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Jueces 5:3 La Biblia de las Américas (LBLA)

Cántico de Débora y Barac

 

Entonces Débora y Barac, hijo de Abinoam, cantaron en aquel día, diciendo:

¡Por haberse puesto al frente los jefes[a] en Israel,
por haberse ofrecido el pueblo voluntariamente,
bendecid al Señor!
¡Oíd, reyes; prestad oído, príncipes!
Yo al Señor, yo cantaré,
cantaré alabanzas al Señor, Dios de Israel.
Señor, cuando saliste de Seir,
cuando marchaste del campo de Edom,
la tierra tembló, también cayeron gotas del cielo[b],
y las nubes destilaron agua.
Los montes se estremecieron[c] ante la presencia del Señor,
aquel[d] Sinaí, ante la presencia del Señor, Dios de Israel.

En los días de Samgar, hijo de Anat,
en los días de Jael, quedaron desiertos[e] los caminos,
y los viajeros andaban por sendas tortuosas.
Cesaron los campesinos, cesaron en Israel,
hasta que yo, Débora, me levanté,
hasta que me levanté, como madre en Israel.
Escogieron nuevos dioses;
entonces la guerra estaba a las puertas.
No se veía escudo ni lanza
entre cuarenta mil en Israel.
Mi corazón está con[f] los jefes de Israel,
los voluntarios entre el pueblo.
¡Bendecid al Señor!
10 Los que cabalgáis en asnas blancas,
los que os sentáis en ricos tapices,
los que viajáis por el camino, cantad[g].
11 Al sonido de los que dividen las manadas entre los abrevaderos,
allí repetirán los actos de justicia del Señor,
los actos de justicia para con sus campesinos en Israel.
Entonces el pueblo del Señor descendió a las puertas.

12 Despierta, despierta, Débora;
despierta, despierta, entona un cántico.
Levántate, Barac, y lleva a tus cautivos, hijo de Abinoam.
13 Entonces los sobrevivientes descendieron sobre los nobles;
el pueblo del Señor vino a mí como guerreros.
14 De Efraín descendieron los radicados[h] en Amalec,
en pos de ti, Benjamín, con tus pueblos;
de Maquir descendieron jefes,
y de Zabulón los que manejan vara de mando[i].
15 Los[j] príncipes de Isacar estaban con Débora;
como Isacar, así también Barac;
al valle se apresuraron pisándole los talones[k];
entre las divisiones de Rubén
había grandes resoluciones de corazón.
16 ¿Por qué te sentaste entre los rediles,
escuchando los toques de flauta para los rebaños?
Entre las divisiones de Rubén
había gran escudriñamiento de corazón.
17 Galaad se quedó[l] al otro lado del Jordán.
¿Y por qué se quedó Dan en las naves?
Aser se sentó a la orilla del mar,
y se quedó[m] junto a sus puertos.
18 Zabulón era pueblo que despreció su vida hasta la muerte.
Y también Neftalí, en las alturas del campo.

19 Vinieron los reyes y pelearon;
pelearon entonces los reyes de Canaán
en Taanac, cerca de las aguas de Meguido;
no tomaron despojos de plata.
20 Desde los cielos las estrellas pelearon,
desde sus órbitas pelearon contra Sísara.
21 El torrente Cisón los barrió,
el antiguo torrente, el torrente Cisón.
Marcha, alma mía con poder.
22 Entonces resonaron[n] los cascos de los caballos
por el galopar, el galopar de sus valientes corceles[o].
23 “Maldecid a Meroz”, dijo el ángel del Señor,
“maldecid, maldecid a sus moradores;
porque no vinieron en ayuda del Señor,
en ayuda del Señor contra los guerreros.”

24 Bendita entre las mujeres es Jael,
mujer de Heber ceneo;
bendita sea entre las mujeres de la tienda.
25 El pidió agua, y ella le dio leche;
en taza de nobles le trajo cuajada[p].
26 Extendió ella la mano hacia la estaca de la tienda,
y su diestra hacia el martillo de trabajadores.
Entonces golpeó a Sísara, desbarató su cabeza;
destruyó y perforó sus sienes.
27 A[q] sus pies él se encorvó, cayó, quedó tendido;
a[r] sus pies se encorvó y cayó;
donde se encorvó, allí quedó muerto[s].

28 Miraba por la ventana y se lamentaba
la madre de Sísara, por las celosías[t]:
“¿Por qué se tarda en venir su carro?
¿Por qué se retrasa el trotar[u] de sus carros?”
29 Sus sabias princesas le respondían,
aun a sí misma ella repite sus palabras:
30 “¿Acaso no han hallado el botín y se lo están repartiendo?
¿Una doncella, dos doncellas para cada guerrero;
para Sísara un botín de tela de colores,
un botín de tela de colores bordada,
tela de colores de doble bordadura en el cuello del victorioso[v]?”
31 Así perezcan todos tus enemigos, oh Señor;
mas sean los que te aman como la salida del sol en su fuerza.

Y el país tuvo descanso por cuarenta años.

 

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Es Hora De Tratar Con Tu “Ismael”
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en Devocional Diario 2 Comentarios.

 

“…EL HIJO… [QUE] AGAR… LE HABÍA DADO A LUZ A ABRAHAM, SE BURLABA…” (Génesis 21:9)

Cuando Dios te promete algo y eso no ocurre al instante, es fácil perder la paciencia. Y para empeorar las cosas, generalmente hay alguien cerca que “anota” la promesa, “le pone fecha”, y ¡te la sigue recordando! Cuando eso sucede, empiezas a dudar del Señor y a preguntarte si Él necesita tu ayuda para que llegue a pasar.

