Miqueas 6:8-8 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

La injusticia y su castigo

 

¿Con qué me presentaré al Señor
y me postraré ante el Dios de lo alto?
¿Me presentaré delante de El con holocaustos,
con becerros de un año?
¿Se agrada el Señor de millares de carneros,
de miríadas de ríos de aceite?
¿Ofreceré[d] mi primogénito por mi rebeldía,
el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma?
El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno.
¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti,
sino sólo practicar la justicia[e], amar la misericordia[f],
y andar humildemente con tu Dios?

La voz del Señor clamará a la ciudad
(prudente es temer tu nombre):
Oíd, oh tribu, ¿quién ha señalado su tiempo[g]?
10 ¿Hay todavía alguien en casa del impío
con tesoros de impiedad
y medida[h] escasa que es maldita?
11 ¿Puedo justificar balanzas falsas[i]
y bolsa de pesas engañosas?
12 Porque los[j] ricos de la ciudad están llenos de violencia,
sus habitantes hablan mentiras
y su lengua es engañosa en su boca.
13 Por eso yo también te haré enfermar, hiriéndote,
asolándote por tus pecados.
14 Tú comerás, pero no te saciarás,
y tu vileza[k] estará en medio de ti.
Apartarás, pero nada salvarás,
y lo que salves, yo lo entregaré a la espada.
15 Sembrarás, pero no segarás;
pisarás la oliva, pero no te ungirás con aceite,
y la uva, pero no beberás vino.
16 Han sido guardados los estatutos de Omri
y todas las obras de la casa de Acab,
y andas en sus consejos.
Por tanto te entregaré a la destrucción,
y a tus[l] habitantes para burla,
y soportaréis el oprobio de mi pueblo.

 

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 

Jovenes Cristianos – ¡ESTO ES LA GUERRA!

Pasaje clave: Deuteronomio 20.

 

 

En este capitulo Dios les da indicaciones muy claras con respecto a la guerra.

Les dice lo que tenían y lo que no tenían que hacer. Quiénes podían ir y quiénes debían quedarse. Y hasta les da estrategias de guerra para obtener la victoria. Estrategias que siempre incluían dos factores básicos:

1º. No tener miedo.

2º. Creer y depender del poder de Dios.

Les enseña cómo sitiar a las ciudades enemigas y qué hacer con los hombres de guerra, con sus mujeres y niños. Y también les presenta una detallada lista de todas las ciudades que deberían destruir completamente. Arrasarlas. Borrarlas de la faz de la tierra.

Piénsalo.

Tú y yo estamos en guerra.

No es una guerra de naciones. No es una guerra contra las personas. No es una guerra racial. No es una guerra de pandillas ni de barras bravas. No es una guerra contra tus padres o hermanos. Ni contra tus amigos, ni contra otros cristianos. No es una guerra contra tus profesores del colegio.

Nuestra guerra, es una guerra de reinos. El reino de Dios contra el reino de Satanás.

Abre tus ojos. Nuestra guerra es contra el pecado, contra las malas influencias de este mundo, contra los demonios. Contra todo lo que tenga que ver con el ocultismo y la idolatría.

Es una guerra contra las mentiras y las ideologías que atan tu mente y esclavizan tu vida.

Muchas veces Satanás utiliza a las personas (sean o no cristianas) en nuestra contra, para agredirnos, provocarnos, tentarnos o molestarnos. Pero entiende contra quién estás peleando.

Tu guerra es contra el maligno. Satanás te odia y cada día busca tu destrucción. No pierdas el tiempo enojándote con las personas o buscando venganzas. Reconoce a tu verdadero enemigo. Ora contra Satanás en el nombre de Jesús. Reprende en el nombre de Jesús a sus sucios demonios. Rechaza en el poder del nombre de Jesús todo pensamiento mentiroso, fatalista, de muerte, de fracaso y de enfermedad que quiera controlar tu vida. ¡Gana esta guerra! El Todopoderoso está contigo.

 

 

 

Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Números/Deuteronomio”

Por Edgardo Tosoni

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

 


Déjate guiar por el Espíritu Santo

 

 

 

La desobediencia siempre trae consecuencias negativas a nuestras vidas. Adán y Eva desobedecieron a Dios cuando Él les recomendó que no comieran del árbol del conocimiento del bien y del mal porque morirían espiritualmente, pero como ellos no le obedecieron se dejaron seducir por la serpiente y pecaron. Si se hubieran arrepentido, Dios los hubiera perdonado pero no lo hicieron, por esa razón es que tuvieron que asumir las consecuencias de esa mala decisión.

La tendencia que tenemos como seres humanos es querer hacer nuestra voluntad, creemos siempre tener la razón y queremos que las cosas se hagan a nuestra manera.

Nos cuesta obedecer a Dios y cumplir los mandamientos que nos dejó en su Palabra, no respetamos a las autoridades impuestas por Él ni las reglas y procedimientos que rigen nuestra conducta.

Solo cuando tenemos que asumir la responsabilidad de nuestros actos, llegamos a comprender la importancia de la obediencia y de tomar en cuenta los consejos sabios que en algún momento leímos en la biblia o nos dieron nuestros padres, pastores y amigos.

No sería necesario perder a nuestra familia, salud, libertad, trabajo o ministerio para proceder correctamente, pero la mayoría de las veces lo es; porque solo a partir de ese incidente empezamos a valorar todo lo que tenemos y sobre todo lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas y a través de nosotros.

Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. 
Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo. Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. Romanos 7:18-20 (NTV)

El Espíritu Santo es el único que nos da la convicción de los pecados que aún moran en nosotros, por eso cada día debemos ser más sensibles a su voz y a su presencia, debemos reconocer que lo necesitamos, porque no es con nuestras fuerzas sino con su ayuda y poder que obedeceremos a Dios, consagraremos nuestra vida a Él, no cederemos al pecado, huiremos de toda tentación y cuidaremos nuestra salvación.

En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto. Gálatas 5:22-23 (TLA)

Nuestros actos deben responder al control que tiene el Espíritu Santo de todo nuestro ser, porque no podemos producir nada santo apartados de Él.

 

 

 

Brisna Bustamante
CVCLAVOZ