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Mateo 22:4 La Biblia de las Américas (LBLA)

Parábola del banquete de bodas

 

 

22 Tomando Jesús la palabra, les habló otra vez en parábolas, diciendo:El reino de los cielos puede compararse a[a] un rey[b] que hizo un banquete de bodas para su hijo. Y envió a sus siervos a llamar a los que habían sido invitados a las bodas, pero no quisieron venir. De nuevo envió otros siervos, diciendo: Decid a los que han sido invitados: “Ved, ya he preparado mi banquete; he matado mis novillos y animales cebados, y todo está aparejado; venid a las bodas.” Pero ellos no hicieron caso y se fueron: uno a su campo, otro a sus negocios, y los demás, echando mano a los siervos, los maltrataron y los mataron.Entonces el rey se enfureció, y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos asesinos e incendió su ciudad. Luego dijo* a sus siervos: “La boda está preparada, pero los que fueron invitados no eran dignos. “Id, por tanto, a las salidas de los caminos, e invitad a las bodas a cuantos encontréis.” 10 Y aquellos siervos salieron por los caminos, y reunieron a todos los que encontraron, tanto malos como buenos; y el salón de bodas se llenó de comensales[c]. 11 Pero cuando el rey entró a ver a los comensales, vio allí a uno que no estaba vestido con traje de boda, 12 y le dijo*: “Amigo, ¿cómo entraste aquí sin[d] traje de boda?” Y él enmudeció. 13 Entonces el rey dijo a los sirvientes: “Atadle las manos y los pies, y echadlo a las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.” 14 Porque muchos son llamados[e], pero pocos son escogidos.

 

 

 

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REFLEXION

Reflexiones: Buscando a Dios ¡ Y no las cosas!
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Reflexiones Cristianas 0


buscar-a-Dios-Biblia1SaveBuscar al Señor nuestro Dios, ¡Y no las cosas!
“…EL SEÑOR. TE DA PODER PARA HACER RIQUEZAS.” (Deuteronomio 8:18 NVI)

Dios no niega “nada bueno. a los que andan en integridad” (Salmo 84:11 LBLA). Pero es importante reconocerlo a Él como la fuente de todas tus bendiciones, ¡y en eso nos quedamos cortos! Asumámoslo, “más” no siempre significa “mejor”.

De hecho, dependes menos de Dios cuanto más dependes de las cosas. Por eso la Ley de Levítico disuadía la formación de imperios. En el Antiguo Testamento, a los pobres se les hacían los préstamos sin intereses (Éxodo 22:15); se anulaban las deudas pendientes a los siete años (Deuteronomio 15:1-2); se liberaba a los esclavos y se les daban los medios para empezar de nuevo (Deuteronomio 15:12-14); los familiares rescataban las tierras perdidas (Levítico 25:25) y la propiedad vendida, perdida o no rescatada volvía a su dueño original (Levítico 25:14-17). ¿Por qué? Porque Dios quería que su pueblo dependiera de Él, no de las pertenencias. Les advirtió:

“Cuando se hayan multiplicado… tus riquezas… No se te ocurra pensar: ‘Esta riqueza es fruto de mi poder y… fuerza’… Recuerda al Señor porque… te da el poder para producir esa riqueza…” (Deuteronomio 8:13-18 NVI).

Los principios de Dios no han cambiado. Andy Stanley señala que hacerte una lista de cosas que debes y no debes hacer es como tener a alguien dándote instrucciones. Si la persona te da un mapa, te guías por él, pero cuando sigues a la persona, te centras en ella. La Biblia no dice que Dios recompense a los que buscan cosas “diligentemente”, sino que Él “recompensa a los que lo buscan” (Hebreos 11:6).

La Conclusión: si dependes de cualquier otra cosa que no sea Dios, nunca triunfarás.

“No se preocupen por todo eso… su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades… y Él les dará todo lo que necesiten” (Mateo 6:31 NTV).

 

 

 

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Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


¿Clamas o Reclamas?

“Viendo Raquel que no daba hijos a Jacob, tuvo envidia de su hermana, y decía a Jacob: Dame hijos, o si no, me muero. Y Jacob se enojó contra Raquel, y dijo: ¿Soy yo acaso Dios, que te impidió el fruto de tu vientre?” Génesis 30:1-2 (RVR).

La historia de Raquel y Lea siempre me pareció interesante por sus grandes diferencias. Por un lado, Lea despreciaba a su hermana porque “Jacob amaba a Raquel”. Sin embargo, a Raquel no le resultaba suficiente el amor de su esposo, sino que envidiaba la herencia que Dios dejaba en Lea (los hijos) lo cual la llevó a reclamarle a Jacob hasta hacerlo enfadar. Al parecer, lo único que a ella le interesaba era tener hijos y de su corazón sólo salían palabras de reclamo. Imagino cómo pudo sentirse Jacob con las palabras hirientes que salían de los labios de su amada, tal vez llegó a pensar que todo el amor que le había profesado no significaba nada para ella.

Por otro lado, si observamos de cerca una historia similar, podremos darnos cuenta a quién nos parecemos. Se trata de Ana, la madre de Samuel, quien también anhelaba con todo su corazón tener un hijo: “E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, sino que dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a Jehová todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza.” 1 Samuel 1:11 (RVR).

La diferencia entre ambas mujeres (Raquel y Ana) radica precisamente en la actitud de sus corazones; mientras Ana clamó a Dios, Raquel reclamó a su esposo y mientras Ana pensaba dedicar su hijo al servicio del Señor, Raquel lo anheló aun por encima de su propia vida.

Por su actitud cada una recibió su recompensa. Ana después de haber concebido a Samuel pudo tener más hijos, pero lo triste es que Raquel murió en el parto de su segundo hijo contrariamente a su petición “dame hijos o muero”, aquello que ella consideraba que era la vida, se convirtió en su muerte.

Es posible que estés atravesando por una gran necesidad espiritual, material y aun sentimental, por lo cual te ves tentado a actuar para que las cosas vayan a tu favor, pero al ver tu incapacidad reclamas en vez de ponerte de rodillas e implorar para que se haga la voluntad de Dios.

Por encima de toda situación, no reclames, sino ¡Clama! Porque esto es lo que El Señor espera de nosotros cuando estamos en Su Presencia. Si lo llamamos, no sólo contestará nuestra oración sino que promete revelarnos “cosas grandes y ocultas” que no podrían conocerse de otra manera, porque humanamente son inaccesibles.

No permitas que de tus labios salgan palabras de reclamo que sólo hieren el corazón de Dios, al contrario, aprende a clamar por su ayuda, porque Él siempre estará listo para responder a tus necesidades.

“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” Jeremías 33:3 (RVR)

Ruth Mamani
CVCLAVOZ