Después de que Dios prometiera a Abram que su descendencia se multiplicaría como las estrellas (ver Génesis 15:5), las cosas no ocurrieron muy rápidamente. Así que Abram se puso impaciente y tomó la situación en sus propias manos, engendrando a Ismael con la sierva de su esposa: Agar (ver Génesis 16:1-4). ¡Entonces sus problemas empezaron de verdad!

Cuando llegó su momento, y Dios mandó a Isaac por medio de Sara, su mujer (ver Génesis 21:1,2), los dos niños acabaron viviendo bajo el mismo techo: el mal y el bien, la cizaña y el trigo, creciendo juntos. ¡Ten cuidado! Es posible que seas bendecido en un área de tu vida, mientras que en otra hay un problema creciente que te abrumará si no la tratas.

Un día, Sara pilló a Ismael burlándose de Isaac (ver Génesis 21:9). Esto es lo que pasa si no corriges tus errores; al final “se burlan” de ti y achican tu éxito. Antes que eso ocurra, debes levantarte y decir: “¡Basta ya! Me voy a librar de los obstáculos, hacer un `inventario’ y poner mi vida en orden”. No puedes sobrepasar el problema tan fácilmente cuando se trata de las cosas que amenazan con destruirte. Tienes que tomar una postura. Debes renunciar a que el enemigo mande cualquier cosa a tu vida que socavará la bendición por la cual has estado orando y la que has estado esperando.

“…SARA… DIJO A ABRAHAM: ECHA A ESTA SIERVA Y A SU HIJO…” (Génesis 21:9,10)

Decir: “Échales”, era muy fácil para Sara. ¡Ella no tenía lazos emocionales en el trato! Abraham había criado a este hijo, a quien amaba y que incluso tenía sus rasgos. Pero simplemente por estar dispuesto a tomar responsabilidad sobre tus actos, no significa que no habrán consecuencias duras. Ten cuidado en “dónde te acuestas”; ¡puede que levantarte otra vez no sea tan sencillo como piensas!

Hay cosas en la vida que puedes dejar sin ningún esfuerzo; otras requieren “cada onza de gracia y valor” que tienes. Y es especialmente duro abandonar algo en lo cual puedes verte reflejado; un trabajo que te gusta, la casa donde vives, o una relación a que estás ligado puede ocasionar que quieras mantener las cosas como están. Pero cuando hayas ido lo más lejos posible con tu “Ismael” y estés listo para ver que se cumple la promesa de Dios en tu vida, debes estar dispuesto a renunciar a cualquier cosa que te retenga.

Si te has preguntado alguna vez cómo pudo Abraham soportar sacrificar a su hijo Isaac como holocausto en el Monte Moriah (ver Génesis 22:1-10), recuerda a Ismael. Cuando ya has renunciado algo, es más fácil renunciar de nuevo. Cuando ves a alguien que realmente adora a Dios, seguro que pensarás dos veces antes de llamarlo fanático. Recuerda que detrás del “Aleluya”, a menudo hay un sacrificio. Es posible que -cuando mires a su pasado- encuentres un “Ismael” al que estaba apegado pero que tuvo que sacrificar. ¿Ves un mensaje para ti en todo esto?

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

REFLEXION

Nuevos inicios.

 

Con cada fin de año llegan las evaluaciones de nuestras vidas, del año que transcurrió, de las metas alcanzadas y aquellas que quedaron postergadas.

Algunos podrían afirmar que el 2016 fue el mejor año de sus vidas, han alcanzado todas sus metas o tal vez la mayoría de ellas. Para otros en cambio, puede haber sido el año más complicado y lo único que desean es que termine a la brevedad posible.

Sin importar cómo fue este año puedes estar seguro de que a unos días de distancia se encuentra uno nuevo que trae consigo nuevas oportunidades, metas y sueños que tal vez durante mucho tiempo se postergaron pero que ahora se realizarán.

No importa si fueron días buenos o malos, lo importante es que no te aferres al pasado, las victorias y las derrotas quedarán en nuestras memorias y dejarán en nosotros enseñanzas que han hecho de nosotros mejores personas. Con cada prueba el Señor nos va perfeccionando. Recuerda que no puedes quedarte abrazando tus éxitos y tus fracasos, tienes que tener las manos libre para poder recibir las bendiciones que Dios tiene para ti.
“Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Lucas 9:62

Antes de hacer cualquier lista de metas y propósitos para el 2017 te invito a recordar todas las bendiciones que Dios te dio este año. Tal vez no tuviste un trabajo estable pero Dios siempre proveyó para tus necesidades, posiblemente hayas luchado con una enfermedad pero el Señor siempre estuvo ahí para sostenerte y te mostró su mano poderosa, quizás te han calumniado o acusado injustamente, pero Él ha estado ahí para defenderte, tal vez tu familia ha enfrentado duras crisis pero el Espíritu Santo siempre te ha consolado y fortalecido, o posiblemente, nada de lo que planeabas resultaba y te sentías confundido pero Dios te ha mostrado qué camino seguir y te ha sostenido.

No importa lo que hayas atravesado, Dios siempre es fiel y te ha sostenido porque tiene planes de bien para tu vida.

Agradécele con todo tu corazón porque por más duro que haya sido este año Él nunca te ha dejado, nunca te ha desamparado y jamás lo hará. Puedes tener la certeza de que Dios siempre estará contigo.

Ahora, elabora tu lista de nuevos propósitos y encomienda tu vida al Señor, deja que Él sea quien dirija tus pasos, ¿quién más sabe lo que es mejor para nosotros?
“Encomienda a Jehová tu camino, confía en él; y él hará”. Salmos 37:5


Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