Filipenses 2:1-4

 

La Biblia de las Américas (LBLA)

 

 

 

 

 

 

 

Humillación y exaltación de Cristo

 

 

 

 

 

2 Por tanto, si hay algún estímulo en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto[a] y compasión, haced completo mi gozo, siendo[b] del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito. Nada hagáis por egoísmo[c] o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de vosotros considere al otro como más importante que a sí mismo, no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. Haya, pues, en[d] vosotros esta actitud[e] que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo[f] tomando forma de siervo, haciéndose[g] semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, 10 para que al[h] nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

 

 

 

 

 

 

 

1.     Un Encuentro Con la Palabra

 

 

 

Promesas – Los Momentos Difíciles No Son Eternos!

 

Cuando todo salga mal y ya intentaste todas las alternativas, no te desesperes… Dios proveerá de una solución.
EL ES UN DIOS FIEL Y TE GUARDARÁ DE TODO MAL.
¡Los momentos difíciles no son eternos!
Son como tempestades, sólo duran un momento.
Mira hacia atrás y ve cuantas cosas peores ya pasaste y superaste.

 

Marcos 4:39 – 40
Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Cálmate, sosiégate! Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma.
Entonces les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

 

Salmos 65:7
el que calma el rugido de los mares, el estruendo de las olas, y el tumulto de los pueblos.

 

Salmos 89:9
Tú dominas la soberbia del mar; cuando sus olas se levantan, tú las calmas.

 

Salmos 107:29
Cambió la tempestad en calma y las olas del mar callaron.

 

Mateo 8:26
Y El les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.

 

Lucas 8:25
Y El les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Pero ellos estaban atemorizados y asombrados, diciéndose unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que aun a los vientos y al agua manda y le obedecen?

 

eprendió al viento, y dijo al mar: ¡Cálmate, sosiégate! Y el viento cesó, y sobrevino una gran calma.
Entonces les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

Salmos 65:7
el que calma el rugido de los mares, el estruendo de las olas, y el tumulto de los pueblos.

Salmos 89:9
Tú dominas la soberbia del mar; cuando sus olas se levantan, tú las calmas.

Salmos 107:29
Cambió la tempestad en calma y las olas del mar callaron.

Mateo 8:26
Y El les dijo: ¿Por qué estáis amedrentados, hombres de poca fe? Entonces se levantó, reprendió a los vientos y al mar, y sobrevino una gran calma.

Lucas 8:25
Y El les dijo: ¿Dónde está vuestra fe? Pero ellos estaban atemorizados y asombrados, diciéndose unos a otros: ¿Quién, pues, es éste que aun a los vientos y al agua manda y le obedecen?

 

 

 

 

 

Devocional Diario – «Lo haré, pero no enseguida»

 

Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo.
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. 1 Juan 5:11-12.

 

El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Juan 3:36.

 

Al final de una predicación un joven se acercó al predicador y le dijo: –Usted tiene razón, debo convertirme a Jesucristo… Lo haré, pero no enseguida; todavía quiero aprovechar un poco de la vida. El predicador le respondió: –¿Sólo un poco? ¡Qué falta de ambición, querido amigo! ¡Acuda a Jesús y tendrá la vida eterna!

 

Quizá nuestro lector ha oído el Evangelio, siente el peso de sus pecados, la necesidad de arrepentirse y aceptar el perdón de Dios, pero teme que tal decisión lo comprometa a llevar una vida de ermitaño, triste y sin gozo. Usted se equivoca, o más bien, Satanás, el enemigo de su alma, trata de impedirle, mediante tales pensamientos, acudir a Jesús. Intenta retenerle aturdiéndole con placeres pasajeros que a menudo tienen un sabor amargo; y de aventuras en desilusiones, el tiempo pasa… Deténgase ahora, escuche la voz de su conciencia y la advertencia de Aquel que le dice: “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).

 

Ante Dios usted está muerto en sus “delitos y pecados” (Efesios 2:1). Crea en el Hijo de Dios, acepte sin tardar la vida eterna, ese don gratuito. Entonces podrá aprovechar “las abundantes riquezas de su gracia” y andar “en vida nueva” (Romanos 6:4).