Juan 8

 

 

 

Jesús, anterior a Abraham

 

 

 

48 Contestaron los judíos, y le dijeron: ¿No decimos con razón que tú eres samaritano y que tienes un demonio? 49 Jesús respondió: Yo no tengo ningún demonio, sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshonráis a mí. 50 Pero yo no busco mi gloria; hay Uno que la busca, y juzga. 51 En verdad, en verdad os digo que si alguno guarda mi palabra, no verá jamás la muerte. 52 Los judíos le dijeron: Ahora sí sabemos que tienes un demonio. Abraham murió, y también los profetas, y tú dices: “Si alguno guarda mi palabra no probará jamás la muerte.” 53 ¿Eres tú acaso mayor que nuestro padre Abraham que murió? Los profetas también murieron; ¿quién crees que eres?[p] 54 Jesús respondió: Si yo mismo me glorifico, mi gloria no es nada; es mi Padre el que me glorifica, de quien vosotros decís: “El es nuestro Dios.” 55 Y vosotros no le habéis conocido, pero yo le conozco; y si digo que no le conozco seré un mentiroso como vosotros; pero sí le conozco y guardo su palabra.56 Vuestro padre Abraham se regocijó esperando ver[q] mi día; y lo vio y se alegró. 57 Por esto los judíos le dijeron: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? 58 Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: antes que Abraham naciera[r], yo soy. 59 Entonces tomaron piedras para tirárselas, pero Jesús se ocultó[s] y salió del templo[t].

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

Promesas – No Puedes Más!

 



Si crees que ya no puedes soportar más dolor y sientes que todo está perdido, recuerda que Dios entregó todo lo que tenía y sabe lo que tú enfrentas.

1 Pedro 5:7

Dejen en las manos de Dios todas sus preocupaciones, porque Él cuida de ustedes.

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

REFLEXION

 



En el museo de la fe

por Christopher Shaw

 

 



La experiencia de otros sirve para ilustrar de que manera podemos nosotros ejercitar la fe en el presente

Versículo: Hebreos 11 Leer versículo 

En el museo de la fe Este capítulo de la epístola es muy conocido. 

En ella el autor ha escogido a algunos de los grandes personajes en la historia del pueblo de Dios para ilustrar los principios que ha expuesto hasta este punto. 

Nos resultará de provecho, entonces, intentar un resumen del argumento presentado hasta aquí para que podamos, luego, examinar de que manera algunos de estos héroes lograron implementar esta verdad en sus vidas. 

La epístola comenzó con una exposición de uno de los grandes sucesos de la historia: 

Dios ha escogido hablarnos. Lo hizo primero por medio de diversos profetas y, en estos últimos tiempos, por medio de su propio Hijo. Por ser el mismo Creador el que ha hablado el autor nos exhorta a prestar mucha atención a lo que dice.

No ha hablado simplemente para llenar los silencios que a veces se producen entre dos seres. 

Ha hablado porque su Palabra es esencial para que nos encaminemos de nuevo hacia una vida que se alinea con los propósitos del Reino. 

Para que la Palabra pueda penetrar hasta lo más profundo de nuestro ser es necesario que no permitamos que el engaño de nuestros corazones produzca en nosotros una actitud de incredulidad. 

El creer la Palabra es esencial para desarrollar una vida espiritual, pero el engaño de nuestros corazones nos inclina hacia la desobediencia. 

La Palabra que Dios ha compartido con nosotros revela su perspectiva de quienes somos nosotros y cuales son sus intenciones para con nuestras vidas.

La visión que contiene contradice notablemente la perspectiva que prevalece en una cultura caída.

Las mentiras que son parte de esta cultura están tan arraigadas en nuestra manera de ver la vida que nos sentiremos tentados a descartar la Verdad del cielo por la mentira que reina entre los hombres.

Por haber convivido desde siempre con estas mentiras muchas veces tienen apariencia de ser más parecidos a la verdad que la Palabra que procede de la boca de Dios.

