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Daniel 9:4  La Biblia de las Américas (LBLA)

Oración de Daniel por su pueblo

En el año primero de Darío, hijo de Asuero, descendiente[a] de los medos, que fue constituido rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo, Daniel, pude entender en los libros el número de los años en que, por palabra del Señor que fue revelada al profeta Jeremías, debían cumplirse las desolaciones de Jerusalén: setenta años. Volví[b] mi rostro a Dios el Señor para buscarle en oración y súplicas, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré al Señor mi Dios e hice confesión y dije: Ay, Señor, el Dios grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia para los que le aman y guardan sus mandamientos, hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho lo malo, nos hemos rebelado y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos escuchado a tus siervos los profetas que hablaron en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Tuya es la justicia, oh Señor, y nuestra la vergüenza en el rostro, como sucede hoy a los hombres de Judá, a los habitantes de Jerusalén y a todo Israel, a los que están cerca y a los que están lejos en todos los países adonde los has echado, a causa de las infidelidades que cometieron contra ti. Oh Señor, nuestra es la vergüenza del rostro, y de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres, porque hemos pecado contra ti. Al Señor nuestro Dios pertenece la compasión y el perdón, porque[c] nos hemos rebelado contra El, 10 y no hemos obedecido la voz del Señor nuestro Dios para andar en sus enseñanzas[d], que El puso delante de nosotros por medio[e] de sus siervos los profetas. 11 Ciertamente todo Israel ha transgredido tu ley y se ha apartado, sin querer obedecer tu voz; por eso ha sido derramada sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios, porque hemos pecado contra El. 12 Y El ha confirmado las palabras que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron[f], trayendo sobre nosotros gran calamidad, pues nunca se ha hecho debajo del[g] cielo nada como lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Como está escrito en la ley de Moisés, toda esta calamidad ha venido sobre nosotros, pero no hemos buscado el favor[h] del Señor nuestro Dios, apartándonos de nuestra iniquidad y prestando atención a[i] tu verdad. 14 Por tanto, el Señor ha estado guardando esta[j] calamidad y la ha traído sobre nosotros; porque el Señor nuestro Dios es justo en todas las obras que ha hecho, pero nosotros no hemos obedecido su voz. 15 Y ahora, Señor Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te has hecho un nombre, como hoy se ve, hemos pecado, hemos sido malos. 16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia[k], apártese ahora tu ira y tu furor de tu ciudad, Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados y de las iniquidades de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos los que nos rodean. 17 Y ahora, Dios nuestro, escucha la oración de tu siervo y sus súplicas, y haz resplandecer tu rostro sobre tu santuario desolado, por amor de ti mismo, oh Señor[l]. 18 Inclina tu oído, Dios mío, y escucha. Abre tus ojos y mira nuestras desolaciones y la ciudad sobre la cual se invoca tu nombre; pues no es por nuestros propios méritos[m] que presentamos[n] nuestras súplicas delante de ti, sino por tu gran compasión. 19 ¡Oh Señor, escucha! ¡Señor, perdona! ¡Señor, atiende y actúa! ¡No tardes, por amor de ti mismo, Dios mío! Porque tu nombre se invoca sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ


¿Cómo está tu fe en Dios?

 

 

“Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes.” 1 Corintios 16:13 (NVI)

Hay muchos que anhelan tener una fe inquebrantable y además es algo que Dios nos manda a desarrollar, pero el problema es que muchas veces no hay la disposición a pagar el precio por obtenerla.

La fe en Dios se va perfeccionado a diario, es el fruto de un trabajo arduo en conocerlo, estar en comunión, guardarse en santidad, y también considerar los desafíos de la vida como escalones hacia una fe firme.

Un ejemplo es de los tres jóvenes judíos, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cuando dijeron a Nabucodonosor: “He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado” (Daniel 3:17-18).

Ellos no sabían qué iba a hacer Dios ni cómo los libraría, pero su fe mantuvo su esperanza y aunque no veían la respuesta creyeron que Dios los salvaría porque estaban obedeciendo Su Palabra antes que adorar a otros dioses. No les importó la condición en la que estaban sino en qué iban a hacer para que esa fe que tenían en Dios sea su fortaleza. ¡El Señor los salvó y respaldó su confianza!

Quizás sea fácil hablar de fe cuando todo marcha bien en nuestro alrededor, pero la fe que se desarrolla en medio de la tormenta es la más poderosa, la que te permite crecer espiritualmente, alcanzar los propósitos de Dios y experimentar la respuesta divina.

Tu fe en Dios no sólo debe estar viva cuando todo esté bien, sino también ante las adversidades, porque te unirá al corazón del Señor para que recibas fortaleza.

Soraida Fuentes
CVCLAVOZ

 

 

UN ENCUENTRO CON LA PALABRA

 

REFLEXION

¿PERSEVERAS?

 

 

“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza” Romanos 5:3-5 (RVR1960)

A pesar de los grandes obstáculos que se le presentaron a Pablo, él continuó con su llamado de compartir el evangelio con judíos y gentiles de todo el mundo, la pregunta es ¿Cuál era su motivación para ser perseverante? Sabemos que no es fácil persistir en el objetivo cuando muchos inconvenientes obstruyen el camino, pero Pablo tenía una meta bien clara y estaba seguro que Dios lo respaldaría. Él sabía que no podía abandonar, su compromiso era con su Padre, el cual no podía eludir, porque de hacerlo, muchos estarían condenados a una eternidad sin Cristo.

Quizá te cuesta perseverar en tus metas, tal vez muchos obstáculos se han levantado en tu contra, pero hoy te animo a poner toda tu confianza en Dios y enfócate en tu meta; no permitas que ninguna circunstancia te desanime en alcanzar aquello que Dios ha dispuesto para ti.


Ruth Mamani
CVCLAVOZ