Hechos 19:34

 

La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

El tumulto de los plateros

 

 

 

23 Por aquel tiempo se produjo un alboroto no pequeño por motivo del Camino. 24 Porque cierto platero que se llamaba Demetrio, que labraba templecillos de plata de Diana[n] y producía no pocas ganancias a los artífices, 25 reunió a éstos junto con los obreros de oficios semejantes, y dijo: Compañeros[o], sabéis que nuestra prosperidad depende de[p] este comercio. 26 Y veis y oís que no sólo en Efeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha persuadido a una gran cantidad de gente, y la ha apartado, diciendo que los dioses hechos con las manos no son dioses verdaderos. 27 Y no sólo corremos el peligro de que nuestro oficio caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Diana[q] se considere sin valor, y que ella, a quien adora toda Asia y el mundo entero[r], sea despojada de su grandeza. 28 Cuando oyeron esto, se llenaron de ira, y gritaban, diciendo: ¡Grande es Diana[s] de los efesios! 29 Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se precipitaron en el teatro, arrastrando[t] consigo a Gayo y a Aristarco, los compañeros de viaje de Pablo, que eran de Macedonia. 30 Cuando Pablo quiso ir a la asamblea[u], los discípulos no se lo permitieron. 31 También algunos de los asiarcas[v], que eran amigos de Pablo[w], enviaron a él y repetidamente le rogaron que no se aventurara[x] a presentarse en el teatro. 32 Así que unos gritaban una cosa y otros otra, porque había confusión en la asamblea[y], y la mayoría no sabía por qué razón[z] se habían reunido. 33 Y algunos de la multitud dedujeron que se trataba de Alejandro[aa], puesto que los judíos lo habían empujado hacia adelante. Entonces Alejandro, haciendo señal de silencio con la mano, quería hacer su defensa ante la asamblea[ab]. 34 Mas cuando se dieron cuenta de que era judío, un clamor se levantó de todos ellos, gritando como por dos horas: ¡Grande es Diana[ac] de los efesios! 35 Entonces el secretario[ad], después de calmar a la multitud, dijo*: Ciudadanos[ae] de Efeso, ¿hay acaso algún hombre que no sepa que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran Diana[af] y de la imagen que descendió del cielo[ag]? 36 Puesto que estos hechos son innegables, debéis guardar calma y no hacer nada precipitadamente. 37 Porque habéis traído a estos hombres que ni roban templos, ni blasfeman a nuestra[ah] diosa[ai]. 38 Así pues, si Demetrio y los artífices que están con él tienen queja contra alguno, los tribunales están abiertos y los procónsules[aj] dispuestos; presenten sus acusaciones unos contra otros. 39 Pero si demandáis algo más que esto, se decidirá en asamblea[ak] legítima[al]. 40 Porque ciertamente corremos peligro de ser acusados de sedición en relación con lo acontecido hoy, ya que no existe causa justificada para esto, y por ello no podremos explicar este alboroto[am]. 41 Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea[an].

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

Promesas – Confía hoy en Dios para que haga todas tus peleas

Muchas personas dicen que tenemos que pelear nuestras
propias batallas, pero la Palabra de Dios dice que el Señor peleará por nosotros.

Confía hoy en Dios para que haga todas tus peleas.

La Humildad puede hablar por ti.

 

 

 



Gálatas 5:22-23
El fruto del Espíritu es… humildad.

Eclesiastés 7:8
Mejor es el fin de un asunto que su comienzo; mejor es la paciencia de espíritu que la altivez de espíritu.

Jeremías 33:6
he aquí, yo le traeré salud y sanidad; los sanaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad.

Mateo 7:16
Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?

Romanos 5:1
Por tanto, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo,

Romanos 8:5
Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu.

1 Corintios 13:4
El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante;

Efesios 5:9
(porque el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad),

Colosenses 3:12
Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia;

1 Tesalonicenses 1:6
Y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, habiendo recibido la palabra, en medio de mucha tribulación, con el gozo del Espíritu Santo,

 

 

 

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

REFLEXION

MENTIRAS


 

 

 

 



Arun Gandhi, en cierta oportunidad, compartió la siguiente historia:

Yo tenía 16 años y junto a mis padres vivíamos en las afueras de la ciudad.

Estábamos bien al interior del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mí siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine.

Un día mi padre me pidió que lo llevara a la ciudad para asistir una conferencia que duraba el día entero y yo aproveché esa oportunidad. Como iba a la ciudad, mi madre me dio una lista de cosas del supermercado que necesitaba y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes, como llevar el auto al taller.

Cuando me despedí de mi padre él me dijo: Nos vemos aquí a las 5 p.m. y volvemos a la casa juntos.

Después de completar muy rápidamente todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano.

Me concentré tanto en la película, una película doble de John Wayne, que me olvidé del tiempo.

Eran las 5:30 p. m. cuando me acordé.

Corrí al taller, conseguí el auto y me apuré hasta donde mi padre me estaba esperando. Eran casi las 6 p.m.

Él me preguntó con ansiedad:

- ¿Por qué llegas tarde?.

Me sentía mal por eso y no le podía decir que estaba viendo una película de John Wayne; entonces le dije que el auto no estaba listo y tuve que esperar... esto lo dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller.

- Algo no anda bien en la manera como te he criado, puesto que no te he dado la confianza de decirme la verdad.

Voy a reflexionar que es lo que hice mal contigo.

Voy a caminar las 18 millas a la casa y a pensar sobre esto.

Así que vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la casa por caminos que no estaban ni pavimentados ni alumbrados.

No lo podía dejar solo... así que yo conduje el auto 5 horas y media detrás de él... viendo a mi padre sufrir la agonía de una mentira que yo había dicho.

Decidí desde ahí que nunca más iba a mentir.

En muchas ocasiones para salir del apuro hemos dicho una mentira, al igual que este joven, sin darnos cuenta que dañamos a la persona a la que hemos mentido.

Uno de los mandamientos que Dios nos ha dado es “no mentiras” y varias veces hemos sido tentados en romper este mandamiento, pensando que será lo más sencillo, sin saber que esto puede traer muchos problemas.
Pero la mentira es como el ajo, cuando lo masticas su olor se desprende de tu boca cuando la abres y te sientes incomodo.

Pruebas de todo para sacar ese mal olor pero no sale con nada, permanece ahí siempre y eso afecta a todas las personas que hablan contigo.

Así es la mentira, cuando tú no dices la verdad tu conciencia está ahí para recriminarte tu falta, pues al mentir puedes dañar a otra persona.

El mejor método para quitarte ese mal olor es la confesión, confesar a Dios tu mentira y pedirle perdón a Él y a la persona a la que le has mentido, sólo así podrás sentirte limpio y, de ahora en adelante, a pesar de que puedas meterte en problemas asume tu responsabilidad y di la verdad.

“Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño”. Salmos 34:13 (RVR1960)