaba ceñida con un cinturón de oro puro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo[g], su rostro tenía[h] la apariencia de un relámpago, sus ojos eran como antorchas de fuego, sus brazos y pies como el brillo del bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. Y sólo yo, Daniel, vi la visión; los hombres que estaban conmigo no vieron la visión, pero un gran terror cayó sobre ellos y huyeron a esconderse. Me quedé solo viendo esta gran visión; no me quedaron fuerzas, y mi rostro[i] se demudó, desfigurándose, sin retener yo fuerza alguna. Pero oí el sonido de sus palabras, y al oír el sonido de sus palabras, caí en un sueño profundo sobre mi rostro, con mi rostro en tierra.

10 Entonces, he aquí, una mano me tocó, y me hizo temblar sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. 11 Y me dijo: Daniel, hombre muy estimado[j], entiende las palabras que te voy a decir y ponte en pie[k], porque ahora he sido enviado a ti. Cuando él me dijo estas palabras, me puse en pie temblando. 12 Entonces me dijo: No temas, Daniel, porque desde el primer día en que te propusiste en tu corazón entender y humillarte delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y a causa de tus palabras he venido. 13 Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso[l] por veintiún días, pero he aquí, Miguel, uno de los primeros príncipes, vino en mi ayuda, ya que yo había sido dejado allí con los reyes de Persia. 14 Y he venido para darte a conocer lo que sucederá a tu pueblo al final de los días, porque la visión es para días aún lejanos.15 Cuando habló conmigo estas palabras, volví[m] mi rostro a tierra y enmudecí. 16 Y he aquí, uno semejante a un hombre[n] tocó mis labios; entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, a causa de la visión me ha invadido la angustia[o] y me he quedado sin fuerzas. 17 ¿Cómo podrá, pues, este siervo de mi señor hablar con uno como mi señor? Porque a mí en este momento no me queda fuerza alguna, ni tampoco me queda aliento.

18 Entonces el que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez y me fortaleció, 19 y me dijo: No temas, hombre muy estimado[p]. La paz sea contigo[q]; sé fuerte y esfuérzate. Cuando habló conmigo, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido. 20 Entonces él dijo: ¿Sabes por qué he venido a ti? Ahora vuelvo para luchar contra el príncipe[r] de Persia, y cuando yo termine[s], he aquí, el príncipe[t] de Grecia[u] vendrá. 21 Sin embargo, te declararé lo que está inscrito en el libro de la verdad, pero no hay nadie que se mantenga firme a mi lado[v]contra estas fuerzas, sino Miguel, vuestro príncipe.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

NO ACABARÁ DE ROMPER LA CAÑA QUEBRADA NI APAGARÁ LA MECHA QUE APENAS ARDE (Mateo 12:20 CST)
Publicado por: Cristianos en Devocional Diario 0

Puedes empezar de nuevo.

¿No te alegra saber que Dios repara lo dañado y no se deshace de ello?

Con Él, las vidas quebrantadas no se quedan sin un final feliz. Muchas veces se le ha llamado el Dios de las “segundas oportunidades”, aunque eso no es del todo cierto porque si sólo tuviéramos dos oportunidades, estaríamos perdidos y sin esperanza. En cambio, Él es el Dios de las “setenta veces siete” (ver Mateo 18:22).

En griego el número siete representa lo infinito; Él es el Dios de la gracia ilimitada. Mientras reconozcas con humildad tus fallos y desees comenzar de nuevo, Él te capacitará.
La “caña” del versículo de hoy se refiere a una flauta de pastor improvisada; estaba estropeada, quebrada y sin valor.

La “mecha” que apenas ardía ya no daba luz y se consideraba inservible. Ambas metáforas representan a personas arrinconadas que los demás rechazan como si fueran objetos dañados. Sin embargo, Jesús se compromete a restaurar y sanar, y no a quebrar o apagar a los que han fracasado. Él desea ofrecernos un nuevo comienzo, sin importar nuestros fracasos.

¡Todos hemos fallado! Como descendientes de Adán está en nuestra naturaleza el meternos en líos, y lo hacemos con facilidad.

Abraham mintió y puso a Sara en peligro. Jacob era un tramposo, alguien que buscaba progresar embaucando a otros. Moisés se empeñó en hacer las cosas a su manera y acabó como fugitivo.

David fue adúltero y tramó el asesinato de un amigo fiel. Pedro le dio la espalda a Cristo. Aun así, Dios los usó a todos ellos para llevar a cabo Su voluntad. Y a ti también te usará porque “…allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Romanos 5:20 CST). Entonces, puedes empezar de nuevo.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


¡Da el primer paso!

Cuenta una antigua historia que cada año, con motivo de las fiestas de aniversario de su coronación, el rey de una pequeña ciudad liberaba a un prisionero. Cuando cumplió 25 años como monarca, él mismo quiso ir a la prisión acompañado de su Primer Ministro y toda la corte para decidir cuál prisionero iba a liberar.

- Majestad - dijo el primero- yo soy inocente pues un enemigo me acusó falsamente y por eso estoy en la cárcel.

- A mí - añadió otro, me confundieron con un asesino pero yo jamás he matado a nadie.

- El juez me condenó injustamente- dijo un tercero.

Y así, todos y cada uno manifestaba al rey las razones por las que merecían la gracia de ser liberados.

Había un hombre en un rincón que no se acercaba y que, por el contrario, permanecía callado y algo distraído. Entonces, el rey le preguntó: "Tu, ¿por qué estás aquí?”

- Porque maté a un hombre majestad, yo soy un asesino- respondió el hombre.

- ¿Y por qué lo mataste? - inquirió el monarca.

- Porque estaba muy violento en ese momento - contestó el recluso.

- ¿Y por qué te violentaste? - continuó el rey.

- Porque no tengo dominio sobre mi enojo.

Pasó un momento de silencio mientras el rey decidía a quien liberaría. Entonces tomó el cetro y dijo al asesino que acaba de interrogar: "Tú sales de la cárcel".

- Pero majestad - replicó el Primer Ministro - ¿acaso no parecen más justos cualquiera de los otros?

- Precisamente por eso - respondió el rey - saco a este malvado de la cárcel para que no eche a perder a todos los demás que parecen tan buenos.

Muchas veces nos empeñamos en negar y ocultar nuestra falta o buscamos culpables, pero tratar de tapar tu pecado no te hará libre.

Podemos engañarnos a nosotros mismos y a los demás pero Dios conoce todo lo que pasó y por más que hayas vuelto a pecar, si te acercas a Él de corazón y le pides perdón reconociendo tu falta, Dios te perdonará, olvidará lo que hiciste y te dará una nueva oportunidad.

“Porque seré propicio a sus injusticias, Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades” Hebreos 8:12

No vivas preso de tu pecado, Dios te da la oportunidad de ser libre, ¡Da el primer paso!

 

 

Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