La fe solamente se puede ejercitar sobre la marcha.

A medida que avanzamos por la vida nos encontraremos con una diversidad de situaciones que parecieran contradecir la Palabra que Dios ha hablado, «confirmando» las mentiras sembradas en lo profundo del corazón. 

La fe, que es asustadiza, se sentirá tentada a huir ante el primer conflicto.

En cada una de estas situaciones la exhortación del autor de Hebreos es que retengamos, con firmeza, nuestra confianza en el Señor. 

En el museo de la fe el autor menciona a veintiún personas que ilustran, de manera clara, de que manera se ejercita esta confianza en la vida cotidiana.

Nosotros, en el marco de este estudio, nos detendremos a examinar la experiencia de algunos de ellos. Sus vivencias nos ofrecerán la mejor manera de entender las particulares dinámicas que encierra el vivir por fe. 

© Desarrollo Cristiano Internacional

 

 

 

Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

 

 

REFLEXION

Qué privilegiados somos!!

Categoria: Superacion personal.

 

 



¿Pensó usted hoy, cuando se sentó frente a esa taza de café para desayunar, lo privilegiado que es?

¿Se sintió consentido por Dios cuando despertó entre cobijas calientes, después de haber disfrutado de un sueño bien reparador?

¿Cuándo fue a su closet, para buscar qué ponerse y le costó decidir entre toda aquella ropa, se sintió bendecido en abundancia?

¿Al salir de su casa, y tomar la manilla de la puerta para abrirla, recordó que tiene un techo donde resguardarse y lo agradeció?

¿Ahora que está leyendo esto, se dio cuenta que pudo ir a estudiar, aprendió a leer, y con eso hizo armas para vivir su vida con comodidad?

Sabes algo?, somos tan, pero tan privilegiados, hemos sido tan, pero tan bendecidos, y Dios nos ha dado tanto; tanto, qué muchas veces nos acostumbramos a eso, lo vemos como natural, creemos que todos viven como nosotros, que así es la vida, y perdemos esa linda y noble capacidad de agradecer.

No solo no nos falta comida en la mesa, si no que podemos escoger qué comer y hacer varios tiempos de comida. 

No solo tenemos ropa para abrigarnos, si no que tenemos la posibilidad de escoger entre muchas opciones. 

No solo tenemos una cama donde dormir, si no que tenemos una casa con varias habitaciones. 

No solo tenemos una forma de ganarnos la vida, si no que nuestros ingresos nos alcanzan para más que satisfacer nuestra necesidades básicas de subsistencia. 

Seguramente no solo aprendimos a leer y escribir sino que pudimos sacar un título o aprender un oficio que nos facultan para trabajar en lo que nos hace sentirnos bien.

Y todo eso nos separa de millones y millones de personas en el mundo que viven en extrema necesidad.

Usted sabe quiénes son esas personas, que nos aparecen en el camino a cada momento. 

Nos piden en los semáforos, las vemos durmiendo cobijadas bajo un cartón, o cuidando carros en cada esquina. 

Vemos sus ranchos cuando pasamos por un barrio marginal y observamos sus caritas sucias cuando nos ofrecen vendernos mentas. 

Sabe que una excelente forma de agradecerle al Señor por los enormes privilegios que tenemos es compartiendo estos con esos que no tienen nada. 

Además, lejos de ser esta una opción para los cristianos es una obligación.

Sobre esto Jesús habló muy claro en Mateo 25:42-44 “porque tuve hambre, y no me dieron nada de comer, tuve sed, y no me dieron nada de beber; fui forastero , y no me dieron alojamiento; necesité ropa, y no me vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron”. 

Ellos también le contestaron: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, o necesitado de ropa, o enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos” El les responderá: “Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mí”.

Seamos conscientes de nuestro privilegios, agradezcámosle a Dios por su gran bondad y compartamos de lo nuestro con nuestros hermanos “más pequeños”. 

Así nuestro corazón experimentará la inmensa dicha de dar, y estaremos agradando a Dios.