Nehemías 12:45 La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

Porciones para sacerdotes y levitas

 

 

44 Aquel día fueron designados hombres a cargo de las cámaras destinadas a almacenes de las contribuciones, de las primicias y de los diezmos, para que recogieran en ellas, de los campos de las ciudades, las porciones dispuestas por la ley para los sacerdotes y levitas. Pues Judá se regocijaba por los sacerdotes y levitas que servían[u]45 Ellos ministraban en la adoración[v] de su Dios y en el ministerio de la purificación, junto con los cantores y los porteros, conforme al mandato de David y de su hijo Salomón.46 Porque en los días de David y Asaf, en tiempos antiguos, había directores[w] de los cantores, cánticos de alabanza e himnos de acción de gracias a Dios. 47 Y todo Israel, en días de Zorobabel y en días de Nehemías, daba las porciones correspondientes a los cantores y a los porteros como se demandaba para cada día, y consagraban parte para los levitas, y los levitas consagraban parte para los hijos de Aarón.

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

Giezi y Jesús

 

 

Giezi era siervo de Eliseo, algunos teólogos piensan que pudo haber sido el sucesor de este gran profeta por su cercanía y aparición en varios pasajes bíblicos. Sin embargo, hoy lo vemos como una figura de codicia.

 

Después del gran suceso relatado en 2 Reyes 5:1-14, donde Naamán, general del ejército Sirio fue sanado de la lepra, éste le rogó que aceptara algunos presentes que consistían en: diez talentos de plata, seis mil piezas de oro y diez mudas de vestidos. Pero de todos estos regalos Eliseo no quiso nada y dejó que se fuera, sin dejar más que su gratitud y su compromiso de fidelidad a Dios, 2 Reyes 5:17-19.


Pero Giezi, movido por su codicia, pensó que rechazar todos esos obsequios había sido un error y salió en busca de Naamán para tratar de recuperar algo, 2 Reyes 5:2. Pero una cosa lo llevó a otra, al encontrarse con el comandante Sirio, mintió para que le diese dos talentos y dos vestidos, 2 Reyes 5:22-23. Peor aún, al regresar a su casa fue confrontado por Eliseo, quien se acercó a su siervo y como un padre que sabe cuál es la falta, trató de conseguir una confesión o disculpa, pero Gieizi volvió a mentir, 2 Reyes 5:25.

Sin más remedio Eliseo, después de hacerle ver su error, ordenó que la lepra de la que había sido sanado Naamán se le pegara al siervo codicioso y a sus generaciones. 2 Reyes 5:27.

Sin duda, la codicia fue como una pequeña raíz que creció en el corazón de este hombre llevándolo a mentir y encubrir sus faltas. Pero una historia muy distinta ocurrió mucho tiempo después.

Jesús, guiado por el Espíritu Santo fue llevado al desierto para ayunar pero el diablo tomó esa oportunidad para tentarlo. Mateo 4:8, relata la tentación en la que satanás lo llevó a un monte alto para mostrarle todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: “Todo esto te daré, si postrado me adorares.” Mateo 4:9. Pero Jesús rechazó todo y tomando la palabra, reprendió a su tentador quien se fue derrotado.

Esto mismo que Jesús rechazó de manos del diablo, sería una mejor y más abundante recompensa, entregada por Dios Padre después de la resurrección.
Mateo 28:18 “Jesús se acercó a ellos y les dijo: Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.” Versión DHH

Cuando nuestra motivación se vuelve la codicia o desesperamos por de tener alguna bendición, podemos cometer errores sin darnos cuenta que Dios ya sabe de nuestras necesidades y sólo queda que sepamos esperar.
Aprendamos de Jesús, quien supo poner en primer lugar a Dios antes que cualquier cosa y en consecuencia, recibió mucho más de lo que cualquiera se habría imaginado.

Filipenses 2:8-9 “y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre”.

 

Héctor Colque
CVCLAVOZ

 

 


Un Encuentro Con la Palabra

REFLEXION

Jovenes Cristianos – ¿QUE ES LO QUE MAS AMAS?

Pasaje clave: Génesis 22.

 

 

La promesa se había cumplido. Dios le había dado descendencia, lo había prosperado y bendecido muchísimo. Pero llegó el tiempo de volver a ser probado por Dios (22:1). Dios le pidió que le entregara a su propio hijo.

Abraham hizo TODO lo que Dios le dijo. Él no pensó en ningún momento que esta dura situación podría venir de Satanás. Él sabía que Dios estaba detrás de esta prueba terriblemente difícil. Y a pesar de todo lo que pudo haber pensado y sentido, Abraham obedeció.

Sería muy tonto pensar que él estaba “feliz” con lo que Dios le pedía. ¡Por supuesto que no estaba feliz! E incluso se debió haber sentido terriblemente mal. Todo el camino hasta el monte debió haber sido una agonía, preguntándose una y otra vez “por qué”. Por qué Dios le había dado este hijo si ahora le pide que lo sacrifique como si fuera un animal. Por qué le había hecho promesas que ahora destruiría. Por qué… si él amaba profundamente a su hijo. Lo amaba más que a nada en el mundo.

Sincérate contigo mismo: ¿Cuáles (o cuál) son las cosas o personas (sobre la tierra) que más amas?

¿Cómo saber qué es lo que más amas?

Es fácil. ¿Qué es lo que más te dolería perder? ¿Qué es “eso” que si algún día lo llegaras a perder, te lo robaran, se muriera, o se fuera, te produciría un tremendo dolor y una gran angustia?

“Eso” que más te dolería perder es lo que más amas.

Imagínate que Dios te pide que entregues “eso” que más amas, que renuncies totalmente a “ese” amor. ¿Cómo te sentirías?

¿Qué pensarías de Dios? Sé sincero.

Dios le había pedido que renunciara a su único hijo, pera ahora que Abraham estaba a punto de sacrificarlo, Dios lo detiene y le prohíbe lastimarlo.

¿Por qué piensas que Dios hace esto? (Gn.22:11 al 13).

Dios le permitió quedarse con lo que amaba (con su hijo) sólo después de haber probado su corazón y su amor. Isaac había llegado a ser tan importante para Abraham que el amor por él ocupaba el mismo lugar que el amor por Dios. Es como que teniéndolo a Isaac se sentía seguro, con ganas de vivir, completo, y ya no necesitaba nada más, o necesitaba menos de Dios que antes. El corazón de Abraham ya no le pertenecía totalmente a Dios, ahora también le pertenecía a Isaac. Por esto Dios lo puso a prueba.

Dios no comparte tu corazón con nada ni con nadie. Él tiene todo el derecho de ser el único en tu vida.

Hay muchas cosas importantes a tú alrededor y seguramente amas alguna de ellas más que a otras: tus padres, tu familia, algún amigo predilecto, tu novia/o, dinero, algún ministerio de la iglesia, estudio, trabajo, ropa, instrumento musical… Pero nada de eso puede tener el primer lugar en tu corazón. “Eso” que más amas, en algún momento Dios te lo va a reclamar para que no lo ames más que a Él mismo. Dios busca que tu seguridad, tu sentirte valioso, tu confianza, no dependa de las cosas o de las personas, sino de tu relación personal con Él.

Tu corazón y tu amor, ¿son completamente de Dios?

Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Génesis”

 

 

Por Edgardo Tosoni