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Génesis 16:7-13  La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

Nacimiento de Ismael

Y el ángel del Señor la encontró junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente en el camino de Shur, y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde has venido y a dónde vas? Y ella le respondió: Huyo de la presencia de mi señora Sarai. Y el ángel del Señor le dijo: Vuelve a tu señora y sométete a su autoridad[e]. 10 El ángel del Señor añadió: Multiplicaré de tal manera tu descendencia[f] que no se podrá contar por su multitud. 11 El ángel del Señor le dijo además:

He aquí, has concebido
y darás a luz un hijo;
y le llamarás Ismael[g],
porque el Señor ha oído tu aflicción.
12 Y él será hombre indómito como asno montés;
su mano será contra todos,
y la mano de todos contra él,
y habitará al oriente de[h] todos sus hermanos.

13 Y Agar llamó el nombre del Señor que le había hablado: Tú eres un Dios que ve[i]; porque dijo: ¿Estoy todavía con vida después de verle?[j] 14 Por eso se llamó a aquel pozo Beer-lajai-roi[k]; he aquí, está entre Cades y Bered.

15 Y Agar le dio a luz un hijo a Abram; y Abram le puso el nombre de Ismael al hijo que Agar le había dado. 16 Y Abram tenía ochenta y seis años cuando Agar le[l] dio a luz a Ismael.

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA 

 

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


Sanando las heridas del alma.

No podemos negar la influencia que las experiencias vividas tienen en nuestro presente. ¿Alguna vez te has preguntado el porqué de ciertas actitudes tuyas?

Quizá te has quedado sorprendido pensando en tu forma tan repentina de actuar frente a ciertas situaciones, y preguntándote por qué reaccionaste de esa manera ante una determinada situación. Es triste decirlo, pero muchas de nuestras reacciones provienen de heridas escondidas, de traumas que no han sido superados, y cuando éstas se acumulan son como aguas estancadas que desprenden olores apestosos.

¿Qué has estado almacenando en tu corazón?

Tal vez desde muy pequeño has sido abandonado por tus padres y tuviste que arreglártelas solo para salir adelante; es posible que hayas sido violada y agredida por quienes son parte de tu familia o círculo de amigos; quizá no has podido perdonar el constante rechazo de tus padres cuando sólo eras un niño. Pueden ser miles de situaciones de las que te cuesta hablar y prefieres esconderlos o ignorarlos, porque cada vez que tocas el tema, tus lágrimas corren por tus mejillas a causa del dolor que siente tu alma.

Todos hemos sido lastimados alguna vez. Por ello, quiero animarte a no seguir huyendo con una herida que podría infectarse provocando más dolor por no recibir un tratamiento adecuado. Porque si no permites que nuestro Médico Celestial sane tu corazón, terminarás contagiando a otros.

Hoy te animo a entregarle a Dios tu corazón y sea Él quien remueva toda infección de tu alma; porque sólo su amor podrá llenar todos esos vacíos y heridas que te han causado tanto dolor. Y entonces podrás ser libre de toda amargura.

Observa lo que dice Salmos 147:3 (NVI):

Restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus heridas. Les daré un nuevo corazón.

Dios promete darte un nuevo corazón ¿Estás dispuesto a aceptarlo?

Ruth Mamani
CVCLAVOZ

 

 
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA 

 

 

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


No te niegues hacer un favor.

“Eran como las doce del día, y Jesús estaba cansado del viaje. Por eso se sentó a la orilla del pozo, mientras los discípulos iban al pueblo a comprar comida. En eso, una mujer de Samaria llegó a sacar agua del pozo. Jesús le dijo a la mujer: Dame un poco de agua. Como los judíos no se llevaban bien con los de Samaria, la mujer le preguntó: ¡Pero si usted es judío! ¿Cómo es que me pide agua a mí, que soy samaritana?” Juan 4:6-9 (TLA)

En este relato Jesús le pide un favor a la mujer samaritana, pero ella se lo niega y pone un pretexto. Podemos notar que en la mujer no había amor al prójimo, debido a que se rehusó a hacer el favor aun cuando estaba en condiciones de hacerlo. ¿Cuántas veces nosotros actuamos como la mujer samaritana, que cuando alguien nos pide un favor, no lo hacemos, sino que ponemos un pretexto?

Una persona que ama a Dios, ama a su prójimo. De hecho esta forma de expresión es el segundo gran mandamiento. En Proverbios 3:27-28 (NVI), el Señor exhorta a brindar ayuda al necesitado: “No niegues un favor a quien te lo pida si en tu mano está el otorgarlo. Nunca digas a tu prójimo: «Vuelve más tarde; te ayudaré mañana», si hoy tienes con qué ayudarlo.”

Una verdad importante es que la condición del corazón revela lo que realmente somos. La mujer samaritana decía adorar a Dios (Juan 4:20) pero su actitud demostraba todo lo contrario. Seguramente esta mujer nunca hubiese cambiado su forma de ser sino habría conversado con Jesús. ¿Cuándo empieza a cambiar? Cuando se detiene delante del Señor y empieza a hablar con Él.

Jesús cambió la indiferencia de la samaritana, cambió su corazón y su vida. Una vez que fue restaurada no se quedó callada, empezó a predicar y proclamar a Jesús.

No te rehúses a ayudar a los que necesitan si tienes la posibilidad de hacerlo, si aún tienes problemas con hacerlo o eres egoísta, habla con Jesús y pídele que te ayude ser una persona generosa.

Los cambios empiezan cuando pasamos tiempo con Jesús.

Diego Jora
CVCLAVOZ